Ven, vamos a hablar
un ratico, te invito a conversar de política. No te
asustes, no voy a
intentar convencerte de que votes por Chávez, no pretendo
que a estas alturas
saltes la talanquera. Al contrario, tienes todo el
derecho a disentir del
Gobierno mientras no olvides que fue elegido por la
mayoría de los votantes
venezolanos. De eso se trata la democracia ¿no?, de
respetar la opinión de la
mayoría y también de las minorías. Fíjate que es
algo que debemos valorar
porque muchos países no tienen esta oportunidad.
El pueblo de Inglaterra, por
ejemplo, tiene el mismo Jefe de Estado desde
hace 60 años (la Reina Isabel
II) y tampoco puede escoger su Primer
Ministro por voto universal.
Te
conozco bien porque te veo todos los días: Estás en mi familia, en
mi
trabajo, en la plaza, en el mercado… Normal, la última vez que nos
contamos
alcanzaron el 37% de los votos válidos, que no es poca cosa. Sin
embargo,
durante años te han hecho creer que formas parte de una mayoría
virtual,
aunque no sea cierto. Por eso son buenas las elecciones, para volver
a
contarnos cada cierto tiempo y reconfirmar la voluntad de la
verdadera
mayoría.
Conozco las “razones” o más bien las emociones, de
tu furibundo
antichavismo. He visto el desprecio, la rabia y hasta el odio
visceral, que
te produce la sola imagen del Presidente. Te he escuchado
maldecirlo,
insultarlo y hasta desearle la muerte. Te he visto alegrarte con
su
enfermedad y lamentar su recuperación. Te he oído despotricar de todas
sus
decisiones y rechazar automáticamente todo lo que te huela a Gobierno.
Te
he escuchado quejarte de que Chávez habla demasiado, pero hace
años
decidiste no volver a escucharlo.
Está bien, no es monedita de
oro. Pero aunque no te guste ni un poquito es
el Presidente de tu país. Sus
decisiones te tocan directa o indirectamente,
por lo que deberían importarte.
Sin embargo, tú escogiste informarte de
mala fuente: a través de rumores y
chismes de tus amigos opositores, a
través de información tergiversada
(televisada o impresa) antes que hacerlo
de primera mano. Esa es tu decisión
y aunque te ahorraría muchos disgustos
nadie puede obligarte a escucharlo o
leer sus declaraciones en contexto, ni
que hagas el esfuerzo de estar mejor
informado, ni que intentes corroborar
lo que escuchas o lees.
Tu
problema es que cuando aceptaste conformarte con una sola versión de
los
hechos comenzaste a renunciar, sin darte cuenta, a ser ciudadano.
Discúlpame
la franqueza, pero no se puede ser ciudadano y rebaño al mismo
tiempo. Y
cuando uno vive en sociedad y deja de ser ciudadano, delega el
entendimiento
de los fenómenos políticos, delega la soberanía mental,
entrega su propia
independencia. Y de allí a entregar la Independencia de
su país “hay un
camino” bien cortico. Finalmente, incapaz de razonar
políticamente, de
dialogar con argumentos, terminaste siendo presa de los
perros de la
política.
Sé que estás convencido de que “ese señor” llegó a la
presidencia por
culpa de los errores de la 4ta. República y que se ha
mantenido tanto
tiempo a causa de los errores de la misma oposición. Déjame
recordarte que
mientras tú sientes que tienes que “calártelo” como si
estuviera allí
solamente para hacerte infeliz a ti, varios millones de
venezolanos
agradecen todos los días por tener el Presidente que
tienen.
Sé que nunca te sentiste más optimista que ahora. Por primera vez
sientes
que ahora sí hay un camino para salir de Chávez, crees que estás a
punto de
despertar de una larga pesadilla. Pese a lo que dicen todas las
encuestas
de algún prestigio, te has dejado convencer de que esta vez no
puedes
perder. No quisiera cuestionar tus emociones ni sabotear tu
esperanza.
Estoy seguro que después del 7 de octubre podrás comprender mejor
lo que
voy a decirte, pero por favor escucha esto…
Esa transfusión de
esperanza artificial te está distorsionando la
percepción, te obnubila la
conciencia, te bloquea el razonamiento y peor
aún te impide ver el riesgo que
trae consigo cuando traten de hacerte creer
que ustedes ganaron pero hubo un
horrendo ¡FRAUDE! orquestado por el
rrrrrégimen.
Comprendo que es
prácticamente imposible mostrar a alguien los defectos
del ser de quien se ha
enamorado. Víctimas de Cupido, la mayoría de los
enamorados ven lo que quiere
ver, se resisten a ver lo que no quieren y
sólo desean escuchar las bondades
de su objeto amado. Lo trágico, en este
caso, es que tu Cupido habla inglés y
a través de todos los medios a su
servicio lleva años disparando flechas
envenenadas que en lugar de amor
hacen florecer el odio.
