lunes, 29 de octubre de 2012

HÁBLANOS HOY ALÍ… DE TÍ!!!




Dialogo imaginario con Ali
¿Sobre quién fui?

Pues un comunista común y corriente, que sabía que lo primero, para ser gallo, ñángara, de izquierda, además de restearse con el pueblo, debía ver como pueblo y aprender a pensar como pueblo, consciente. Que para eso eran, además de mi provenir humilde, las archiconocidas células y los círculos de estudio. Un comunista, un socialista, un revolucionario auténtico, que aprendió los secretos del pensamiento dialéctico.

Lo demás eran las inquietudes o los conformismos del sentido común de quienes pertenecen a la masa, a la base que no va más allá, que no discute, que carece de precisiones, y eso es lo natural.

Y a ellos me dirigí.

Les canté como nadie y supe lo que era eso. Por ello, la advertencia intuitivamente espléndida, que nos permite enfocar la creación lírica, poética y sus vertientes filosóficas, necesarias para ir en pos de las ideas concretas, todos con posibilidades de pensar sin tabúes y de precisar bien puntos de vista para interpretar las cosas, desde los zapatos de cada quien.

Un ensamblaje sobre mi vida, desde mi infancia, de mis tiempos de estudiante de parranda por la entrañable "Tierra de Nadie" y aquellos mitínes de José Vicente Rangel, que ya anunciaban estos tiempos bolivarianos, se está elaborando. Desde entonces, hace ya tantos años, avistaba cómo sería éste presente; como Hugo Chávez, Fidel, Daniel Ortega, como lo supo el Che…

Todos ellos pensadores, como yo, formados en el materialismo histórico.

Si. Eso me hizo un visionario que le cantó a los oprimidos; el ideal presente en la Revolución Bolivariana. Y ahora es cuando entonces hay Alí Primera para rato…

Mi centro de trabajo fue el alineamiento con los humildes: El pueblo, donde me encuentro, donde están las masas. Con el cargo que hoy ocupo… de cantor popular.

Analizar mi dimensión poética, literaria, social, política, humana y comunicativa; los nutrientes de mi obra, las ramificaciones de la misma, la herencia legada al pueblo que me mantiene vivo, se sintetiza en una de mis sentencias:

"La patria es el hombre"

Me verán sembrado en ambos.

Y de nuevo, en estos tiempos nuevos, donde todo está por descubrir y redescubrir. Que bueno debatir entre mis cantares sobre el pensamiento socialista del siglo 21, desde la vida que se vive en el pueblo llano.


Y para comenzar, sostengo lo que siempre mantengo en alto sobre la ignorancia… "La inocencia no mata al pueblo, pero tampoco lo salva, lo salvará su conciencia y en eso me apuesto el alma…"

Cuando en mi canción digo:
YO NO SÉ FILOSOFAR

Usté me perdona don
yo no se filosofar
pero lo que me sobra
me basta para pensar
que me tiene jorobao
ya de tanto trabajar
usté me perdona don
yo no se filosofar.

Yo soy quien levanta el sol
yo soy quien acuesta el sol
yo lo soporto en el lomo
pá que usté viva mejor
usté me perdona don
yo no se filosofar.

Trabajar y trabajar
y no me alcanza ni pa´l sudor
de tanto tragar el humo
tengo humo en el corazón
usté me perdona don
y su alta saciedad
yo me voy con los muchachos
carajo a hacer la revolución
usté me perdona don
yo no se filosofar.

Yo soy quien levanta el sol
yo soy quien acuesta el sol
yo lo soporto en el lomo
pá que usté viva mejor
usté me perdona don
yo no se filosofar.

Trabajar y trabajar
y no me alcanza ni pa´l sudor
de tanto tragar el humo
tengo humo en el corazón
usté me perdona don
y su alta saciedad
yo me voy con los muchachos
carajo a hacer la revolución
usté me perdona don
yo no se filosofar.


Cuando digo esas verdades, no soy yo —Alí Primera— quien lo dice, sino un personaje que interpreto entre tantos en mis composiciones.

Hay quienes no tienen oportunidad de prepararse, por miles de razones que alienan a los pobres. Pero yo, que fuí pobre, luché y me preparé para el combate de las ideas.

Por ello también hice mía la canción de Violeta Parra:
LOS ESTUDIANTES

¡Que vivan los estudiantes,
jardín de las alegrías!
Son aves que no se asustan
de animal ni policía,
Y no le asustan las balas
ni el ladrar de la jauría.
Caramba y zamba la cosa.

¡Que viva la astronomía!

¡Que vivan los estudiantes
que rugen como los vientos
cuando les meten al oído
sotanas o regimientos.
Pajarillos libertarios,
igual que los elementos.
Caramba y zamba la cosa.

¡Vivan los experimentos!

Me gustan los estudiantes
porque son la levadura
del pan que saldrá del horno
con toda su sabrosura,
para la boca del pobre
que come con amargura.
Caramba y zamba la cosa.

¡Viva la literatura!

