miércoles, 12 de septiembre de 2012

LA COBA


La proximidad de las elecciones diluye disfraces y mentiras, la confrontación se muestra descarnada, como en el cuento de Caperucita aparece el verdadero rostro de la bestia. Esto es bueno porque eleva la calidad de la lucha, los argumentos primarios, los que sostienen toda la batalla, emergen con claridad.
En la escena electoral aparece el verdadero plan de capriles. Es como un decreto de guillotinamiento contra el país, principalmente contra los pobres y la clase media. Inmediatamente salen sus voceros a desmentir el plan que ahora los avergüenza pero que, si ganan, lo impondrán por la fuerza.
 Dicen que el documento es forjado, apócrifo, que no existe. Cómo será de horrible que los padres no quieren reconocerlo, ni se atreven a defenderlo. Siendo así, la discusión se centra en la autenticidad del huérfano documento.
La historia de las ideas políticas nos dará la clave para determinar la paternidad del huérfano. En el programa estudiado no se habla nada que la corriente que hoy se agrupa alrededor de capriles no haya planteado con antelación: la descentralización del país, el despido de empleados públicos, la reducción de PDVSA, la entrega del petróleo, guerra contra la OPEP , disminución drástica del gasto social… En resumen, entregar el país a los capitalistas. Nada que los oligarcas no hayan dicho.
El programa es oligarburgués, capriles es oligarburgués, entonces se deduce, siguiendo a Aristóteles, que el programa es de capriles, o mejor para evitar enojos, el programa podría ser de capriles.
Ahora bien, si ellos insisten en negar la paternidad del programa, cabe una pregunta: ¿cuál es el programa de capriles? Si este que estudiamos no es de capriles, volvamos a la deducción: si ellos desconocen el documento y los puntos que allí están entonces su programa será todo lo contrario de lo allí escrito. Conclusión: el programa de capriles es socialista, ¡es el programa de Chávez!
Dejemos atrás el análisis. La gran verdad que surge de toda esta situación es que se cayeron las máscaras, las mentiras, emergió el verdadero rostro de la bestia: el capitalismo. Y ya sabemos que capitalismo es miseria espiritual y material para los países desarrollados, pero para el nuestro es capitalismo dependiente, destinado a sostener con su miseria el derroche de las sociedades demenciales del norte.
Queda claro que el voto para capriles es, sin duda, una traición a la patria, un suicidio para quien lo haga, una condena a vivir en la penuria a todos, a nuestros hijos. Los oligarcas no podrán resolver los problemas que ellos mismos crearon, los que hoy padecemos  y que Chávez intenta remediar. Porque así es, ninguno de los problemas que hoy tenemos se originó con Chávez, al contrario, en este gobierno se han enfrentado, se han ido resolviendo y así seguirá siendo.
La cartas están sobre la mesa, hoy como nunca está clara la situación: tenemos patria con Chávez o entregamos la nación con el cobero de capriles.
¡Con Chávez siempre!