Miguel Ángel del Pozo
Primeramente, debemos precisar que hemos decidido
ejemplificar la candidatura de Elías Jaua como norte para poder argumentar
sobre todas las candidaturas del PSUV a las gobernaciones en estos precisos
momentos históricos de cambios revolucionarios en base al programa aceptado y
votado en las pasadas elecciones presidenciales del 07 de octubre, próximo
pasado, cuando el Comandante (Chávez Frías) arrasó, literalmente, ganándolas
con un porcentaje de votos indiscutibles (claro!, si usted no es de oposición).
Hemos considerado a Elías Jaua como ejemplo a seguir por todos y todas los
candidatos por su constancia al trabajo, por su objetividad en asumir las
futuras responsabilidades que tendrá que enfrentar vista la desidia del actual
gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, por su diálogo con todas las
comunidades del Estado Miranda escuchándolas en sus necesidades y angustias hablándolas
con la verdad por delante, sin medias tintas, sin tapujos, sin ilusionarlas, y
conminándolas a asumir sus propias responsabilidades frente a la “nueva
política Chávez” que significa, en última instancia, una etapa más de
la Revolución Bolivariana. Elías Jaua probablemente tendría una ventaja sobre
Capriles Radonski que al ejercer como Vicepresidente de la República
Bolivariana de Venezuela, ha demostrado capacidad para asumir responsabilidades
nacionales, madurar como ejecutivo del Poder Ejecutivo y, en nuestro modesto
criterio, convertirse en un “hombre de Estado” cuando al conocer las “políticas
de Estado”, las asumió con objetividad trabajando “codo con codo” y respeto con
el Comandante (Chávez Frías).
Al aceptar que nos encontramos inmersos en una otra etapa
de ésta, nuestra Revolución, diferente a todas las anteriores por su carácter y
praxis democrático participativo en el marco del juego político que nos impone
el Estado capitalista-burgués como paso obligado hacia las transformaciones
profundas de ese Estado hacia el Estado socialista según nuestras propias características
histórico-social-económicas, debemos poder caminar en las historias que nos han
traído hasta estos importantes momentos históricos inevitables para los
revolucionarios. Es verdad que sectores revolucionarios han decidido asumir
responsabilidades propias con respecto a las candidaturas a algunas
Gobernaciones; ello, aún que guste y/o disguste, es democrático y como tal se
debe asumir; pero lo importantes sería analizar de donde venimos y hacia donde
nos dirigimos no solo en lo temporal-histórico sino en el profundo conocimiento
de las diferentes etapas con sus escollos obligados, tanto de oposiciones de las
tradicionales derechas como de decisiones de izquierdas. Ello es lo hermoso de
esta Revolución que es democrática y participativa.
¿Cuándo comenzó ésta otra etapa revolucionaria? Nos, como
historiadores, nos vamos a permitir algunas frases cuales no significan que
tengan que ser aceptadas pero sí, podríamos suponer, discutidas. Conversando en
reciente fecha con un buen amigo y camarada nos describió, cortamente, cómo el
pueblo caraqueño había salido a la avenida México a asaltar el edificio de la
Seguridad Nacional, tiempos de la caída del dictador Pérez Jiménez. Es, quizás
y probable, que aquella acción sico-social y sus expresiones hayan impactado el
carácter revolucionario en la siquis de aquellos actores cuando don Rómulo
Betancourt decidió imponer sus tesis de “capitalismo de Estado”
social-demócrata; ello sin negar las participaciones de cuadros revolucionarios
motivados por un “buen vivir viviendo”. Seguramente, también, alguna influencia
hayan tenido aquellas clases culturales que algunos presos impartían en las
cárceles de la Dictadura perejimenista a cuadros de Acción Democrática según
nos comentara “la institución de la UCV”. Probable que cuadros de aquel
conjunto partidario seguidores de don Jóvito Villalba asumieran la Patria como
futuro con futuro de profunda independencia negando toda “dependencia” de lo
tradicional-petrolero con el norte. En fin, la Historia de la otra etapa en la
Revolución Bolivariana pareciera que contiene muchas etapas a analizar pero
ello ha implicado la permanente renovación de cuadros revolucionarios que se
han ido incorporando a esa otra Revolución Nacional e Histórica referida.