Me gustan los estudiantes
porque levantan el pecho
cuando le dicen harina
sabiéndose que es afrecho,
Y no hacen el sordomudo
cuando se presenta el hecho.
Caramba y zamba la cosa.

¡El código del derecho!

Me gustan los estudiantes
que marchan sobre la ruina.
Con las banderas en alto
va toda la estudiantina:
son químicos y doctores,
cirujanos y dentistas.
Caramba y zamba la cosa.

¡Vivan los especialistas!

Me gustan los estudiantes
que van al laboratorio,
descubren lo que se esconde
adentro del confesorio.
Ya tienen un gran carrito
que llegó hasta el Purgatorio
Caramba y zamba la cosa.

¡Los libros explicatorios!

Me gustan los estudiantes
que con muy clara elocuencia
a la bolsa negra sacra
bajaron las indulgencias.
Porque, ¿hasta cuándo nos dura
señores, la penitencia?
Caramba y zamba la cosa.

¡Qué viva toda la ciencia!


¿Quién fuí y soy entonces?

Un militante que escribía y que luego cantaba sus canciones. Lo nuevo siempre ha sido prepararse para combatir y resistir en todos los ámbitos. Sin dejar de lado la “poesía de uso”, que dice Ernesto Cardenal, que es historia puesta al servicio de los sagrados instrumentos de lucha.

Fui y soy un trovador de origen falconiano. Nací en Punto Fijo el 31 de Octubre de 1941. Hoy tendría 66 años.

Fuí Bautizado como Alí Rafael Primera Rosell por mis padres, Rafael Primera y Carmen Adela Rossell.

Por allá lejos me tocó andar de niño con el torso desnudo al viento, al lado de una numerosa familia que no se detuvo con la muerte mi padre: un funcionario policíal, que al ser atacado por un prófugo de la cárcel de Coro, murió en medio de un tiroteo, en 1943.

Nos fuimos entonces a San José de Cocodite, donde mi hermano Asisclo comenzó a trabajar como officeboy en la trasnacional Creole Petroleum y luego entró al servicio militar. Al regresar Monche de Caracas nos inscribió a mí y a Héctor en la escuela Raúl Lugo.

Vivimos luego en Caja de Agua, donde terminé la primaria en el grupo escolar Alejandro Ibarra a los once años. Regresamos a San José a un conuco, donde aprendí a sembrar junto con Monche, el Tío Juan y Héctor Bagüeuto. Recuerdo que me quedaba, oyendo en una de las esquinas de la calle Corea, a Pedro Moreno con su cuatro y a Pedro Padilla en la guitarra.

Por ese tiempo, Asisclo consiguió una casa en el campo del Junior Staff de la Creole en Las Piedras y además trabajaba en el comando militar donde Hector y yo aprendimos de limpieza de cocinas, servir comida y regar jardines, y también fuimos limpiabotas.

En ese tiempo conocí a Raúl "Caburito" Quintero mi amigo de siempre; ya desde los inicios de la adolescencia la amistad fue fundamental. Recuerdo a la familia Reyes que me quiso como a un hijo. A los catorce años comencé a interpretar canciones románticas en las tertulias con amigos pescadores entre ellos Juan Bariaca, Tulio Guariato, Bolivita y el viejo Mingan, mientras veía pasar volantes contra la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. En ese tiempo a Héctor y a mí nos pusieron a boxear en un bar llamado el "Pico y Palma".

En 1956 me vine a la capital, donde me inscribí en el liceo Caracas para sacar el bachillerato. En segundo año, en pleno 1958, año del derrocamiento del dictador, andaba ya con una boina roja, participando en las acciones estudiantiles de la guerrilla urbana con la Juventud Comunista. Son los inicios de la Revolución Cubana, triunfan Fidel, el Che y Cienfuegos que reafirman las esperanzas de los partidos comunistas en Latinoamérica.

En 1959 me inscribí en el PCV como militante orgánico. Y culminé el bachillerato en 1961. Ese año ingresé a la Universidad Central, para estudiar Ingeniería Química en la Facultad de Ciencias. A lo largo de mi carrera universitaria, por los patios del alma mater fui un asíduo visitante de "La Tierra de Nadie", donde las tertulias terminaban las más de las veces, tocando serenatas bajo los balcones de las residencias femeninas.

En esos predios me di cuenta de mi vocación como compositor a tiempo completo, aprovechando las noches y ratos libres para darle rienda al canto con compañeros de clases y amigos que se sumaban, cuatro o guitarra en mano y algún otro improvisado instrumento, para acompañar las sesiones con piezas de los Torrealberos, cuando aún no había descubierto el caudal de mi capacidad creadora.

Los comunistas no ocultábamos el rostro, ni para hacer ni para decir verdades, este carácter formaba parte del pensamiento que iba aprendiendo dentro del Partido Comunista en la formación de una conciencia social digna para dar la batalla, voluntad que durante el gobierno de Raúl Leoni, me me llevó hasta la detención por agitador en una manifestación por la que fue allanada la UCV en 1967.