Te han
manipulado con una idea distorsionada de democracia. Te han dicho
que se ésta
se trata de ser libres para pensar, para hablar y expresar
“tus” ideas por
cualquier medio. Pero se hacen los locos con la parte
difícil de la
democracia. Eso que llaman “tolerancia”. Eso que nos permite
convivir en
sociedad a pesar de las diferencias, que es una de las
condiciones para que
siga existiendo democracia y, sobre todo, para que
haya paz.
Amigo
opositor, podemos estar en desacuerdo en muchas cosas, pero estoy
seguro de
que al igual que yo, tú también quieres que en Venezuela haya
paz. Es cierto
que algunos opositores fanáticos han llegado a invocar que
nos invadan los
marines; que el alcohol corra primero por las venas para
que después la
sangre corra por las calles; que aquí lo que hace falta para
salir de Chávez
son unos cuantos muertos en alguna manifestación. Es verdad
que algunos han
contratado francotiradores y paramilitares; es verdad que
en este instante
muchos le imploran a Dios o al diablo que antes del 7 de
octubre termine de
ocurrir ese bendito evento catastrófico que cambie la
conciencia de los
indecisos, pero estoy seguro que tú, siendo una persona
sensata, no estás de
acuerdo con esos… ¿excesos?
Y estoy seguro de eso porque nadie en su sano
juicio puede desear que
falte la paz en el lugar donde vive, donde viven sus
padres, donde viven
sus hijos, donde viven sus seres queridos. Habría que ser
muy imbécil o
estar psicológicamente muy enfermo para desear algo diferente a
la paz. A
menos que de verdad no nos importe un comino este país y tengamos
la
posibilidad de irnos en cualquier momento con toda nuestra familia
al
extranjero.
El día del simulacro del CNE escuché a tres señoras
conversando. Acababa
de pasar un grupo de motorizados con banderas, franelas
y gorras rojas y en
un arrebato de franqueza una de ellas, comentó: *“…No los
sopoooorto, es
algo más fuerte que yo, pero cuando los veo lo que me provoca
es entrarle a
patadas”*. Acto seguido, en tono de quien no mata una mosca,
agrega: *“les
juro que yo no soy así, yo soy la persona más pacííííífica del
mundo, pero
cuando veo esa gente no sé qué me pasa”*.
Le respondí en
mi mente: *yo sí sé lo que le pasa señora, esa enfermedad
que Ud. padece se
llama sobredosis de Globovisión*. También podría ser de
El Universal, de Tal
Cual, de El Nuevo País o todos los anteriores. En fin…
sobredosis de realidad
virtual distorsionada. Sobredosis de odio inoculado.
Te sonará exagerado,
pero lo que esa señora padece es la fase terminal de
una operación de guerra
psicológica dirigida contra Chávez pero, sobre
todo, contra la Independencia
Nacional, que ya tiene más de una década de
bombardeos
sistemáticos.
En contraste con el comentario de esa pobre señora, que en
el fondo es una
víctima de la guerra que el Imperio nos ha declarado, quiero
contarte una
pequeña anécdota, que le escuche a un amigo militar. Su hijo de
22 años le
preguntó recientemente: -*¿Papá por qué tú eres tan chavista si el
gobierno
a ti no te ha dado ni siquiera una casa?* *-Mira hijo, es vedad que
el
Gobierno no me ha dado casa y gracias a Dios tuve la oportunidad
de
comprármela yo mismo; pero ¿sabes una cosa? Yo he visto entregar cientos
de
casas a gente que de otro modo jamás habría podido tenerla y eso me
hace
inmensamente feliz. *
Esa respuesta me hizo recordar al “loco”
Simón Rodríguez, cuando
decía: *Piensa
en todos para que todos piensen en
tí*. Allí está la clave del país que
estamos construyendo. Desde esa altura
no se ve por ningún lado “el camino”
de la oposición venezolana, porque hace
rato que se fue por un abismo: El
abismo de la dictadura neoliberal que está
arrasando Europa. El abismo del
que los venezolanos nos hemos salvado,
precisamente, gracias a Hugo Chávez.
Lo último que quiero pedirte, aunque
te suene feo, es que te prepares para
perder el próximo 7 de octubre. No es
que yo sea adivino, pero es claro que
perderán por las mismas razones que han
perdido todas las elecciones
presidenciales desde hace 14 años. ¿Quieres
saber por qué? Porque tus
líderes son egoístas, porque su camino es
groseramente capitalista y
porque, pese a todos los esfuerzos de ese
diabólico Cupido, no son mayoría.
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Lic. Rosa Cristina Báez Valdés