Por: Miguel Ángel del Pozo
Hemos llegado a esta realidad, es decir, para que no haya
confusiones, nos referimos a la Revolución Bolivariana, después de grandes e
importantes acontecimientos no solo de carácter nacional sino, también, a nivel
de partidos políticos y de movimientos sociales en los marcos históricos
correspondientes. Nos referimos a los procesos independentistas como bien los
refiere el Comandante (Chávez Frías), con sus alteraciones lógicas de un
proceso de independencia y de las lógicas a lo interno de ese proceso en los
diferentes planos expresados que irían desde lo personal pasando por lo militar
y lo político-ideológico. Para ir a lo concreto. Nos podríamos preguntar que al
tiempo de asombrarnos la detención de Francisco de Miranda, las decisiones de
movilidad militar en aquellos tiempos objetivos, de pensamientos encontrados
bien por concepciones filosóficas, bien por simples y pedestres ambiciones
personales, bien por soberbias familiares, bien por pragmatismos elucubrados,
la Independencia, como las revoluciones, una vez que “caminan los caminos
empedrados” son inevitables e incontrolables por sus opositores
político-ideológicos. En fin, toda Independencia y revolución tienen y contienen sus realidades, aciertos, equivocaciones
y sinsabores.
Aparentemente, el proceso independentista se vio
frustrado por ambiciones personales de seudo-caudillos militares y no tan
militares durante todo el siglo XIX. Hemos escrito el adverbio “aparentemente”
y lo ratificamos porque los procesos históricos revolucionarios son “irónicamente
incontrolables”. Es muy probable que la muerte temprana de El Libertador, Simón
Bolívar, fuera “causa y efecto” de “un desbarajuste” que, permítasenos, fue
inevitable porque las capacidades no solo militares sino también intelectuales
de Simón Bolívar eran únicas e intransferibles. El “centauro de los llanos”, a
pesar de sus esfuerzos personales, expresó, en los tiempos adecuados a la
temporalidad, sus propias debilidades humanas conocidas por curiosos lectores pero,
“la Cosiata”, también, fue la expresión de una visión muy corta y,
posiblemente, “cargada” de intereses foráneos. A ello se le agregaron las
realidades de una sociedad gastada y desgastada por las realidades de la propia
Independencia. La Historia es la historia de las incertidumbres humanas y
temporales.
Ahora, en estas líneas, nos van a permitir “echar algunos
cuentos” que, consideramos, deben salir a las realidades actuales nacionales.
Después del fracaso temporal de las políticas revolucionarias de los años 60 y
de la “pax calderista” era obligada la reflexión profunda de aquel maremágnum
de confusiones en vigencia. Era obligado dar “dos pasos atrás” para ver,
observar y conocer tanto “el árbol como el bosque”. De la avenida Bolívar a la
“democracia en la calle” fueron caminos empedrados y llenos de dificultades
inevitables tanto por las ideologías capitalistas como por las objetivas
realidades post-Fidel y sus lógicas influencias acompañadas por las políticas
de la 3ra. Internacional para América Latina como bien las comunicó por escrito
Manuel Caballero. Pero entremedio sucedían unas otras realidades políticas y
ahí va el primer cuento. Estando en los jardines del Edificio del Legislativo
(Palacio Legislativo), observando una de aquellas expresiones de calle cuando
se conjuntaban “los viejitos” y la “democracia de calle”, le comentamos a un
importante político sobre la real realidad de la pérdida de la dignidad de la
sociedad venezolana; dicho político, con su característica personalidad,
asintió muy preocupado. Era “la realidad social de inevitables sus
consecuencias”; fue por ello que en alguna otra ocasión le comentamos que sí no
se reformaba la Constitución de los 60 vendrían tiempos tormentosos como, por ejemplo,
un “golpe de estado”. En esa misma línea de expresión política nacional
realista, ejerciendo responsabilidades en la Comisión Permanente de Política
Exterior de Diputados, se presentó un joven oficial/militar expresando
preocupaciones por el proceso de preparación para “un golpe de estado” contra
el Presidente CAP al que, consideramos, se ha referido el Comandante en
diferentes oportunidades. La información le fue comunicada al Presidente de la
Comisión; en 24 horas se desmontó aquella preparación de “golpe de estado”. Al
regreso de nuestros días en la Academia Militar de Fu Xinggang (Fu Hsing kang-Taiwan)
sugerimos la necesidad de la “unidad cívico-militar” nacional; nada que ver!
reservándonos la respuesta por aquella trágica visión que aquel político tenía
de sus congéneres. Una otra anécdota sería la conversa con Rafael Caldera en
Beijing días antes del 4 de febrero sobre las realidades por venir en la
Patria, Venezuela. Era inevitable y, ello, quizás, hasta necesario. Aquellos
jóvenes militares habían decidido dar sus vidas por la “dignidad perdida”.
Comenzaba la “profundización de la nueva revolución”. Era, también, inevitable
y, también, necesaria. Las derechas expresando sus realidades en la segunda
etapa de la 4ta. República se habían ensoberbecido. El Comandante hacía tiempo
que caminaba los caminos rupestres de la Revolución Bolivariana; aquello era
conocido por “tirios y troyanos” y allende los mares. Eran los tiempos cuando
el Comandante se enfrentaba, ideológicamente, a Douglas Bravo en aquellos fines
de semana llaneros. Eran ya inevitable y definitiva la “reingeniería” de
aquella revolución que comenzó en los años 60; eran los tiempos de rescate de
los pensamientos revolucionarios que se expresaron en el siglo XIX; eran los
tiempos cuando la estructura de las bases sociales de la aquella Independencia
surgiera nuevamente; eran tiempos históricos de búsqueda de la Patria Grande,
de la Independencia de la Patria, de aquella Independencia que fue referencia
para la Historia de la Humanidad; aquello iba a marcar la nueva Historia
Latinoamericana. Podríamos preguntarnos ¿Por qué Washington no pudo controlar
aquel movimiento; porqué las derechas burguesas no pudieron controlar aquella
insurrección; porque ciertas izquierdas fueron indecisas, nuevamente?
¿Por qué todo lo anterior?
Me comentaba el amigo y camarada, en reciente fecha, de
esos que “por un pelo” no lo llevaron a pasear en helicóptero (¿fate?), que
Elías Jauá Milano era el líder de los barrios (por estos barrios, un beta), que
era (y es) un líder formado en las calles calientes, era ese político joven
que, formado intelectualmente, estaba bañado de sencillez y de pueblo; el líder
y gobernador necesarios para una gobernación de alta importancia como es
Miranda. ¿Por qué, le inquirí? Simple, en Miranda viven y conviven las fuerzas
capitalistas burguesas por excelencia. Tratar con ellas, día a día, por
necesidad, por obligación de democracia participativa, socialista, humanista y
chavista será el crisol de la total formación del joven cuadro revolucionario
cuando, en el marco del proceso de cambios profundos revolucionarios,
inevitablemente, tendrá que sentarse a la mesa de negociaciones sin perder ni
negociar ni sus principios ni su dignidad revolucionaria. Su experiencia al
frente del Despacho de la Vicepresidencia, al lado del Comandante (nada
papayita, como el propio Comandante lo expresó en alguna oportunidad), sus
conocimiento en realidades de Estado y manejo de problemas típicos de
realidades de cambios profundos estructurales le permitirán negociar,
cotidianamente, con los intereses de clases asumiendo sus reales y objetivas
presencias. Es el líder revolucionario que necesitan tanto el Comandante como
Nicolás Maduro Moros. Interesante disertación la de mi amigo y camarada.