En el calabozo de la Digepol, un rayo de luz del talento, despuntó en mis fibras y comenzó a brotarme esa poesía que rapidito agarró música, convirtiéndoseme en una canción a la que puse por nombre "Humanidad". De ese calabozo, salí fraguado como un trovador que no pararía de escribir y componer. “Humanidad” fue el punto de partida de mi práctica musical, entendida como compromiso con el proceso revolucionario.

Cuando me dí cuenta las posibilidades de la canción estando preso en la Digepol; vi que comunicaba algo más que la mera diversión o el simple pasar el rato; que la canción podía influir de otra manera en el carácter de la gente: que con una canción podía expresar una respuesta al por qué estábamos presos, y por qué resistíamos…

Todo hombre o mujer que emerge como cantor, vinculado ideológicamente a un partido o a una tendencia revolucionaria, debe luchar por apartar la dependencia que surge entre su trabajo cultural y la doctrina partidista. Eso lo viví, hasta el punto de que no podía realizar un trabajo si éste no expresaba la línea partidista.

Eso hacía que la canción viniera del partido, pero que no llegara hasta donde debía llegar, por lo cual concluí que la canción ha de venir esencialmente del pueblo, pero del pueblo que hace su voz a diario, cotidianamente, en cualquier sitio…

No sé cuántas veces algunos de nosotros habremos estado en el primer lugar en algunas emisoras. Lo que en verdad es importante es que, a pesar de estar allí, siempre hemos estado abajo, y no por ser marginales o clandestinos. Y cuando digo ‘abajo’ me refiero a que nos hemos mantenido donde nuestra canción tiene su razón de existir, de ser, de funcionar. Nuestra canción no es de una capa o sector de la población, rompe las distancias, no es estudiantil, no es del campesinado, no es de intelectuales; tiene algo de cada uno de nosotros, tiene un aporte porque, al ser la canción del hombre y la mujer que existen antes que el pueblo, ella ha tomado algo de cada uno de nosotros.

Hemos perseverado en una forma de componer la canción, en una forma de expresarla, y hablo de nosotros, porque lo que yo canto tiene cosas de la canción de Gloria Martín, de la canción de Lilia Vera, de la canción que Soledad Bravo trajo del Sur, de los Guaraguao, del grupo Ahora, y voy más allá… de la canción de don Pío Alvarado, de Luís Mariano Rivera…

Cuando me he sentido tanto agredido como estimulado, he respondido con canciones que además siempre hemos hecho deslastradas de un ambiente de amargura. Cuando Gloria canta una canción sobre Jorge Rodríguez, no es para el sepelio de Jorge; la hace para señalar lo que ha pasado, pero también para plantear que la gente siga. Eso es también parte del canto: no hacer elegías para llorar al hombre, sino una canción para secarnos las lágrimas y seguir, profundamente ganados por ese hombre…

Ese año 1967, en un vuelo a Mérida, invitado a participar en el Festival de la Canción de Protesta en el auditorio de la Universidad de Los Andes, compuse la segunda de mis canciones más emblemáticas: "No basta rezar". Y en un artículo publicado: “No se puede ser cómplice de la alienación del pueblo”, resumí la trayectoria mi compromiso social.

Luego del allanamiento de la universidad, opté por un tipo de canción de agitación política. "Humanidad" y "No basta rezar" me habían proyectado, y al año siguiente 1968, alcancé a grabar dos discos de larga duración auspiciados por el Partido Comunista: "Vamos, gente de mi tierra" y "Canciones de protesta", que fueron editados en 1969.

En mi primer disco, "Vamos gente de mi tierra", incluí la pieza "Quiero que me entiendan, quiero que me escuchen", donde ratificaba el compromiso diario:
Quiero que me entiendan
quiero que me escuchen
que mi canto no se pierda
espero que luchen…


Al poco tiempo, entre los sectores más necesitados de la sociedad comenzó la gente a identificarse con mi canto, y por el radicalismo de los temas que estaba difundiendo, empecé a padecer el rigor del veto en la mayoría de las radioemisoras, que no deseaban correr el riesgo de difundir mis canciones y ser cerradas por el gobierno. Las casas disqueras comenzaron también a cerrarme las puertas.

Mi posición en relación con los medios de comunicación fue, la de no cantar sino para los hombres y mujeres que, como yo, andan por la calle con su lenguaje propio. Ser espejo de esa gente era mi mayor preocupación. Desde entonces, dentro de la cultura popular de mi patria, siempre traté de desarrollar un trabajo sincero, coherente, vital... en un compromiso diario.

Mi actitud y mi acción a través del canto, se vieron reforzadas ese año de 1968, cuando el PCV me otorgó una beca para proseguir estudios en Rumania. Desde 1969 en Bucarest, comencé a especializarme en Tecnología del Petróleo. En Europa el mundo se me hacía chiquito entre los latinoamericanos. Lavaba platos por no vender mi canto y a veces lograba cantar en lugares donde realmente respetaban mis canciones...

