sábado, 14 de julio de 2012

¿Cuánto cuesta un Senador paraguayo? Por Modesto Emilio Guerrero

Tomado de www.poderenlared.com
La prensa derechista de Paraguay, acompañada de medios conservadores de Venezuela y de otros países como las cadenas televisivas de noticias CNN y BBC, ha iniciado una campaña para sembrar la idea de que el gobierno venezolano quiso sobornar a los parlamentarios de Paraguay con el fin de que votaran a favor de su ingreso al MercosurEl diario caraqueño El Universal, por ejemplo, titula este domingo 7 de julio, de una manera sinuosa, como si no fuera su opinión, que “Vinculan a Venezuela con soborno a Paraguay”. El diario repite lo que indican medios paraguayos como el ultraderechista ABCColor, según el cual el artífice del negociado habría sido el embajador venezolano en Asunción, Maximilen Sánchez Arveláiz.
El valor moral de esa denuncia pierde toda credibilidad cuando la dicen empresas y medios que manejan presupuestos especiales para comprar voluntades y conciencias, sean funcionarios o parlamentarios, en Paraguay y en cualquier país de este planeta.
Además, la versión podría deformar la correcta comprensión del bloque sureño como mecanismo comercial, útil para la economía venezolana en su escala actual, pero sin méritos integracionistas o americanistas, que no fueron ni son sus propósitos, ni caben en su estructura y funcionamiento.
Una de las sorpresas de la campaña anti venezolana, es que el primer contacto para la compra de votos en el parlamento paraguayo, habría sido el ex general y senador Lino Oviedo, un hombre conocido como golpista y stronista convicto, anti bolivariano y enemigo declarado del gobierno venezolano.
El viernes pasado, en el discurso de cierrre del Encuentro del Foro de San Pablo, el presidente Hugo Chávez respondió: “Nos pedían dinero a nosotros para permitirnos entrar al Mercosur… Son unas mafias de verdad, unas verdaderas mafias pidiendo dinero”, espetó el Presidente en cadena nacional”, según registro de AVN.
El precio del Mercosur
Un pensamiento binario, simplón y superficial podría llegar a la conclusión de que el Mercosur es una suerte de paradigma comercial “de izquierda”, sólo porque un grupo de Senadores y diputados del Congreso paraguayo, todos de la más grosera derecha de ese país, mantuvieron bloqueado por 5 años el ingreso de la República Bolivariana al bloque comercial del Cono sur.
El Mercosur nació y será un espacio de negocios para grandes empresas locales, multinacionales y cuando pueden, para pequeñas y medianas con ahorro propio y alguna ayuda del Estado. No es un bloque de propósitos solidarios, como el ALBA-TCP, ni siquiera de carácter compensatorio como la ALADI. En 1995, siendo corresponsal especializado en Mercosur, le pregunté en Montevideo al Secretario de Comercio de Canadá ¿qué era para el Mercosur? Y me dijo esto: “Nuestro mejor negocio externo en muchos años” (Reportajes sobre América latina, M.E. Guerrero, 2006).
En la realidad, el Mercosur resultó un poco más que un “negocio”, pues ha cumplido roles diplomáticos de contención en algunas oportunidades. Una de ellas, fue, no por casualidad, en 1995 y 1997, contra el general Lino Oviedo, que puso en vilo a los gobiernos del bloque con dos intentos golpistas en Asunción. Pero ese rol democrátrico momentáneo no invalida la definión esencial del Mercosur como un espacio de negocios para empresas y Estados.
Mercosur es capitalismo puro, aunque desde los gobiernos de Lula y los Kirchner, adoptó un tinte neodesarrollista, con elementos defensivos ante las economías imperialistas y los entes financieros. Una expresión de esa actitud defensiva son las transacciones sin dólar entre Argentina y Brasil. Pero no mucho más.
El Mercosur es lo contrario al ALBA. En su seno conviven ramas de economía nacionalizada, con perversiones de la peor especie neoliberal. La primera perversión es el control multinacional sobre las principales ramas productivas (autos, acero, plástico, juguetes, alimentación, inversiones).
La otra perversiòn es la maquila paraguaya, que junto a la tercerización masiva de los trabajadores del bloque, incrementaron la tasa de explotación obrera en las empresas del bloque, reduciendo su capacidad de defensa como clase. Los piqueteros argentinos son apenas, una muestra triste. De ese brutal sistema de explotación del trabajo se benefician los capitalistas medianos y grandes de Brasil, Argentina y Thaylandia.
