Freddy J. Melo
Hugo Chávez
Frías sigue librando valientemente el más difícil combate de su vida. Que bregue
sin rendirse y con valor no es una novedad, lo ha hecho siempre, porque sabe
levantarse de las caídas y superar las dificultades. Es ésa su mayor y mejor
lección aprendida del Libertador.
Desde el fondo de sí mismo lo acompaña
su voluntad de acero. Por fuera, el amor de los pueblos del mundo, con el
nuestro a la vanguardia, y el fraterno aliento de los líderes que ponen el oído
en el corazón de la justicia, los cuales simbolizaré –y ninguno de ellos se
sentirá excluido–, en el nombre del “ardiente profeta de la aurora”, el padre de
revolución Fidel Castro Ruz.
Esa
convergencia de amor y voluntad construye la esperanza de victoria sobre la atroz letalidad del enemigo
que ahora está enfrentando.
Y
entre tanto, frente a la inmensa porción de humanidad que puja, ora y clama por
su vuelta, la más despreciable canalla de todas partes se atreve a soltar sus
purulentas bocanadas de odio. Esa gente que nunca ha hecho nada por la gente, que
no dedica un microsegundo a pensar en el drama de la explotación del humano por
el humano, para quien los excluidos de su sistema social son seres sobrantes y
prescindibles, que se cree con derecho divino a vivir del trabajo ajeno, esos
desalmados festejan y encienden fuegos de artificio sin percatarse de que son
ellos como clase quienes están más cerca del sepulcro.
Su
odio clasista les impide ver que la Venezuela casi convertida por ellos en no
país tiene hoy un pueblo que venció el analfabetismo, está descubriendo las
luces de la lectura y el estudio, rescató el orgullo nacional y se hizo visible
de nuevo, ha reencarnado el liderazgo de Bolívar y anda empeñado en la
conquista de objetivos históricos superiores, abriendo otra vez caminos como en
el siglo XIX. No lo ven porque, cosa sabida, los dioses ciegan a quienes
quieren perder.
Y
menos pueden tales enceguecidos ver y reconocer al arañero de Barinas como
organizador, catalizador y conductor de todo eso. ¿O sí, y por eso el gran
odio?