Durante mi estancia en Bucarest, al año siguiente me presenté y di entrevistas en emisoras de radio y televisión, tanto de Rumania como de Bratislavia. Y en 1971 en la República Democrática Alemana (RDA), Radio Praga y TV, y Checoeslovaquia. Ese año, el PCV editó un disco 45 rpm con mi pieza “Guerra larga”, una verdadera rareza hemerográfica, muy poco referida en mis biografías.

A comienzos de 1972 visité la RDA para participar en el Festival de la Canción Política. A mi regreso, faltando poco para finalizar mi tesis de grado, le escribí a mi vieja, diciéndole que yo no quería vivir sometido a la explotación de las trasnacionales petroleras, y acto seguido me fuí a vivir a Suecia.

En Estocolmo conocí a Tarja Osenis, con quien tuve dos hijas: María Fernanda y María Angela. Ese año también di recitales en Checoslovaquia.

En 1973 estuve en Dinamarca y volví a la RDA, donde grabé "Canciones del tercer mundo por un solo mundo", producido por la firma Verlag Plane. En esas composiciones logré expresar el sufrimiento de mi nación desgastada por la pobreza en la desigualdad social. De Alemania seguí rumbo a Polonia y Rusia donde canté en Radio Moscú y en Sochi.

A finales de 1973, después de cuatro años, regresé a Venezuela con una visión y la imaginación dispuesta a fraguar la utopía en las circunstancias políticas por venir, influyendo con mi canción en los distintos movimientos y tendencias de izquierda que pugnaban frente al sistema controlado por el "Pacto de Punto" Fijo.

Compuse entonces "Techos de Cartón" cuyo título origina fue "Casas de Cartón", uno de mis más celebrados acontecimientos discográficos que, pese a los tapujos de la radio y de los medios en general, se convirtió con el tiempo en un himno para la lucha de la gente de los cerros y para la humanidad de la calle. Muchas de mis piezas, fueron verdaderos acontecimientos dentro del sentimiento colectivo que se apoderaba de ellas, desandándolas de pueblo en pueblo al comprender que allí estaba la verdad que otros medios y otras voces no se atrevían a revelar.

A raíz de ese control en los medios por los sectores políticos, decidí que, sólo teniendo un sello disquero propio, encontraría vía alterna para seguir difundiendo mis composiciones; así fundé "Cigarrón", combinado con la empresa la discográfica "Promus", para su mercadeo y distribución.

A todas estas, mi ingreso pleno al mundo de la política tuvo lugar como consecuencia del deslinde ideológico en el Partido Comunista, que dio origen al MAS (el Movimiento al Socialismo) del cual fuí uno de los fundadores, trabajando y acompañando, durante su primera campaña electoral a José Vicente Rangel, hasta el cierre de su campaña pautada para noviembre de 1973 en la Plaza El Cónsul de La Guaira.

Desde 1973 hasta la fecha de mi muerte, grabé trece discos de larga duración y participé en numerosos festivales internacionales. Para ese entonces, figuraba como uno de los trovadores conocidos, no sólo de Venezuela, sino en el continente latinoamericano.

"Techos de Cartón" fue versionada por cantantes como Soledad Bravo, Guanaguá, y el cantautor mexicano Marco Antonio Solís. Entre mis composiciones más conocidas entonces están:"Paraguaná", "Paraguanera", "José Leonardo", "Cruz Salmerón Acosta", dedicada al poeta venezolano: "Reverón" a la memoria de nuestro pintor; "Flora y Ceferino" y "Canción mansa para un pueblo bravo", que fue el tema musical de la película que lleva el mismo nombre.

Acostumbraba a presentarme en las fábricas, en los liceos, en los sindicatos y frecuentaba el Aula Magna de la Universidad Central, mi entrañable casa de estudios. Siempre mantuve un exigente nivel de interpretación y me caracterizaba una intuición aguda, sin dejar de lado una buena dosis de audacia, para componer piezas líricas y melodías que en su esencia fuesen un llamado al combate, a la lucha popular. Y así, mi canto se multiplicó por la defensa de la propia humanidad.

En 1974 la empresa disquera Promus editó los discos "Lo primero de Alí Primera", "Adiós en dolor mayor" y "Canción para los valientes".

Hasta 1975 milité en el Movimiento al Socialismo. Ese año, desde mi sello disquero "Cigarrón", produje "La Patria es el hombre". Y en 1976 "Canción mansa para un pueblo bravo".

En 1977 visité el Canal 4 de Quito en Ecuador y viajé a Italia para grabar discos. De nuevo en mi estudio de grabaciones, produje "Cuando nombro la poesía". Y ese año, en Barquisimeto, conocí a una mujer hermosa, Sol Musset, quien se presentaba en el festival "Los Venezolanos Primero" y venía de ganar el concurso de La Voz Liceista. Me casé con ella y además de mis dos hijas nacidas durante mi estadía en Suecia, residentes en Canadá, tuve cinco hijos más: Sandino, Jorge, Servando, Florentino y Juan Simón.

Aquí debo añadir algo más, en cuanto a Servando y Florentino. Nada puedo criticarles de sus interpretaciones o de sus posiciones políticas, por cuanto dejé de existir como ser de carne y huesos, y como padre. Si algo he de decirles es que, hoy por hoy, yo formo parte de la cultura musical como un símbolo inspirador de la canción necesaria… Necesaria.

