miércoles, 8 de julio de 2009

HONDURAS: “GOLPE DE ESTADO CÌVICO-MILITAR”. SUS CONSECUENCIAS A POSTERIORI

Miguel Ángel del Pozo

El calificar el “golpe de Estado” en Honduras como un golpe tradicional latinoamericano podría ser una visión académica tradicional. Los elementos que contienen el golpe militar tienen, evidentemente, elementos de la tradición histórica de los golpes de estado en la Región: la oligarquía, los militares, los empresarios, sectores de las Iglesias, racismo, represión, lucha de clases, los muertos y desaparecidos, los “extrañados” y siga usted. En llegando hasta esos elementos del análisis, nos podríamos sentir satisfechos y soltar toda una verborrea académica, seudo-intelectual, cuasi-política, bla, bla, bla.

En ese mismo marco, ningún golpe se ha dado sin la “santa bendición” del “santo” Poder (Mûller Rojas dixit) norteamericano y, últimamente, de las derechas europeas desde aquella foto de Las Azores. Decir que a los militares al sur del rio Bravo los controla la CIA es pensar en la “unidad” de criterios en dos de los sectores de las instituciones norteamericanas y que no se presentan contradicciones entre ellas, nos referimos al Pentágono y a la CIA ¡craso error! Es posible que la CIA tenga una importante influencia en sectores de la sociedad civil en los países al sur del rio Bravo; también es cierto que los interesas norteamericanos obligan, en circunstancias muy especificas, la colaboración entre ambas instituciones como fue el traslado de prisioneros a lo largo y ancho de Europa hasta aterrizar en Guantánamo donde quienes controlan la prisión violadora de los Derechos Humanos son los militares norteamericanos. Pero en ese marco escabroso pareciera que los factores de poder dentro del golpe en Honduras serían el sector militar norteamericano (léase: Secretaria de Defensa y el Pentágono) y las derechas latino-europeas cercanas al Partido Popular Europeo; para decirlo en otras palabras mencionadas en entrevista de Patricia Villegas Marín en su programa en Telesur: “…los araguatos…”

Al mismo tiempo que se da el Golpe de Estado en Honduras y durante la envestidura del nuevo Presidente de Panamá, uno de los dignatarios presente, don Álvaro Uribe Vélez, anunció un acuerdo donde el “eje del combate al tráfico (¿control?) de estupefacientes (cocaína & otros productos no químicos) bajo los programas: Plan Colombia y Plan Mérida (Méjico), se uniría la nación del Istmo, es decir, Panamá. Se espera que en el futuro, Honduras, se incorpore a esa estructura jurídico-militar-trasnacional pues, probablemente, la droga que sea de transito por Centroamérica, necesariamente, tiene que transitar por territorio hondureño. Por otro lado, cabria la pregunta ¿Por qué mantiene el Pentágono una base militar de esa magnitud en Honduras? ¿No se ha llegado al final del camino de la llamada “Guerra Fría”? ¿Tiene el golpe de estado ocurrido en Honduras relación con el reciente triunfo de la izquierda en El Salvador? ¿Cuánto incide en el PIB de la economía norteamericana las exportaciones de toda Centroamérica a dicho mercado, por supuesto, descartando las exportaciones de cocaína, crack y heroína desde Colombia; los químicos desde Méjico plus el tráfico de armas desde el sur de los Estados Unidos de América hacia Méjico y Centroamérica y, por último, existe una relación entre las famosas bandas centroamericanas que controlan el tráfico de droga desde Centroamérica y dentro del territorio norteamericano aun y cuando estén presos en las cárceles al sur de la Unión cuando uno de sus dueños es Dick Cheney?

Lo arriba expuesto es una de las lecturas que podríamos realizar sobre el Golpe de Estado en Honduras como ejercicio intelectual. Pero hay otra lectura obligatoria y es el impacto de las nuevas políticas sociales que se vienen desarrollando en las sociedades americanas incluyendo los EEUU de América. En ese contexto, se presentan dos variables revolucionarias que, aparentemente, en conjunto tienen sus diferencias por razones históricas y de concepción del Estado. Uno es la histórica presencia de la dignidad y el ejemplo de la sociedad cubana y del Estado de Cuba con sus propias características tan diferentes a los procesos socio-políticos que se vienen desarrollando a partir de finales de la década de los años 90 del siglo XX y del siglo XXI. La otra variable, muy diversa en sus contenidos y praxis, es lo que denominamos como la “Revolución Bolivariana”. La relación entre la Revolución Cubana y la Revolución Bolivariana se sustenta, entre otras realidades, en el rescate de la dignidad de los pueblos americanos que, históricamente, han estado subyugados bien por las presencias de los Imperios e imperialismos europeos para, posteriormente, ejercerla los diferentes Gobiernos norteamericanos con su “dominio” (“América para los americanos”) sobre los gobiernos nacionales al sur del rio Bravo.

