HONDURAS: LA HORA DE LA REVOLUCIÓN
Humberto Gómez García
Honduras, país secularmente oprimido, explotado por minorías oligárquicas y empresas extranjeras, que tímidamente comenzó a despertar de un letargo centenario de opresión y explotación cuando eligió, tres años y medio atrás, al empresario Manuel Zelaya, como presidente de la República. Ese apoyo electoral, pacífico, a la propuesta de cambio, de salir de la pobreza y la miseria, de incorporar al pueblo ignorado y excluido a la vida social y a la participación en la construcción de una Honduras nueva, tiene un alto costo.
Manuel Zelaya no es un hombre de antecedentes revolucionarios, más es un empresario de una enorme sensibilidad y realmente ganado para introducir cambios en Honduras pero sin el radicalismo de una revolución. Se rodeó políticamente de un equipo de personas de pensamiento avanzado y revolucionario como la Canciller Patricia Rodas, que ha descollado como una lideresa de gran envergadura y probablemente presidenciable.
Creído que sería apoyado por empresarios de Norte América para que invirtieran en el país centroamericano para el combate a la pobreza y el desarrollo del país, sus aspiraciones fueron frustradas; tampoco el empresariado hondureño aceptó invertir en planes sociales, ello lo llevó al acercamiento con el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien compartió, desde un principio, las aspiraciones del presidente hondureño, parecidas muchas al programa que en Venezuela se viene desarrollando, pero dentro de un proceso revolucionario, con un país en vías de refundación. Zelaya se enfrentó a su propia clase política, y a partir de las ejecuciones políticas y sociales, en un país ultra conservador y con unas clases dominantes reaccionarias y neo fascistas, se va produciendo un proceso de ruptura que, indudablemente, se agudiza con el golpe de Estado.
Zelaya, que viene de un proceso de enfrentamiento y, ahora de ruptura con su clase burguesa, con un agudo nivel de contradicciones antagónicas en su seno. Moviéndose la nueva Honduras en las coordenadas del nacimiento de la multipolaridad y su acercamiento a la Revolución Venezolana y a los países del ALBA, al comenzar a ejecutar su programa político y comenzar a abrirse su gobierno hacia la izquierda, a coincidir con gobiernos como los de Nicaragua, Cuba, Bolivia, Venezuela, Ecuador es impensable que esa oligarquía latifundista, comercial, mediática y toda la estructura conservadora y reaccionaria del Estado burgués, la Iglesia y el Ejército, y sus jefes de la embajada yanqui y del Ejército norteamericano que ocupa el país, no comenzaran a conspirar.
¿Qué fue Honduras sino un país de dictaduras; una enorme base militar de los Estados Unidos, un protectorado político y un virtual campo de concentración contra su pueblo, un centro tradicional de conspiración y agresiones terroristas contra países en revolución o en guerras internas como Guatemala (1954), Cuba (1961), Nicaragua (1979), El Salvador (1980)?
Cuando se analiza las causas formales del golpe contra Zelaya, para impedir la realización de una consulta popular con miras a introducir una cuarta urna en las elecciones de noviembre donde se preguntaría sobre la pertinencia de elegir una asamblea constituyente. Luce desproporcionado el pretexto si se lo compara, por ejemplo, con la adhesión de Honduras al ALBA. Ese fue un descomunal paso político de muchísima más trascendencia y no concitó una respuesta política de envergadura de la oligarquía, ¿por qué?
Probablemente porque en ese momento no estaba lo suficientemente organizado el golpe, no estaban dadas todas las condiciones, pese a que incluso el presidente Chávez visitó Honduras y contribuyó a radicalizar con sus discursos libertarios la conciencia popular.