El 16 de noviembre de 1977 entre mis actividades, confirmé mi aceptación a la invitación cursada por la Casa de La Américas en Cuba, informándoles que iría con mi músico acompañante, Emiro Delfín Grasteroll y que luego viajaría vía Panamá el 16 de diciembre, haciendo coincidir mi viaje con la quinta edición de la Jornada de la Canción Política a realizar en la Habana en el mes de noviembre.

Al fijar el itinerario del traslado les manifesté, como interés fundamental de mi visita, actuar en la Escuela Lenin, establecer contactos con Radio Habana Cuba y entregarle cintas a la institución para hacer un disco. Estas actividades se incluyeron, poniendo énfasis especial en mi encuentro con la gente del pueblo, los trabajadores manuales, los estudiantes y los jóvenes, y en particular con los creadores, entre los que se destacaron poetas y músicos pertenecientes al pujante Movimiento de la Nueva Trova.

Pablo Milanés, Eduardo (arreglista de Pablo), Alberto Aranguibel, alguien que no recuerdo, yo y mi mujer querida, Sol Musset.

Los cubanos tuvieron el cuidado de concentrar mis presentaciones en la inauguración del evento de la canción política y en un recital en la sede de Casa de las Américas, y que mis actuaciones quedasen registradas en cintas magnetofónicas y videos, con mi participación en la radio, la televisión, y en el ICAIC, donde fui grabado para una de las ediciones del Noticiero Latinoamericano de cine.

El resto de mis días estuvieron destinados a las luchas por el pueblo, al canto por las masas y a expresar mi solidaridad para con la lucha de La Patria Buena.

Así fueron reapareciendo más y muevas canciones: "Canción para los valientes", "Adiós en dolor mayor", "Canción mansa para un pueblo bravo", que fue motivo para la película del mismo nombre, aclamada por los jóvenes venezolanos en la década de los 70

"La patria es el hombre", "Los dos pichones morenos", "Paraguaná", "La canción bolivariana", "La soga", "El gallo pinto", "Tin Marín", "Cuando nombro la poesía", "Al derecho derechito", "Abrebecha", "Coquivacoa", "Sangueo para el regreso", "El sombrero azul", "Flora y Ceferino", "Abran la puerta", "Caña clara y tambor", "La canción caliente", "La canción del lunerito", y tantas otras que comenzaron a influir en todo el movimiento social y político de la juventud de los años 70 y 80, y contribuyó al surgimiento de individualidades y nuevas agrupaciones musicales que apostaban a una razón de hacer política alternativa, sin importar jugarse la vida: Los Guaraguaos, La Chiche Manaure, el “gordo” Páez, “Goyito” Yépez, Carlos Ruiz, Grupo Ahora, Grupo Madera, produciendo un intercambio casi tácito con otras agrupaciones y cantores populares de América Latina.

Y con el correr de los años las persecuciones se multiplicaron, los atentados eran más frecuentes; la amenaza que significaban las ideas en mi cantar, para las cúpulas oligárquicas del sistema se volvieron cada vez más temerarias y amenazantes.

A finales de 1984, detonó en mi apartamento una bomba lacrimogena, que constituyó un atentado, no solo contra mi persona, sino contra toda mi familia. Cualquiera puede imaginar la mostruosidad quienes la colocaron en un espacio cerrado, con niños hasta de cuatro meses.

En la madrugada del 16 de febrero de 1985, desde la cabina de YVKE Mundial, el programa de la medianoche Lil Barceló despedía a los capitalinos que iban saliendo a disfrutar del carnaval, cuando empezaron las llamadas, de voces distintas, de tonos distintos, de dolor distinto, que no pedían un tema musical para salir de vacaciones, sino compartir un dolor ante la trágica noticia: "Le aseguro que se trata de la camioneta de Alí, acabo de pasar por allí, seguro que es Alí, dígalo...". "Aló señorita, llame a la policía, a Tránsito, se acaba de estrellar una camioneta en la autopista hacia Coche, y el conductor es Alí Primera, seguro señorita...". Y en aquel tiempo sin celulares, llamaba la atención las llamadas sin fin desde casetas públicas, desafiando la madrugada. Pero las noticias se confirman, y es mejor perder el tubazo que la credibilidad.

A las 5 de la mañana de aquel infausto 16 de febrero, la noticia fue confirmada por mis familiares. Yo había fallecido como consecuencia de las heridas en ese accidente de tránsito del que todavía muchos tienen dudas.

Tenía apenas 43 años de edad al caer como víctima de un accidente automovilístico ocurrido en la autopista Valle-Coche, cuando me dirigía a mi apartamente en el edificio Arguaney de la urbanización El Valle. Mi muerte envolvió de luto al pueblo y llegó a sembrar dudas como posible consecuencia de un vil atentado. La causa tal vez nunca podrá comprobarse.