Las apariencias de la polémica contra Venezuela podrán vestir de progresista al Mercosur, y en alguna medida asume ese rol en el terreno diplomático, sobre todo cuando parlamentarios profundamente reaccionarios de Paraguay y Brasil rechazaron la presencia de Venezuela por “comunista” o cosas similares.
Dentro de Argentina y Uruguay también existen parlamentarios adversos, que además de campañas han promovido declaraciones institucionales desde las Cámaras de Diputado, contra la presencia bolivariana en el bloque del sur. Por suerte son minorías en Buenos Aires y Montevideo. Los senadores de Brasil negaron su voto favorable a Venezuela hasta el año 2010, y también se pusieron un precio en la frente. Nadie olvida la invectiva de “loros del imperio”, lanzada por el presidente Hugo Chávez, contra ellos en 2005.
Detrás de esta sólida posición adversa al legítimo derecho de Venezuela a pertenecer al bloque comercial sureño, opera una combinación de tres tipos de intereses. El primero es que la derecha paraguaya usa ese voto “internacional” para sumar poder local, en la composición interna de fuerzas contra un Lugo desvalido por su negativa a construir una base social militante para enfrentar la hegemonía tradicional del Partido Colorado, además del Partido Patria Querida, de la UNACE y de la jefatura del Partido Liberal. La segunda motivación es ideológica: sumar aliento a la demonización internacional del gobierno de Hugo Chávez. El tercer interés es más simple: Quieren más dólares por cada voto.
Paraguay importa desde Venezuela no más que el 5,2% del total importado del mundo, y en equivalencia no le exporta a Venezuela más que el 4,2% del total de sus envíos externos. O sea, nada. ¿Cómo se explica que el precio unitario por voto sea casi el doble, cuando la relación comercial y de inversiones entre Venezuela y Brasil adquirió carácter estratégico desde 1999?
No hay nada de que asombrarse. Aquella particular manera de chantajear a Caracas con el precio del voto, a cambio del ingreso al Mercosur, es la lógica de conducta de esa clase social en cualquier institución privada o pública del mundo.
La “corrupción administrativa” es su producto más popular desde finales del siglo XIX. Más de una década de experiencia periodística en los intersticios del Mercosur me permitió conocer ese modus operandi, como lo cuento en el libro Mercosur: Origen, Evolución y Perspectivas, editado por Vadel Hnos. en 2005 en Caracas.
Cuánto cuesta un senador paraguayo
A mediados del año 2010, los jefes de bloques y Comisiones del Senado de Paraguay, habían solicitado al Estado venezolano una suma de 70.000 dólares por voto. Escaló a los 200.000 por cabeza por varias razones. Esa suma, multiplicada por 64 diputados y senadores participates, constituía un escándalo.
La propia prensa de Paraguay se encargó de develar la sórdina negociación. El 21 de diciembre de 2011, el boletín Somos Mercosur, especializado en el tema, informó sobre algunos de los cocineros que guisaron la coima (mordida, comisión, canongia). Julio Velázquez, un Senador colorado enemigo de Chávez, advirtió con sorprendente seriedad a Juan Carlos Galaverna, otro Senador colorado igualmente enemigo, que debía probar “…la existencia de incentivos económicos de unos 200.000 dólares para que el Congreso apoye el ingreso de Venezuela al Mercosur” (http://www.somosmercosur.net/general/el-ingreso-de-venezuela-al-mercosur)
Este lío entre colorados escondía dos realidades: la diferencia entre ambos es de pocentajes y hacerlo público era la mejor manera de presionar por uno más justo; al mismo tiempo fue un ajuste interno de cuentas contra una fracción del Partido Colorado llamada Frente para la Victoria, que hace pocas semanas había manifestado intenciones de votar a favor del ingreso de Venezuela.
A nadie debería sorpenderle que los parlamentarios paraguayos, como antes los brasileños, hayan puesto precio de mercado a su voto. También sabemos que algunos de ellos se negaron a concederlo por razones ideológicas contra lo que se hace en Venezuela.
Tampoco es una revelación histórica que los Estados suelen acudir a negociaciones discretas de este tipo, para desbloquear decisiones importantes en organismos internacionales o parlamentos.
Eso no es lo decisivo. Es parte del costo pragmático de administrar Estados. Lo importante de la relación de Venezuela con el Mercosur, es la trama de intereses imperiales y capitalistas detrás de las negociaciones, sean aranceles, inversiones o votos.
En todo caso, de algo no quedó duda, un grupo de senadores paraguayos le puso precio móvil a su voto. Al no obtenerlo, optaron por la campaña contra el gobierno bolivariano y cuando pudieron, también por el golpe institucional contra el ex presidente Fernando Lugo.