El proceso hondureño comenzó a abrir tímidamente las compuertas de un proceso que apuntaba hacia una revolución pacífica; las medidas en ejecución no pueden compararse con las tomadas en Venezuela que han tocado sensibles y estratégicos intereses de la burguesía y el imperialismo, pero es tal la sujeción de Honduras a los capitales transnacionales, de empresas latifundistas como la norteamericana United Fruit Company y otras empresas inversionistas gringas, dueñas de prácticamente toda la tierra cultivable y del 85% de las empresas de producción o asociados con el capital oligarca. El verdadero poder ejecutivo lo ejercen la Embajada norteamericana y el Comando de la gigantesca base militar yanqui ubicada en Palmerola, de manera que las tímidas medidas de beneficio al pueblo tomadas por el gobierno y, sobre todo, la osadía del presidente Zelaya de ingresar al ALBA, dispararon las alarmas golpistas que le temían no a las tímidas reformas y planes sociales que impulsaba, sino al despertar del pueblo hondureño, secularmente reprimido, hostigado, asesinados sus dirigentes revolucionarios y sociales.
CON EL GOLPE EL PUEBLO DIO UN SALTO DE CALIDAD EN SU CONCIENCIA POLÍTICA
¿Qué elementos relevantes ha arrojado estos 15 días de luchas del pueblo hondureño y a nivel continental?
Sin dudas que estas han sido jornadas de enorme aprendizaje político, en primer lugar para el pueblo hondureño. Pudiera afirmarse que el pueblo de Honduras del 28 de junio, cuando se ejecuta el golpe fascista y Zelaya es arrojado como un fardo en la pista de un aeropuerto extranjero por los golpistas, no es el mismo pueblo del 12 de julio. Sin dudas que se ha producido un enorme salto de calidad en la conciencia política de ese combativo pueblo. El aprendizaje político-organizativo, la capacidad de movilización, la combatividad, eso que Marx llama conciencia para sí, conciencia de clase, de pueblo, conciencia nacional no es de dudar que se incrementó de manera enorme. Esa conciencia forma parte de una lucha continental antiimperialista, anti oligárquica, anti capitalista en una trinchera americana que se llama Honduras.
Las demostraciones de firmeza, combatividad, valentía, abnegación, estoicismo dadas por el pueblo hondureño en su movilización permanente durante las dos primeras semanas de lucha contra los golpistas y por el retorno del presidente Zelaya, son uno de los más importantes saldos políticos que arroja el enfrentamiento y la lucha de clases en este período. ¿Qué otras conquistas ha obtenido el pueblo hondureño? Su acelerada capacidad de organizarse, de crear redes sociales, de ir blindando y fortaleciendo las que ya existían. Del seno de las masas han ido surgiendo nuevos líderes y se han fortalecido muchos que venían emergiendo en la lucha social.
Ya el pueblo que dejó el presidente Zelaya hace dos semanas no es el mismo, se ha radicalizado y ha entendido, al calor del enfrentamiento con el ejército mercenario y la policía, de enfrentar la represión, la desinformación de los medios al servicio de la oligarquía, que cuando regrese Zelaya la lucha en Honduras adquiere nuevas dimensiones, porque ese pueblo va a ser el primer actor político, no es que le va a entregar al presidente todo el poder y se va a sentar a esperar que se ejecuten las políticas, no, es que la realidad para cuando eso ocurra va a ser otra, en primer lugar la conciencia antiimperialista va a profundizarse, es decir, se debe plantear la salida de los 1800 soldados yanquis asentados en Honduras y desmantelar la base yanqui ubicada en Palmerota. ¿Se piensa que ese pueblo que ha sido reprimido, masacrado, encarcelado, torturado ¿va a permitir que los poderes –Congreso Nacional, Tribunal Supremo, Alto Mando militar– que dieron el golpe permanezcan intactos? El pueblo hondureño no lo va a permitir, de eso estamos seguros.
Con el golpe de Estado el modelo político/económico –que se venía debilitando con el proceso impulsado por el gobierno de Zelaya– se terminó de resquebrajar de tal forma que un empujón lo echa al suelo. Esa oligarquía político/económico/militar se sostiene exclusivamente con el apoyo yanqui y las contradicciones en el seno del gobierno y el Estado norteamericano son de pronóstico. Eso si la situación no se torna violenta, se incrementa la represión y los crímenes, lo que obligue a ese pueblo pacífico a adoptar formas violentas de lucha, en primer lugar para defenderse de las agresiones de las fuerzas represivas y militares; en segundo lugar como salida, siguiendo los pasos de pueblos como el nicaragüense o el salvadoreño que enfrentaron atroces dictaduras, para sacar, por la vía violenta, la dictadura de Goriletti y cía.