No fue policialmente comprobado mi posible asesinato. Sin embargo, no deja de haber indicios: Cuando me retiraron el veto en los medios, comencé a recibir amenazas, porque mi voz se escuchaba mucho más, y nunca tuve pelos en la lengua, ni me tembló el pulso para expresar lo que sentía contra los miembros de la alta dirigencia política.

El automovil quedó tan destrozado, que no se pudo demostrar si hubo o no saboteo. Quienes me conocían reafirmaron al mundo que yo nunca manejé ebrio, lo cual descalifica la presunta causa del accidente, como se rumoreó, por causa del alcohol. Mi familiares y amigos más cercanos no dudan que el accidente no fue tan natural como muchos lo han dicho por ahí.

Hugo Chávez se enteró de mi muerte bien temprano, mientras se encontraba en casa de uno de sus compañeros de armas y miembros del movimiento revolucionario que en 1985 se gestaba dentro de la Fuerza Armada Nacional. Tomaba el primer café, cuando escuchó la noticia, que lo dejó conmovido. “Día trágico…" dijo para sí, y salió al patio conmocionado a darle la noticia infausta a sus compañeros capitanes del Movimiento Bolivariano. Ese día pasaron horas, cantando mis canciones y llorando mi pérdida.

La historia contará quién fue el que verdaderamente me quitó el aliento de vida. Sin embargo queda mi voz, con más fuerza, multiplicando la herencia, del “panita”, como identificaba a los que sentía que eran mis amigos. No he muerto, es sólo cambió de paisaje.

Antes de mi fallecimiento, yo había emprendido, a finales de 1984, un nuevo proyecto discográfico en el que combinaba los temas siempre presentes en mis composiciones con ritmos que antes no había experimentado; entre ellos, la gaita zuliana.

En las pistas grabadas por mí, solo alcancé a poner mi voz en cuatro de ellas. Al momento del accidente, venía de una sesión de grabación. Y semanas después, mi hermano, José, también cantante, músico y compositor, se ocupó de culminar el proyecto, acompañado por sus sobrinos. El álbum, denominado "Por Si No Lo Sabía", tuvo cierto éxito en ese momento y fue el primero y único que se haya promocionado en la televisión, medio en el cual jamás quise actuar.

Al año siguiente, mi empresa disquera "Cigarrón" acordó editar el álbum "Alí ¡En Vivo!", un trabajo grabado pocos años antes, en el Auditorio Magdalena Seijas, del Instituto Universitario Pedagógico de Barquisimeto. La presentación, en la cual se incluyó mi versión del "Gloria Al Bravo Pueblo", fue realizada para celebrar el aniversario de un programa radial de música de protesta latinoamericana.

16 de Febrero de 2005, mi obra artística fue declarada patrimonio de Venezuela por la Asamblea Nacional en sesión plenaria. Un acuerdo de todas las bancadas legislativas le dio carácter unánime y permitió que se constituyera una comisión que recopilara y difundiera mi producción en conmemoración de los 20 años de mi fallecimiento.

De todas maneras, nunca faltan las acciones teñidas por los intereses, y la realidad es que los derechos de mis discos ya habián sido cedidos años atrás, a la extinta disquera venezolana "Top Hits" y posteriormente fueron adquiridos por la disquera mexicana "Balboa Records". Nada más alejado de mí que la comercialización de mi música como producto mercantil, y eso debería respetarse. Menos mal que quien quiera mis discos los encuentra pirateados en los puestos callejeros de los buhoneros y de ventas a los estudiantes por los pasillos universitarios o se los baja toditos por Internet sin pagar un centavo.

Dos estudiosos de mi biografía, Jesus Franquis y Andrés Castillo, han coincidido en que, aun cuando mi obra está considerada dentro de la llamada 'canción protesta', que floreció y dio sus frutos durante la década 1970-80, yo siempre insistí en denominarla 'la canción necesaria'. Y esto no debe perderse de vista al estudiar mi vida y mi obra.

Una vez dije en una entrevista: "Nuestro canto no es de protesta, porque no hacemos una canción por malcriadez. No la tomamos para encumbrarnos ni para hacernos millonarios; es una canción necesaria".

Y agregué también: "Cada día nos motiva a hacerla más profunda, pues un hombre armado de una canción y una poesía humana, es un hombre desarmado para la envidia y para ser un hombre malo".

En realidad, yo nunca canté porque existe la miseria, sino porque existe la posibilidad de borrarla, de erradicarla de la faz de la tierra.

Se me ha considerado alma del pueblo latinoamericano y guía para la revolución, basada en el cantar, la poesía y las acciones, como dice mi canción: "no basta rezar", "pero nos dice la historia que sin acción no se avanza". "A veces pienso que todo el pueblo es un muchacho que va corriendo tras la esperanza que se le va, la sangre joven y el sueño viejo, pero dejando de ser pendejos esa esperanza será verdad".

Difícilmente se sacará del ejemplo que pueda significar mi vida, que fui un pata en el suelo y que dejé de serlo, sin olvidar mis raíces y mi deber.

Difícilmente al comunista que fui y al socialista del nuevo tiempo que represento, se le podría llamar carente de ideas y de un filosofar porque siempre fui un pensador de ides revolucionarias.