Hasta ahí no habría problemas para el “Poder” norteamericano ya que, en contrapartida, las derechas internacionales asumieron el control de los medios de comunicación que les ha permitido y les sigue permitiendo trasmitir, permanentemente, el “bloque de ideas” (ideología) con el cual se sustenta el “capitalismo en su fase neoliberal” y, por ahora, en su fase post-neoliberal o lo que hemos denominado como “capitalismo Globalizado post-Imperialista” (reingeniería del capitalismo).

Las propuestas y ejecutorias propias de las políticas bolivarianas, nos referimos, concretamente, a los programas contenidos en el ALBA, PetroCaribe, la expansión de las ayudas contenidas en los programas médicos y educativos con franco apoyo de Cuba, la aparición, consolidación y el proceso de consolidación de grupos regionales como SICA, CARICOM, Grupo de Rio y, particularmente, UNASUR que representan un “conjunto” de elementos matemáticos con su propio desarrollo dentro de un marco de igualdad, solidaridad, respeto, colaboración, ayuda sin prejuicios ni exigencias, por nombrar. Ese “conjunto” mencionado contraviene las propuestas impuestas desde Washington por el “Poder” desde la Doctrina Monroe; nos referimos a las ejecutorias político-militares (golpes de Estado con asesinatos), organizaciones regionales inoperantes y aduladoras ya conocidas, créditos condicionados, y, como arriba mencionamos, patrones de conducta consumista inducida a través de los medios de comunicación muy bien elaboradas.

En última instancia, ambas propuestas, la antigua y obsoleta de los EEUU de América, y las nuevas y novedosas y revolucionarias propuestas desde los gobernantes, pueblos y sociedades americanas, necesariamente, tenían que entrar en profunda contradicción. Podríamos señalar, laxatus curis, que eran necesarias dichas manifestaciones de las contradicciones para que las sociedades y sus gobernantes asumieran las responsabilidades históricas que habían decidido transitar (debemos manifestar que las recurrentes consecuencias humanas manifestadas en esas confrontaciones, deben ser denunciadas y juzgadas). De conocido son los acontecimientos históricos que se desarrollaron en Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador, por mencionar. Pero lo que resulta importante destacar ha sido que a pesar de las acciones de las derechas nacionales, continentales e internacionales, las Revoluciones Cubana y Bolivariana han salido fortalecidas de tamañas y dramáticas experiencias. Ello no significa que las derechas “tiren la toalla” y asuman sus fracasos; pensarlo sería naîve.

Por tanto ¿Qué y cuáles han sido los “objetivos-objetivo” del “Golpe de Estado” en Honduras? Arriba mencionamos los colaterales a los cuales se podrían adicionarle otra serie de ellos según los análisis académicos, políticos y militares que se le apliquen a dicho acontecimiento. Lo burdo del golpe nos obliga pensar que o las derechas no tienen imaginación; que no han aprendido de sus pasados fracasos; que los sistemas de inteligencia político-militar de las derechas están en profunda crisis; que no aplicaron para el análisis socio-político aquellas matrices marxistas que siempre funcionan; que realmente, hay un objetivo estratégico en el golpe y el golpe, per se, ha sido una movida táctica. Si ello es así, las derechas nacionales e internacionales, le han faltado el respeto a toda la sociedad hondureña y a la inteligencia de los pueblos americanos.

Regresemos a nuestras ideas. Al despertar los pueblos americanos, al sentir que las dignidades históricas de antepasados regresan al presente, al vivir los beneficios sociales que les habían sido negados, al poder conocer a través de la lectura las referencias propias con otros pueblos americanos, cuando saben y viven las soluciones de salud y vista, cuando, en última instancia, la vida propia y de la sociedad en su conjunto tienen un verdadero sentido de vida y cuando se organizan y/o pueden hacerlo en sociedades productivas, limitadas y amplias, y que la distribución tiene un sentido diferente al contenido en el sistema capitalista; ese conjunto de variables producen una verdadera y profunda revolución; es decir, el sistema capitalista sustenta sus realidades en la explotación del trabajo; en el usufructo de la plusvalía; en la confrontación entre los diferentes sectores de la sociedad por medios sustentados, generalmente, en el racismo, el consumismo frustrado de las clases desposeídas, en la alienación, en el “miedo” infundado desde los centros de poder hacia los miembros de las sociedades y en una ideología de fantasía no terrenal que obliga al “ser social” al sacrificio extremo en función de una vida posterior paradisiaca.

Esa ideología y su praxis del capitalismo entraron en profunda crisis estructural en los nuevos tiempos con la Revolución Bolivariana. ¿Qué significan esas crisis?

delpozo14@gmail.com