UN GOLPE DE FACTURA YANQUI Y APOYADO POR EL GORILAJE LATINOAMERICANO
Ya nadie tiene dudas en este momento que el gran planificador del golpe contra Zelaya fue el Estado norteamericano, el comando militar gringo en la Base de Palmerola y la Embajada yanqui. El Ejército hondureño, es hondureño porque sus componentes son originarios de ese país, pero la mayoría de sus mandos son ideológica y políticamente norteamericanos, entrenados por norteamericanos expertos en contra insurgencia, torturas y crímenes. Muchos años tienen los norteamericanos controlando a Honduras y su Ejército, totalmente a su servicio, país base de agresiones a todos los pueblos y gobiernos progresistas de Centro América y el Caribe.
Pero el golpe contra Zelaya se fraguó, a no dudarlo, en los Estados Unidos, en la sede del Pentágono y del Comando Sur, en las oficinas de la CIA y de los altos organismos de inteligencia, y personajes siniestros como los criminales Negroponte, Otto Reich, el embajador en Honduras. Ellos fueron quienes abrieron la jaula de los gorilas, ese es un ensayo dirigido a golpear, en primer lugar al ALBA, en segundo lugar al proceso revolucionario venezolano y al presidente Chávez. El entramado de empresarios, altos mandos militares, cúpula de la Iglesia Católica, los factores internos del poder en Honduras, son los ejecutores de siempre de las políticas norteamericanos contra el pueblo de Honduras, los cipayos que cumplen órdenes, como siempre lo han hecho; ellos en sí no tienen capacidad para ejecutar un golpe de esa magnitud; lo único nuevo es que los militares, en primera instancia, no aparecen y todo se ejecutó como un movimiento de las instituciones del Estado, claro ese “argumento golpista” no convenció a ningún presidente latinoamericano del Grupo de Río, menos al ALBA, a la infeliz OEA ni a la ONU.
Pero los golpistas –no los ejecutores, sino los planificadores, porque esa una política militarista de largo aliento cuyo siguiente objetivo al parecer el Guatemala y el presidente Colón– tienen aliados e instrumentos en América Latina. Van por ensayos: el golpe “civil” de los separatista de Santa Cruz del Sur, en Bolivia. La maniobra contra el presidente guatemalteco donde un empresario asesinado lo acusa de su posible muerte y después lo matan. La contrarrevolución venezolana y la criminal Globovisión de inmediato se cuadró con los gorilas hondureños. En abril de 2002 se ejecutó el golpe contra Chávez y el golpe petrolero, ¿con qué fondos económicos resistieron los empresarios venezolanos durante dos meses? Evidentemente hay un fondo de millones de dólares que permite soportar los rigores de un largo paro? ¿No entran por el aeropuerto de la base militar de Palmerola las vituallas para los golpistas, para el Ejército y la policía, mientras escasean los alimentos y el pueblo hondureño pasa mil calamidades impuestas por el golpe militar que sigue en desarrollo.
¿Y el papel de esa asquerosa televisora yanqui CNN, cuyo papel ha sido legitimar internacionalmente el golpe, llegando al extremo, incluso de cortar las palabras del presidente norteamericano? ¿Qué significa que en estos momentos se expulse de Honduras las valientes y dignas cámaras de Tele Sur y Venezolana de Televisión? Significa que sin esas voces de denuncias el gorilismo criminal se apresta a reprimir y asesinar en gran escala al pueblo hondureño. Porque es un hecho mundialmente admitido que sin Tele Sur, primero y después VTV el mundo no se hubiese enterado de lo que estaba aconteciendo en Honduras, que incluso esas imágenes contuvieron en mucho la agresividad de los dictadores. Esperemos a ver qué va a ocurrir a partir de ese total silencio informativo y las mentiras que CNN y Globoterror transmitirán.
