Miguel Ángel del Pozo
El próximo pasado día 07 de octubre, ganó las elecciones
presidenciales, Hugo Rafael Chávez Frías. El triunfo tiene varios significados
importantes. Chávez Frías es, representa y se consolida como el líder de la
Revolución Bolivariana. Es la fecha histórica cuando la Revolución Bolivariana
alcanzó el final de la etapa que nos consideramos como la tercera etapa de la
Revolución Bolivariana cuando, subjetivamente, hemos decidido que la primera
etapa se corresponde con el primer triunfo presidencial de Chávez Frías hasta
su regreso triunfante y en “hombros del pueblo bolivariano” el 13 de abril
siendo la segunda la que comenzó, inmediatamente, después del “Paro petrolero” hasta
las elecciones del 07 de octubre próximo pasado y el “interregno” se
corresponde con aquellos espacios no estudiados cuando Chávez Frías llamó al
dialogo y ejerció, ejecutivamente, el perdón político y las decisiones de “los
petroleros” de desarrollar los escenarios para el “Paro petrolero”. El Gobierno
Bolivariano aprendió de las traiciones de las derechas, propias y extrañas,
asumiendo sus propias y objetivas realidades. Es decir, a partir de la fecha
electoral referida y como lo expresara Chávez Frías, el día 08 de octubre,
próximo pasado, comenzó una nueva etapa revolucionaria de profundización de los
cambios profundos estructurales que se vienen desarrollando, paulatina y
perfectiblemente, en el Estado venezolano. Ya ha decidido, Chávez Frías, una
serie de políticas que tienen significados más allá de las “aparentes
superficialidades” que, en términos capitalistas, en el marco objetivo de las
realidades de transición del Estado capitalista hacia el Estado socialista en
curso, significan los importantes cambios en el Gabinete y la de conceptualizar,
por ambas realidades políticas, el llamado al diálogo por parte del líder de la
Revolución Bolivariana, Chávez Frías, en términos no-tradicional-histórico-venezolanos
al tiempo, sin aceptarlo y/o condicionarlo, las derechas se expresan en
propuestas diferentes sobre esas realidades referidas cuando de revolución real
y objetiva nos referimos en el marco teórico-práctico de la Revolución
Bolivariana.
¿Por qué las derechas no aceptan y/o no entienden que
significa la Revolución Bolivariana y/o ni la aceptan ni quieren entenderla?
Ello nos obliga, obligatoriamente, definir qué significan, fundamentalmente,
qué es ser revolucionario, qué es ser bolivariano, cómo se vive el socialismo
personal y colectivamente y, evidentemente, qué y cómo se vive el nacionalismo.
Como referencia del discurso de las derechas, nos permitimos sugerir la lectura
y el análisis que presentó quien quizás se le considere como uno de los más
importantes ideólogos de esas derechas, Oswaldo
Barreto, quien, en Tal Cual,
publicó un texto referido a las tesis fundamentales capitalistas vis a vis la
Revolución Bolivariana (Barreto, Oswaldo. Coordenadas.
“El cambio decisivo”. Tal Cual.
Caracas, martes, 16 de octubre de 2012, pág. 24). Nos abstenemos a realizar un
análisis sobre el escrito de Barreto por respeto a quien nunca supo,
consideramos, seriamente, aceptarse como revolucionario completamente
comprometido con un verdadero cambio estructural del Estado burgués venezolano
según conversaciones privadas sostenidas durante los tiempos suecos. Como dicen
los españoles: “…hay tiempos cuando hay que mojarse…” (in memoriam del “Gordo Hugo”)
Nos podríamos considerar como un único concepto teórico
el comportamiento “revolucionario-bolivariano-nacionalista-socialista” para el
caso específico del proceso revolucionario que se enmarca y se contiene en el “socialismo a la venezolana” pero
podríamos perdernos en temas tangenciales que sin quitarles la importancia de
sus contenidos podrían llevarnos a “desviaciones pro-capitalistas”. Es decir,
sobre el tapete de la mesa de conversación en el campo revolucionario hay, por
lo menos, dos (2) temas importantes: acelerar las contradicciones y
desarrollar, en tiempos apropiados, la estructura y la super-estructura del Estado
burgués en transición. Nos consideramos que hay dos (2) paradigmas que son de
importancia vital para el “caso Venezuela en revolución”: el
petróleo y el escenario internacional que están en directa relación tanto con
la estructura como con la super-estructura del Estado actual en transición. Es
decir, tanto los revolucionarios bolivarianos venezolanos como la
contra-revolución de derechas, nacional-internacional, están en permanente
contradicción tanto por la praxis socio-económico-política-teórica como por las
realidades de clases; por ello son obligantes las seguridades de conciencia y
la unidad de vida del revolucionario. Para que un revolucionario esté y se
mantenga en permanente equilibrio revolucionario deberá, como lo realizan
diariamente, profundizar y consolidar la conciencia revolucionaria
conjuntamente con una vida humanista de permanente colaboración revolucionaria
con la sociedad sin importar la conciencia y clase del Otro. Ello vale para los
venezolanos como para el sioux del vecino del Norte.
Al tiempo, el revolucionario deberá asumir sus propias
realidades telúrico-nacionales e históricas. Es decir, que, por ejemplo, un
revolucionario estadounidense deberá tener, permanentemente, presente y “tener conciencia” de sus realidades
históricas que podrían caminar desde los llamados “american natives” pasando
por las ideologías de los Padres Fundadores y comprender la praxis histórica
del imperialismo estadounidense. En el “caso venezolano” es obligante, en
tiempos históricos parecidos, las fuertes contradicciones que se desarrollaron
con la llegada de los peninsulares españoles, el mercado negrero, la Compañía
Guipuzcoana, el proceso revolucionario de la Independencia y el
testamento-legado de Simón Bolívar conjuntamente con los contenidos de los documentos
de Panamá, el proceso constitutivo del Estado burgués dependiente y las
confrontaciones de los años 60 que conjugaron el 27 y 4 de febrero en sus
tiempos reales. Es decir, sí no comprendemos la irrupción de Chávez Frías en la
política nacional y sus efectos histórico-objetivos nos fallan las bases
históricas de nuestras conciencias revolucionarias y nacional-bolivarianas.
En ese marco de ideas, podríamos “quedarnos ahí” sin “ir
más allá” de las políticas desarrolladas por el Gobierno que preside Chávez
Frías con lo cual tendríamos que aceptar los paradigmas que buscan instaurar e
imponer en el marco de la propuesta de diálogo las derechas globales cuando
aceptan el llamado a ese diálogo no solo con implicaciones nacionales sino
también internacionales propuesto por el líder de la Revolución Bolivariana,
Hugo Rafael Chávez Frías. Es decir, aceptaríamos un diálogo, por decirlo fácil,
socialdemócrata con visos humanistas demócrata-cristiano pero sobre el marco
referente del capitalismo sin alterar las bases fundamentales del Estado
burgués.
Pero Hugo Rafael Chávez Frías es “duro de roer” sino que
le pregunten a Douglas Bravo; quizás las derechas nacionales siguen viendo
“debilidades personales” en las palabras y propuestas de Chávez Frías como,
permanentemente, repiten tanto José Vicente Rangel como Marciano en sus
escritos. Quizás nos, permitiendo ciertas libertades, tengamos ideas más
radicales con respecto “al arroz”. Lo cierto es que Chávez Frías ha propuesto
el diálogo pero lo ha condicionado a paradigmas precisos expresando la realidad
que el Estado venezolano sigue sus profundos cambios hacia el Estado socialista
venezolano. ¿Lo aceptarán las derechas nacionales e internacionales?