Dicen
que es el nombre y no el número el más primitivo modo de localización, no
obstante utilizaremos al segundo para tratar de ubicar el lapso de tiempo
durante el que en la República Bolivariana de Venezuela venimos oyendo hablar
de Socialismo con una frecuencia que localizada mediante un adjetivo (otro
nombre por cierto) tildaremos de alta. Que sepamos fue hace siete (7) años, durante el transcurso de la campaña
electoral del 2005, cuando el Comandante Chávez, con motivo de su primera
reelección Presidencial, levanta y
enarbola la Bandera del Socialismo del Siglo XXI. Dejamos a los amantes de la
numerología, a los exegetas de las fechas históricas y a todos aquellos que
deseen satisfacer su curiosidad la precisión de tal dato si desean conocer la
ubicación exacta del día en el que fue lanzada a los vientos, llegando a
nuestros oídos, la referida expresión.
Sin
despreciar el interés que dicho tema podría suscitar entre los seguidores del
Comandante y quienes se digan o confiesen socialistas nos interesa aquí tratar
de ubicar, localizar quizás con una precisión más exacta de la que nosotros
mismos seamos capaces de obtener, no lo que encierran o tratan de nombrar los vocablos
que copulan para formar la expresión Socialismo del Siglo XXI, tan en boga a
partir de la fecha indicada por nuestro intento de ubicación y que por haber
sido materia, sustancia y tema de un sostenido
e intenso debate, de localización y alcance mundiales, en el que han participado
las más preclaras mentes de conocidos pensadores de todas las ramas del
conocimiento y ciencias sociales, nos declaramos incapaces de analizar. Nuestra inquietud se orienta y dirige a
tratar de ubicar y localizar lo encerrado o encapsulado en una expresión o rama
desprendida del árbol del Socialismo, denominada por algunos Socialismo de lo
pequeño.
De
las pequeñas cosas preferiríamos denominarlo, ya que de por si el adjetivo
podría llevar a quien oiga o reflexione sobre el término a desviarse o extraviarse
y localizarlo en cierta socialización del enanismo, sea este físico o mental.
Por ejemplo no es lo mismo hablar de Socialismo de lo pequeño que reflexionar
sobre Socialismo para niños o pequeños. Antes que nada cabría decir que las grandes
cosas y también las cosas grandes (hasta la ubicación del vocablo en la oración
trastoca, desviándolo, el sentido y la
orientación del hablante o lector), están hechas o compuestas de, como diría
nuestra poeta, las cosas más sencillas,
las cosas más simples. De ahí que pensar el Socialismo en grande conlleva a
pensar antes en esos detalles que conforman la geografía, la arquitectura y
estructura de ese tan pregonado Socialismo del Siglo XXI, del cual muchos se
mofan y los que más de él descreen.
Esencialmente se trata de saber que previo a cualquier decreto, mandato,
orden o deseo, los tipos de sociedades, y con ellas los estilos y formas de
vida de sus elementos, no se decretan sino que obedecen a la confluencia de un
incesante flujo, sintetizado con el vocablo proceso: flujo o proceso, obediente
a otros, confluencia a su vez de otros flujos y procesos, confluyendo en
secuencia o al mismo tiempo (sincronía y diacronía): Nuestra diversidad y su
plena plasmación en la multiplicidad de un cumulo infinito de instantes en un
todo de todo sin cerrar.
Por
más que nuestra Constitución Nacional establezca que somos una República
Bolivariana, para ciertamente serlo, antes de todo, debemos todos o sino casi
todos ser (se es una sola vez cada vez desde el ser) bolivarianos en esencia y
espíritu más que de palabra. Semejantemente, para ser Socialistas verdaderos o
auténticos, no basta con que el Comandante o fulano de tal o Pascual lo
decreten, establezcan y los demás, obedientemente, acatando la línea digan sí o voten mayoritariamente a favor de la
propuesta. Para ser Socialistas hay que volver a nacer. Nacemos socialistas como todo
organismo que nace en relación con un
todo. Por eso pensamos que el Socialismo es un proceso o fenómeno cuya
localización la obtenemos más en la natura que en la cultura (algunas culturas
más que otras nos enseñan a ser individualistas, a alucinarnos seres atómicos, es el caso de la civilización
nuestra modelada por el capital). Cuando
nacemos llevamos en y con nosotros el
germen del Socialismo en nuestros genes y cromosomas (luego aprendemos a
alucinarnos atómicos y autosuficientes).