Difícilmente al cosmopolíta que fuí se le podría negar su competencia honesta en el mundo de los empresarios y del mercado, y más difícil sería pensar que no fui un musíco con un conocimiento del arte y de las técnicas de la electrónica que me mantienen al oído de mi pueblo.

Y fuí llenando con flores mi fusil de poemas y afiné la puntería del canto contra las bestias. Fuí sumando corazones para vencer madrigueras al llenarme los rumores del volantín cuando vuela. Yo amarré los recuerdos al árbol de la noche y fuí en busca del sol...

También dije un día: La inocencia no mata al pueblo, pero tampoco lo salva, lo salvará su conciencia y en eso me apuesto el alma.

Que mi canto no se pierda. Canción a canción, lucha a lucha iremos formando la canción que cante al pueblo que nos ha cantado siempre. Mientras tanto, demos nuestras manos y voces para que el corazón de los hombres que andan en su propia búsqueda no se caiga en el camino hacia la definitiva barricada.

Toma tu guitarra. Empuña tu conciencia y canta. Apunta tu compromiso contra quienes hacen que exista gente de nuestro pueblo viviendo solo un poquito mejor que los animales (del toro de lidia no hablemos, aunque su muerte es mas vistosa). "No cantar es perdernos" escribió un poeta amigo, hace millones de balas.

Sospechando que algunas canciones de las "nuevas" se puedan detener en una mera "reflexión epidérmica. Habrá que "armar" nuestras canciones con nuestra propia conducta. No con frases rebuscadas. Caer en la poetización pretenciosa es perdernos. La militancia dentro de la canción es militar en el trabajo

Para evaluar la madurez de mi pensamiento político en relación con el arte y el papel del artista en su proyección con las masas, resultan importantes las declaraciones que ofrecí a la prensa cubana: «Yo creo que la militancia dentro de la canción, de la que hablaron Víctor Jara y Daniel Viglieti, no es la de militar en un partido revolucionario.

Se trata de militar en el trabajo, de saber cómo es de difícil el trabajo en el barrio: al comienzo, la gente puede ser que rechace la canción, porque es tal su alienación que tal vez haya un acomodo a las injusticias, que tal vez haya un rechazo y hasta te digan algo que pueda ser hiriente…». Me detengo en esto para formular el arte de la voluntad y el empecinamiento que debe desplegar el artista para convencer y arrastrar a las multitudes en su papel de desalienante: La militancia consiste en insistir en esto, porque la insistencia es lo que implica el trabajo revolucionario.

Esta visita me reafirma en mis convicciones, me hace tener fe en el futuro. En una ocasión dije ―y ahora lo puedo repetir― que en Cuba abunda algo que es difícil de alcanzar: la dignidad».

La canción necesaria

En mi propia voz, en la de los demás, en los altoparlantes, en los actos populares y culturales, estuve allí, con mi poesía, enarbolando las banderas necesarias para lanzarme a la lucha revolucionaria, transformadora y sostenida, que despierta y hoy se multiplica, con sus mismos enemigos en la acera de enfrente, pero con muchos más amigos de este lado, del nuevo día, donde huele a flores de dignidad, donde florecen las trinitarias y siempre hay muchachas bonitas como la libertad, que nacen de la conciencia y la moral como un retoño en pleno pecho de la “patria buena”.

Yo siempre exalté, y rendí homenaje, elevé el espíritu popular y fustigué a los bachacos fundillúos, que sólo quieren la esperanza para ellos solos y que se roban a ellos mismos, creyendo que son más humanos que los humanos, y porque amasan más odio y temor en sus entrañas, creen que tienen más derechos que los demás, que tienen más leyes que los ciudadanos pobres y que piensan que, de cabo a rabo, la Constitución y las leyes universales deberían estar redactadas a su antojo, sin darse cuenta de su propia constitución moral y ética de su persona. Lo sabía y lo canté:
No es importante el ropaje
sino distinguir a fondo
los que van comiendo dioses
y defecando demonios


Y dije: “Mi capacidad como cantor reside en poder interpretar a mi pueblo. Yo busco un encuentro vital con el hombre, una actitud ante el canto que haga que el hombre que me escucha se sienta identificado con el mensaje. Por eso son ellos, la gente del pueblo, la que llena los auditorios, y no Alí”.

A través de mi Zobeyda, la muñequera, le canté a la alborada humana venezolana” masacrada en Cantaura, aunque siempre sostuve que “la mejor canción contra la muerte es hacer una canción por la vida. Me gusta más plantear la muerte como un cambio de paisaje...

Los capitalinos, como electrizados al ir escuchando la noticia de mi muerte, difundida por la radio (porque en la televisión no me querían) se fueron devolviendo y todos supieron a dónde ir: A la Universidad Central, la que me vio nacer como cantor de masas, como estandarte de unidad y de sueños militantes. Recibió el alma mater en su seno del Aula Magna al primer venezolano que ofreció un concierto como protagonista en ella, al falconiano, al que ella acogió con sueños de Química por un lado y de justicia por el otro.

