Miguel Ángel del Pozo
Los tiempos actuales nos traen a la memoria algunas
conversas sobre Historia y líderes latinoamericanos. En alguna ocasión,
conversando con un diplomático cubano sobre los temas referidos, en ameno y
respetuoso diálogo, expresamos que nos considerábamos al Comandante Fidel
Castro como el último caudillo, además de su reconocido liderazgo nacional y
continental (conversábamos sobre América Latina). Por supuesto que el
distinguido diplomático cubano expresó su desacuerdo; claro, quizás estábamos
en ventaja siendo historiadores frente a un fanático estudioso de la Historia;
debemos reconocerlo pero resulta interesante recordar aquella conversa en estos
momentos de campaña electoral presidencial en Venezuela (a celebrarse el día 07 de octubre, 2012) cuando, prácticamente, se
enfrentan, fundamentalmente, dos (2) candidatos con opciones de triunfo (ya sabemos pero hay que darle “boliche” al
“flaquito”). Los candidatos referidos son: Hugo Rafael Chávez Frías y
Henrique Capriles Radonski (elevamos
nuestras excusas a los demás candidatos por no referirlos por obvias razones).
Son dos (2) candidatos extremadamente diferentes (fíjense que utilizamos el vocablo “extremadamente” porque son
desagradables –disgusting- las comparaciones y porque son tan evidentes las
diferencias que son incomparables por eso, por evidentes). Son diferentes
en sus bases sociales personales, es decir, sus referencias sociológicas,
además de étnicas y profesionales. Pero también diferentes en las realidades
políticas personales y de la Política en cuanto sus obligaciones con relación a
sus responsabilidades laborales que, a su vez, no se podrían comparar; es
decir, es imposible comparar las responsabilidades de un Presidente de una
República vis a vis las de un gobernador de provincia así sea la misma de la
importancia global nacional. Pero, consideramos, la diferencia más importante,
probablemente, la fundamental, está concentrada en la relación entre Chávez
Frías y sus seguidores (denominados:
chavistas) y la de Capriles Radonski y los suyos (calificados como anti-chavistas). Pero lo fundamental, quiérase
aceptar, bien se rechace por comodidad, por conveniencia, por hipocresía, por
mantener en la inopia a la sociedad venezolana como un conjunto social, por
ignorancia, real y/o supuesta, ideológica, es la muy importante y fundamental
diferencia entre el programa de Chávez Frías (revolucionario-nacionalista-bolivariano-socialista) y el de
Capriles Radonski (Marciano en su columna
“Piedra de Tanca” titulada: “El programa: Trampa caza-bobos”. VEA. Caracas, 18,
septiembre, 2012, pág. Editorial 7, nos lo explica perfectamente poniéndole
énfasis al no-programa –sin existencia comprobada- de Capriles Radonski cuando,
por ejemplo, señala que “…la debilidad de Capriles [Radonski] en la confrontación programática está en el
ocultamiento…”) Nos consideramos que tiene “programa” pero que no tiene “un
programa”.
Pero ¿es ocultamiento como lo señala Marciano?
Básicamente, la gente culta en política expresa que el programa de Capriles
Radonski se sustenta en el neo-liberalismo; pero ¿qué es el neo-liberalismo y
cómo se aplicaría según Capriles Radonski y su equipo de los “chamo´s bien”?
Nos permitimos, manteniendo los respetos correspondientes, diferir de la
afirmación de Marciano al menos para polemizar y divertirnos un rato. Diferimos
con Marciano porque las capacidades intelectuales de Capriles Radosnki se han
puesto en entredicho (no lo aseveramos
nos sino que el propio Capriles Radosnki así lo ha demostrado; es decir, a
confesión de partes…) además de su
liderazgo (sí es que ello está presente)
nos demuestra no solo su dificultad para expresar “…su programa…” con un
extenso vocablo conceptual y conjunto de ideas en futura praxis apoyadas en la
lógica formal con lo cual le permitiría expresar no diciendo “…las
intimidades programáticas del programa del autobús y del camino…”; en
ese orden de ideas, consideramos que cualquier político que haya estudiado al
caballero florentino, Niccolo di Bernardo dei Machiavelli, conoce que “…el
político (con minúscula)…” debería expresarse como tal y con todas las
facultades que le obliga el poder querer y desear alcanzar sus objetivos
papabili.
Hemos expresado lo inmediato anterior con la finalidad de
poder exponer la idea central contenida en el título de la presente reflexión;
es decir, trataremos de demostrar que Hugo Rafael Chávez Frías es un líder y el
líder de la Revolución Bolivariana. ¿Por qué buscamos demostrar lo que es obvio
para nos y sus seguidores? Cualquier curioso lector de temas internacionales
conoce la matriz de opinión que se ha desarrollado en continuidad permanente
con los calificados como conceptos políticos sobre tanto la persona de Chávez
Frías como también de las políticas que su Gobierno Bolivariano viene aprobando
y desarrollando en el marco de la transformación tanto de la economía
venezolana como en el tránsito del Estado burgués hacia el Estado socialista.
Pero lo que, probablemente, moleste en profundidad a los escribidores de esas
matrices de opinión, sean propias y/o por servidumbre, es que las políticas
fundamentales y básicas que en permanente empeño promueve e impulsa Chávez
Frías son aquellas que están dirigidas a solucionar los problemas sociales
presentes en Venezuela por heredados de la 4ta. República sobre la
base-solución y mediante el desarrollo en praxis de las Misiones sociales. Esas
positivas realidades-soluciones han desarrollado una relación en lo personal, en
el sub-conjunto de lo familiar y del conjunto social como un todo social (la burguesía y la pequeña-burguesía también
se benefician de esas políticas sociales incluyentes de las Misiones sociales)
entre los beneficiados por las Misiones sociales y las políticas
revolucionarias-nacionalistas-socialistas y Chávez Frías conjuntamente con
aquellos sectores de la clase media que, en conciencia, reconocen el liderazgo
patriótico y nacionalista de Chávez Frías y de esas políticas que desde el
Gobierno Bolivariano se vienen implementando afectando en perfectibilidad las
transformaciones a los niveles de la estructura con efectos en los pensares
afectos a la superestructura. Ese marco referencial de afecto se ha venido
desarrollando, particularmente y en profundidad, desde los fracasos del “Golpe
de Abril” y del “Paro petrolero” cuando la masa y el ser social se manifestaron
en apoyo efectivo e incuestionable con el líder de la Revolución Bolivariana,
Hugo Rafael Chávez Frías.