De nada nos vale etiquetarnos de Socialistas
si nos importan un bledo las penurias que puede estar pasando la viejecilla que
vive solitaria al lado de nuestra casa, el hambre que pueda estar pasando el
loco del pueblo, la falta de medicinas que tiene Ña Carmen, quien para
sobrevivir y mantener a su numerosa prole tiene que lavar a mano ropa ajena. Ser
socialistas de cuerpo y alma es dejar de ser indolentes y ver como un Sistema
Judicial cruel y clasista (no por sus métodos y leyes sino por la ejecutoria de
quienes lo encarnan) en vez de
contribuir a la reinserción de los miles de jóvenes venezolanos,
mayoritariamente de las clases sociales más depauperadas y desasistidas del
país, encerrados en los depósitos muchos de ellos por delitos menores o por
haber infringido las normas por primera vez, eliminándoles así su condición
natural de ciudadanos al convertirlos en desechos, meros despojos humanos, ¡eso es lo
que son las cárceles venezolanas! sin que nos afecte en lo más mínimo porque
pensamos que esa cuestión no nos atañe, olvidando que ninguno es inmune a ese
tara social que nos aqueja, que el día menos pensado algún familiar o afecto,
incluso nosotros mismos también podemos ir a dar con nuestros huesos a un
deposito de esa naturaleza, y por lo contrario nos sumamos al rio de voces que
fluye por las redes sociales (otra bisutería capitalista) pidiendo que los
maten porque muerto el perro se acaba la rabia, obviando que la inseguridad y
la delincuencia ya no son un problema sino que de problemas se han convertido
en un fenómeno que hoy por hoy es parte constituyente nuestra y por si acaso no
nos habíamos dado cuenta permea todos los estratos de la sociedad venezolana.
Nos
decía Bateson El camino real hacia la
conciencia pasa por el lenguaje y los utensilios, suscribimos cabalmente la
expresión. Apropiándonos de la atribución de extrapolar la cita batesoniana afirmaremos
que el camino real hacia la conciencia
socialista pasa por despojarnos del lenguaje y utensilios de factura
capitalista y apropiarnos de los que sean verdaderamente de esencia socialista.
Para lograrlo, a la manera kantiana tenemos por delante un enorme deber ser y
no es otro que un intenso y sincero exorcismo colectivo nacional e individual, ritual
de despojo de esas conductas y estéticas impuestas desde afuera por la maquina
capitalista transnacional, que sin darnos cuenta (el inconsciente colectivo
alienándose), niñas y niños ayer, mujeres y
hombres hoy junto con los niñas y niños de hoy, futuros mujeres y
hombres, venezolanos todos de todas las épocas, hemos llevado a cuesta sobre
nuestros hombros y en nuestra mentes durante todo el siglo XX y lo que va del
XXI, haciéndonos decir o hablar lo que ese enemigo silencioso quiere que
hablemos, para así, a través de ese lenguaje enajenado y esquizofrénico
ponernos a consumir lo que sus ductores, conductores del Mundo, cual mansas
ovejas y borregos quieren que consumamos, en el sentido extenso del vocablo.
Cuando
logremos ejecutar esa tarea, por cierto
como toda cura, dolorosa, entonces estaremos preparados para dejar de ser
indiferentes o inmunes a hechos o situaciones como los citados, Cuando logremos
despojarnos o en el mejor de los casos prescindir de todos los abalorios y
bisuterías innecesaria que la Mercadotecnia con sus métodos de shock nos pone a
consumir, entonces podemos pensar que hemos localizado, descubriéndolo, lo
encerrado o encapsulado en los vocablos de cuyo sentido deseamos apropiarnos y comenzara
a germinar en nuestros espíritus la
semilla del Socialismo, sino lo que
estaremos logrando no es otra cosa que vaciar de sentido otra expresión más y continuar
extraviados en la selva de significados al no haber podido localizar el
verdadero sentido del Socialismo de las Pequeñas Cosas.