La proximidad
de las elecciones diluye disfraces y mentiras, la confrontación se muestra
descarnada, como en el cuento de Caperucita aparece el verdadero rostro de la
bestia. Esto es bueno porque eleva la calidad de la lucha, los argumentos
primarios, los que sostienen toda la batalla, emergen con claridad.
En la escena electoral aparece el verdadero plan de
capriles. Es como un decreto de guillotinamiento contra el país, principalmente
contra los pobres y la clase media. Inmediatamente salen sus voceros a
desmentir el plan que ahora los avergüenza pero que, si ganan, lo impondrán por
la fuerza.
Dicen que el documento es forjado, apócrifo, que
no existe. Cómo será de horrible que los padres no quieren reconocerlo, ni se
atreven a defenderlo. Siendo así, la discusión se centra en la autenticidad del
huérfano documento.
La historia de las ideas políticas nos dará la clave
para determinar la paternidad del huérfano. En el programa estudiado no se
habla nada que la corriente que hoy se agrupa alrededor de capriles no haya
planteado con antelación: la descentralización del país, el despido de
empleados públicos, la reducción de PDVSA, la entrega del petróleo, guerra
contra la OPEP , disminución drástica del gasto social… En resumen, entregar el
país a los capitalistas. Nada que los oligarcas no hayan dicho.
El programa es oligarburgués, capriles es
oligarburgués, entonces se deduce, siguiendo a Aristóteles, que el programa es
de capriles, o mejor para evitar enojos, el programa podría ser de capriles.
Ahora bien, si ellos insisten en negar la paternidad
del programa, cabe una pregunta: ¿cuál es el programa de capriles? Si este que
estudiamos no es de capriles, volvamos a la deducción: si ellos desconocen el
documento y los puntos que allí están entonces su programa será todo lo
contrario de lo allí escrito. Conclusión: el programa de capriles es
socialista, ¡es el programa de Chávez!
Dejemos atrás el análisis. La gran verdad que surge de
toda esta situación es que se cayeron las máscaras, las mentiras, emergió el
verdadero rostro de la bestia: el capitalismo. Y ya sabemos que capitalismo es
miseria espiritual y material para los países desarrollados, pero para el
nuestro es capitalismo dependiente, destinado a sostener con su miseria el
derroche de las sociedades demenciales del norte.
Queda claro que el voto para capriles es, sin duda,
una traición a la patria, un suicidio para quien lo haga, una condena a vivir
en la penuria a todos, a nuestros hijos. Los oligarcas no podrán resolver los
problemas que ellos mismos crearon, los que hoy padecemos y que Chávez
intenta remediar. Porque así es, ninguno de los problemas que hoy tenemos se
originó con Chávez, al contrario, en este gobierno se han enfrentado, se han
ido resolviendo y así seguirá siendo.
La cartas están sobre la mesa, hoy como nunca está
clara la situación: tenemos patria con Chávez o entregamos la nación con el
cobero de capriles.
¡Con Chávez siempre!