viernes, 7 de agosto de 2009

La prisión capitalista.

La contradicción entre el tener y el ser. Dos filosofías comparten a diario la lucha por liberar al ser humano de esta alienación: las iglesias y quienes militamos en las revoluciones socialistas.

Raul Bracho. | Hoy 07 – 08 - 09 | www.kaosenlared.net/

“La nueva sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado. Esto se hace sentir no sólo en la conciencia individual, en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este período de transición, con persistencia de las relaciones mercantiles. La mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y por ende, en la conciencia.”

“En la sociedad capitalista, el hombre está dirigido por un frío ordenamiento que, habitualmente, escapa al dominio de su comprensión. El ejemplar humano, enajenado, tiene un invisible cordón umbilical que le liga a la sociedad en su conjunto: la ley del valor. Ella actúa en todos los aspectos de su vida, va modelando su camino y su destino.

Las leyes del capitalismo, invisibles para el común de las gentes y ciegas, actúan sobre el individuo, sin que éste se percate. Sólo ve la amplitud de un horizonte que aparece infinito. Así lo presenta la propaganda capitalista que pretende extraer del caso Rockefeller –verídico o no-, una lección sobre las posibilidades de éxito. La miseria que es necesario acumular para que surja un ejemplo así y la suma de ruindades que conlleva una fortuna de esa magnitud, no aparecen en el cuadro y no siempre es posible a las fuerzas populares aclarar estos conceptos.” (Ernesto Che Guevara.)

La enajenación al capital, a la falsa promesa de riqueza, a la esperanza incumplible de que cada uno de nosotros podría ser un Rockefeller, la cotidiana y falsa esperanza de que tarde o temprano nos convertiremos en adinerados, de que nos toparemos en la esquina con el “negocio de la vida” o de que el “jefe” por fin descubrirá que debe ofrecernos sociedad o cualquiera de las tantas versiones en que se transforma esta adicción a la irrenunciable esperanza de convertirnos en Rico Mc Pato, es la prisión con la que encarcela tras los barrotes del individualismo a todos los habitantes en la salvaje sociedad de la explotación. Todos somos explotados, pero todos guardamos con afán la ilusa esperanza de ser elegidos o escogidos por la varita mágica del Tio Sam para ya dejar de sufrir y poder protagonizar una existencia repleta de privilegios. Es como un sueño irrenunciable a las fiestas en traje de Black tie, a las limosinas, a la tarjeta de crédito sin límites, al lear jet, a la mansión y a toda la utilería holiwoodense con que se nos envenenó desde la infancia.

La contradicción entre el tener y el ser. Dos filosofías comparten a diario la lucha por liberar al ser humano de esta alienación: las iglesias y quienes militamos en las revoluciones socialistas. Para no ser tan radical, no diré que no creo en Dios, sino diré que concibo a Dios como el potencial de la vida misma que llevamos dentro. No quiero ser tajante y decir que Dios no existe, pues debo respetar a todos los creyentes que “verdaderamente” se unen a la lucha por el socialismo con la palabra de Jesús. Verdaderamente logran la conversión tan difícil y quizá hasta con más éxito que nosotros, del pensamiento fariseo a la visión social y espiritual que conllevan las dos visiones del nuevo mundo, así que lo menos que debemos es separarnos o pelearnos.

“El corrupto va por dentro” respondí hace poco a alguien que criticaba a la revolución bolivariana por los cuentos y rumores acerca de funcionarios corruptos, en verdad que tuve que llegar a ser fuerte para defender este punto tan difícil, “¿si quitamos a ese funcionario corrupto que tu denuncias y te ponemos a ti, tu no robarías?” , ese breve momento de silencio fue el acto fallido en el que me apoyé para hacerle entender lo fuerte que es para nuestro comandante Chávez luchar contra el flagelo de la corrupción, más bien contra ese capitalismo terrible que todos llevamos dentro. Cualquiera que sea nombrado en un cargo del gobierno, en Venezuela, o México, o Argentina en cualquier país del tercer mundo y no robara, es un pobre güebón, con el perdón de la expresión. Fue o tuvo tal cargo en tal ministerio y no se hizo rico, que imbecil!! Esa es la contra parte de la crítica tan generalizada a quienes roban. Es que resulta que el nepotismo y la corrupción todos la llevamos grabada en el ADN y pareciera que se activa apenas te ponen donde hay.

A eso yo llamo la prisión capitalista, el hombre viejo, los valores del individualismo, de la ambición, de la lujuria, del arribismo, del materialismo, del consumismo agónico al que nos sentencia el haber sido criados en la sociedad capitalista, casi sin importar la clase social de la que vengamos, robar, apropiarse de bienes y privilegios, son los espantos que se levantan en el espiritu de muchos que son funcionarios con cierto nivel de compromiso revolucionario, la trampa, el contrato, la mordida, la comisión son el inicio de lo que probablemente al final termine convirtiéndose en el mal mayor de un corrupto con boina roja, lo que igual sería decir, de un contrarrevolucionario.

Las palabras del Che que cité al comienzo de mi escrito, son sacadas de un trabajo poco difundido que se llama “El Hombre Nuevo”, el mismo nos dice que el cambio hacia el hombre nuevo será un camino difícil, que mientras existan formas capitalistas de producción será un terrible enemigo para cambiar los valores del individualismo por el valor del ser social, el valor del tener por el valor del ser.

Ahora que el PSUV se está reorganizando, pensé en todo esto luego de que unos evangélicos tocaran la puerta de mi casa, que ironía, yo que soy ateo, entendí que un revolucionario tiene el mismo deber de estos creyentes, hay que salir a evangelizar con el marxismo, el socialismo, casa a casa, puerta a puerta, hombre a hombre. La tarea de construir el hombre nuevo es tan dura y difícil. Nadie puede poner en duda la fidelidad de nuestro Presidente Comandante a sus principios, nadie dirá que el roba, aunque muchos atacan a sus funcionarios, su rectitud es lo que lo engrandece y la fragilidad moral de algunos que lo acompañan su gran debilidad, es por eso que la lucha por el hombre nuevo, incorruptible y comprometido con la forja del mundo necesario es la tarea más importante en el camino de irreversibilidad de nuestra revolución.

La Revolución debe ser en la sociedad y sus formas de producción y en nuestras conciencias y nuestra forma de ser, sólo el cambio del deber tener por el deber ser, más la abolición de las contradicciones de las clases sociales abrirán el camino a la nueva sociedad socialista.