lunes, 30 de noviembre de 2009

SIETE BASES COLOMBO-GRINGAS MILITARES, SIETE PUÑALADAS Y DOS DESTINOS HISTÓRICOS

Miguel Ángel del Pozo

El Bosco en su tríptico “El Jardin de las Delicias” nos muestra las delicias del “miedo medieval” impuesto, propagado y ejercido por el “poder eclesial” en su necesaria política de “control de las masas” europeas. La política del miedo es una de las variables que bien se proponen en sociedades con fuertes influencias del pensamiento cristiano, católicas y protestantes, adaptado a las debilidades humanas ignorantes. El miedo está íntimamente relacionado con el pecado y éste, el pecado, está relacionado con las sociedades celestiales y/o infernales. La sique humana, evidentemente, rechaza cualquier insinuación del sufrimiento post-terreno con todas las realidades que bien fueron “creadas”(sic) durante las épocas medievales y desarrolladas, en toda su intencionalidad, con la Inquisición. Dando un salto en los tiempos humanos y posesionando nuestros reales en las actuales circunstancias, el miedo tiene como sustento actual la ideología que se ha ido desarrollando, principalmente, con las críticas a Marx y Engels, la crítica a las políticas impuestas por Joseph Stalin, por ende, a las propuestas de todo aquello que “huela a comunismo”. Esas realidades síquicas deben ir acompañadas, necesariamente, con manifestaciones militares; a título de ejemplo, las primeras cruzadas contra el Islam, la llamada “Cruzada de los Niños” contra una sociedad europea “descarriada” de los paradigmas terrenales de la Cristología; las decisiones de Estado de los llamados Reyes Católicos contra las comunidades de judíos sefarditas y los denominados como “los moros”; el significado de la “Batalla de Lepanto” y, trasladándonos a los actuales momentos históricos: Iraq, Afganistán y las presiones sobre Irán y el pueblo palestino. Es decir, los fundamentalismos cristianos, históricamente, han justificado cualquier actuar militar contra “infieles y comunistas”.

En ese marco, es curioso que Washington y Bogotá hayan firmado la extensión de un acuerdo previo para combatir a las FARC y al narcotráfico; decimos que es curioso, bastante, por cierto, porque ello implica verdades que no se quieren decir, por aquellos lares. En primer lugar, al aceptar suscribir una extensión de un acuerdo previo con contenidos precisos mencionados, ello debería leerse como el fracaso más rotundo del Plan Colombia y de eso que denominan como la Paz Democrática porque si los ejercicios militares colombo-estadounidenses hubieran, al menos, disminuido las capacidades de combate de las FARC y hubieran controlado no al narcotráfico sino a la industria de la droga en Colombia, no sería necesario tener que firmar una pieza jurídica con carácter internacional que acepta en su texto que los objetivos de dicha extensión son, de nuevo, combatir a las FARC y cualquier cosa con el narcotráfico. Leyendo al revés. La firma de la extensión del documento implica, mas en la realidad que en el escrito, que las FARC están “vivitas y coleando” y que el narcotráfico está “más vivo que nunca”. Es por ello que las declaraciones del novel ministro de defensa colombiano cuando “voz en cuello” asevera que, prácticamente, todos o casi todos los altos dirigentes de las FARC del que denomina como frente Atlántico viven en Venezuela y que la “…la línea de frontera con Venezuela se ha convertido en un muro infranqueable para la justicia colombiana…” (El Nacional, 28 de noviembre de 2009, pág. 2) contienen un significado guerrerista; por ello, nos preguntamos ¿Qué quiere decir el ministro de defensa colombiano con la imprecisión contenida en esa frase que nos precede? ¿Es que la justicia colombiana, que ya traspasó con carácter violatorio la frontera entre ambos países procediendo a cometer delito y violentando los Derechos Humanos de un ciudadano colombiano, tiene todos los derechos de ejercer sus funciones más allá de su propia jurisdicción? ¿Estas declaraciones del ministro de la defensa representan la política oficial de la República de Colombia?

Los pueblos del continente americano están preocupados con el real significado de la extensión del acuerdo militar colombo-estadounidense. Los pueblos americanos conocen las acciones de guerra en las que, permanentemente, incursiona el Poder (Müller Rojas dixit) involucrando a pueblos ajenos y lejanos a sus fronteras como han sido sus acciones en la Guerra Civil china, la Guerra de Corea, Afganistán, Iraq, por mencionar. En lo que el estamento estadounidense ha calificado, como “política de Estado”, como “su patio trasero”, el accionar militar que ha ejecutado, particularmente, en Centroamérica y El Caribe han sido, para fortuna del pueblo estadounidense, de corto tiempo de ejecución militar (léase: invasión militar): Panamá, Cuba, República Dominicana y Granada. Las acciones políticas estadounidense de violación de las democracias y, por tanto, de la voluntad popular a través del voto, las hemos conocido en Brasil, Chile, Argentina, Uruguay e incluso en Venezuela. Decimos que los pueblos del continente americano están preocupados porque los procesos políticos que se han venido desarrollando al sur del rio Bravo han tenido un impacto a lo interno de sus sociedades y de sus conciencias colectivas. La Revolución Bolivariana que para desgracia de las derechas continentales tiene un sólido líder en la persona de Hugo Rafael Chávez Frías quien reúne en si mismo las características de las tradiciones socio-históricas y etno-telúricas del continente americano, representa, en la revolución, la libertad, la participación, la exigencia a sus líderes. La Revolución Bolivariana, esa referencia teológica de la esperanza del vivir mejor, esa entrega de solidaridad del uno con el colectivo y del colectivo con el ser social, mantiene una fe inquebrantable en la Revolución global que se viene desarrollando al mismo momento que el líder, Chávez Frías, alcanzó la responsabilidad de dirigir esa revolución gracias a los votos de ese colectivo circunscrito en el espacio geográfico llamado Venezuela cuyo ejemplo a trasbordado fronteras gracias a ese ejemplo de entrega, solidaridad y compromiso con las sociedades del continente americano. Es el ejemplo ¡estupido! No es la política lo que ha logrado que la Revolución Bolivariana traspase fronteras y se personalice en cada ser social del continente americano. ¿Se puede comparar las actitudes de don Álvaro Uribe Vélez con las actitudes de Hugo Rafael Chávez Frías? ¿Se puede comparar las actitudes del Premio de la Paz del 2009, Barack Obama, con las actitudes de Hugo Rafael Chávez Frías? La respuesta para los pueblos del continente americano es supremamente fácil, sencilla, clara y honesta…¡pregúntenles!

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