Hubo mucho llanto en la universidad ese día. Luego otra vez el viaje, saliendo de Caracas, pero para acompañar los restos del panita, marchando hacia Punto Fijo, hacia Paraguaná, por tierra y con una caravana de sudor y dolor trás de mí, para sembrarme en la única tumba roja de cementerio alguno en Venezuela.

En las redacciones de los diarios (con excepciones, claro) hubo también polémica. Los periodistas de la fuente pedían espacio, y los directores decían "Una cuartilla, si acaso".

Han transcurrido 21 años, y de alguna manera, solidaria, perseverante y tierna, el pueblo que me siguió siempre encontró manera de evocarme, de cantarme y de darme permanencia. Jamás mi vigencia descansó en la fama de otros, sean quienes sean. Todo lo contrario. Yo exaltaba y sigo homenajeando a patrimonios de la dignidad:

A Benjo Cruz (el cantor de Bolivia), al Che Guevara, a Ho Chi Min, a Mama Pancha, a Simón Rodríguez, a Aquiles Nazoa, a Walt Whitman, a Pío Alvarado, a Mario Benedetti, a Zitarrosa, a Víctor Jara, a los Warao, al viejo Grupo Madera, a Bárbaro Rivas, a Pío Tequiche, a Reverón, A Napoleón, a Alberto Lovera, a Luis Mariano Rivera, a Josefa Camejo, a Andrés Eloy Blanco, al Maestro Prieto, a la mujer del Vietnam, a Argimiro Gabaldón, a doña Josefina, a Zamora, al decimista Chevoche, a Tania, a Simón Díaz, a Guillermo de León Calles, a Mercedes Sosa, a Sandino, a Servando, a José Leonardo Chirino, y hoy seguiría cantando, solidario con ellos, y con la justicia que se hace y se deja de hacer en el mundo.

También le canté a la Virgen del Valle, a los velorios de Cruz de Mayo, a La Chinita, a Las Tetas de María Guevara, a San Clemente, a San Benito, a Caribay y a los pueblos víctimas del imperio y de la historia torcida que impone el imperio y manipulan los grandes medios de comunicación social: Vietnam, Nicaragua, Cuba, El Salvador, Haití, y hoy esa lista sería más larga, llamando a inventar nuevos frentes. El Congo, Palestina, Irak, Irán, Guantánamo, Vieques, Colombia, y tantos otros territorios azotados por el terrorismo de los que dicen combatir el terrorismo, que son los mismos escudarios de la mentira de ayer, trasantier, pero no los de mañana, porque el mundo ya tiene que inventar otra forma de hacer la historia.

La patria es el hombre. Establecer el periplo de la vida de este trovador malogrado ha sido tarea ardua para muchos, empeñados en que este canto no se pierda. Mérito especial --ha dicho Lil Barceló-- para Héctor Hidalgo Quero, tal vez el periodista más minucioso cuando se trata mí; para Heberto León, casi mi fotógrafo oficial; para el poeta Guillermo De León Calles, dignamente nombrado en uno de mis temas más hermosos: "Falconía".

Inmensos méritos para Gloria Martín, "Cantora mayor" sin duda alguna, aliada de lo digno y del empeño de aquél mi sello "Cigarrón", cuando ni disqueras ni pantallas había para la canción necesaria.

Méritos para la Chiche Manaure, silenciosa y diligente, compañera de luchas y cantos desde el cerro Galicia y desde la vida misma. Méritos para el grupo "Ahora" y "Los Guaraguao", que plantaron el canto colectivo cuando la democracia no permitía la difusión de la disidencia. Y méritos para Lilia Vera y Rómulo García, indoblegables con y como yo en el canto por la patria, y para José Montecano, mi hermano victorioso en la música con lágrimas conque siguió el camino.

Méritos para Emiro Delfín y para Alí Agüero, que le incorporaron sonidos hermosos a mi cuatro solitario, y para el Gordo Páez, y "Carota, Ñema y Tajá", compartidores de tarimas y luchas, y méritos para Gregorio “Goyito” Yépez, al que le tocó la parte de hacerse hombre sin el panita que le guio los pasos en la canción bolivariana, y méritos para Carlos Ricardo Cisternas, porque ese sí que ha sido irreductible en la difusión latinoamericana, así como irreductibles en el pincel por mí han sido El Tano, y Omar Cruz.

La Universidad del Zulia libros y discos ha editado acerca de Alí y su obra, y en América Latina, y en Francia, Alemania, España, Suecia, Japón, Estados Unidos de Norteamérica la canción necesaria del hombre sembrado apenas con 42 años se ha multiplicado y crecido.

Y ahora, al final de todo esto que ha quedado plasmado aquí, debo decirle a algunos entre mi gente:

Puede que no sepan filosofar y que jamás se lo propongan. Pero, olvídense si creen que eso no es un deber de revolucionario auténtico. Quienes no me conozcan a fondo, vean muy bien que, además de ser El Cantor, fui un técnico, un artista, un intelectual y un pensador en la vida real.

Y en todo eso di la talla y doy el ejemplo.