Los hechos históricos de la avenida México se
desarrollaron con y sin influencias externas pero sí se desarrollaron según
nuestras propias realidades y decisiones políticas aún equivocadas en ocasiones.
Cabría preguntarse ¿muchas equivocaciones? Pues sí, muchas pero que permitieron
ir madurando una etapa de la Revolución en el marco de la propuesta del Estado
burgués y capitalista que don Rómulo nos había impuesto cuales conllevaron a decisiones
en quienes se oponían a asumir profundas responsabilidades en accionares que
conllevaron a “dar un salto adelante” que obligaron, necesariamente, a “dar
saltos de retroceso”. Tiempos posteriores, algún auto-calificado como “comandante”,
en conversación privada, en lejanías tormentosas, nos comentaría, en el marco
de un proceso revolucionario según sus propios escenarios en diseño, sobre las
necesidades de conformar y formar nuevos cuadros revolucionarios cuando el
“socialismo real” comenzaba a entrar en su propia crisis estructural y Moscú
comenzaba “a extrañar” cuadros revolucionarios que comenzaban a repensar “el
socialismo”. Eran tiempos de asumir realidades y de reconstruir el “movimiento
revolucionario” con más y mejores características venezolanas. En la UCV, en
sus predios, comenzaron sus andares nóveles juventudes con motivaciones sustentadas
en esperanzas según las nuevas reglas. Celebramos la muerte del Dictador
Franco, nos montamos en la locomotora y el tren cuyos mandos empuñaba con
“firme mano” José Vicente Rangel, eran tiempos de gloriosas esperanzas de
izquierdas renovadas. Aquello era impactante el ver y disfrutar la capacidad de
movilización urbana que asumía la “nueva esperanza”. La avenida Bolívar así lo
demostró. Pero el sistema capitalista-burgués tiene y maneja sus propios
tiempos e intereses ideológico. El gobierno burgués asumió sus propias
debilidades ante tal marejada revolucionaria y sin miedo ni temor comenzó a
socavar las bases nacientes de aquel movimiento revolucionario. Pero la
“semilla revolucionaria” ya estaba sembrada e iba a “calar hasta los tuétanos”
en los otros nóveles cuadros que, mejor preparados, estaban en actitudes y
dispuestos a “ganar el cielo” para la Revolución Bolivariana. En ese orden de
ideas, el 27 de febrero no se hubiera convertido en un “hecho histórico” y
“bisagra de cambios profundos y revolucionarios” sin la participación de esos
nóveles cuadros revolucionarios “templados en la lucha”.
Pero esa juventud novel también tenía sus espacios de
crítica en los sectores militares. A ellos les corresponde describir, en
profundidad, sus propias angustias y experiencias además de las ya adelantadas
por el Comandante. En ese orden, entre aquel 27 de febrero y la decisión de
“romper cadenas” del 4 de febrero-militar, la “democracia en la calle”
expresaba las angustias de las sociedades invisibilizadas, desclasadas,
ignoradas y, porque no escribirlo, rechazadas; estaban presente en las
mentalidades burguesas sociales el mayamerismo, el rechazo a las etnias, el
desconocer a quienes habían dado todo por la Patria con sus cotidianos trabajos,
el reírse de las nuevas modalidades revolucionarias y, por último, el profundo
desconocimiento de la profunda “crisis constitucional”. Frente a esas
realidades seguían surgiendo en experiencia revolucionaria de calle los y las
nóveles revolucionarios como, por ejemplo, Elías Jaua Milano. Semilla de
futuro.
Entramos en una nueva realidad revolucionaria tanto
nacional como en el plano internacional. El año 2013 será el año de “profundas
crisis” mundiales que debemos asumir con responsabilidades objetivas. Las
elecciones a las gobernaciones son fundamentales para, en estructura de
conjuntos, se alcancen los necesarios equilibrios que requiere el desarrollo
del Estado socialista-comunitario.