Sin dudas que el pueblo hondureño vencerá a los golpistas y reconquistará no la democracia sino su democracia participativa y protagónica, su lucha por el socialismo y eso será posible con su lucha sostenida, con la amplia y extendida solidaridad de los pueblos de América Latina y el Caribe. (12-07-09) (humbertocaracola@gmail.com)
Manuel Zelaya no es un hombre de antecedentes revolucionarios, más es un empresario de una enorme sensibilidad y realmente ganado para introducir cambios en Honduras pero sin el radicalismo de una revolución. Se rodeó políticamente de un equipo de personas de pensamiento avanzado y revolucionario como la Canciller Patricia Rodas, que ha descollado como una lideresa de gran envergadura y probablemente presidenciable.
Creído que sería apoyado por empresarios de Norte América para que invirtieran en el país centroamericano para el combate a la pobreza y el desarrollo del país, sus aspiraciones fueron frustradas; tampoco el empresariado hondureño aceptó invertir en planes sociales, ello lo llevó al acercamiento con el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien compartió, desde un principio, las aspiraciones del presidente hondureño, parecidas muchas al programa que en Venezuela se viene desarrollando, pero dentro de un proceso revolucionario, con un país en vías de refundación. Zelaya se enfrentó a su propia clase política, y a partir de las ejecuciones políticas y sociales, en un país ultra conservador y con unas clases dominantes reaccionarias y neo fascistas, se va produciendo un proceso de ruptura que, indudablemente, se agudiza con el golpe de Estado.
Zelaya, que viene de un proceso de enfrentamiento y, ahora de ruptura con su clase burguesa, con un agudo nivel de contradicciones antagónicas en su seno. Moviéndose la nueva Honduras en las coordenadas del nacimiento de la multipolaridad y su acercamiento a la Revolución Venezolana y a los países del ALBA, al comenzar a ejecutar su programa político y comenzar a abrirse su gobierno hacia la izquierda, a coincidir con gobiernos como los de Nicaragua, Cuba, Bolivia, Venezuela, Ecuador es impensable que esa oligarquía latifundista, comercial, mediática y toda la estructura conservadora y reaccionaria del Estado burgués, la Iglesia y el Ejército, y sus jefes de la embajada yanqui y del Ejército norteamericano que ocupa el país, no comenzaran a conspirar.
¿Qué fue Honduras sino un país de dictaduras; una enorme base militar de los Estados Unidos, un protectorado político y un virtual campo de concentración contra su pueblo, un centro tradicional de conspiración y agresiones terroristas contra países en revolución o en guerras internas como Guatemala (1954), Cuba (1961), Nicaragua (1979), El Salvador (1980)?
Cuando se analiza las causas formales del golpe contra Zelaya, para impedir la realización de una consulta popular con miras a introducir una cuarta urna en las elecciones de noviembre donde se preguntaría sobre la pertinencia de elegir una asamblea constituyente. Luce desproporcionado el pretexto si se lo compara, por ejemplo, con la adhesión de Honduras al ALBA. Ese fue un descomunal paso político de muchísima más trascendencia y no concitó una respuesta política de envergadura de la oligarquía, ¿por qué?
Probablemente porque en ese momento no estaba lo suficientemente organizado el golpe, no estaban dadas todas las condiciones, pese a que incluso el presidente Chávez visitó Honduras y contribuyó a radicalizar con sus discursos libertarios la conciencia popular.
El proceso hondureño comenzó a abrir tímidamente las compuertas de un proceso que apuntaba hacia una revolución pacífica; las medidas en ejecución no pueden compararse con las tomadas en Venezuela que han tocado sensibles y estratégicos intereses de la burguesía y el imperialismo, pero es tal la sujeción de Honduras a los capitales transnacionales, de empresas latifundistas como la norteamericana United Fruit Company y otras empresas inversionistas gringas, dueñas de prácticamente toda la tierra cultivable y del 85% de las empresas de producción o asociados con el capital oligarca. El verdadero poder ejecutivo lo ejercen la Embajada norteamericana y el Comando de la gigantesca base militar yanqui ubicada en Palmerola, de manera que las tímidas medidas de beneficio al pueblo tomadas por el gobierno y, sobre todo, la osadía del presidente Zelaya de ingresar al ALBA, dispararon las alarmas golpistas que le temían no a las tímidas reformas y planes sociales que impulsaba, sino al despertar del pueblo hondureño, secularmente reprimido, hostigado, asesinados sus dirigentes revolucionarios y sociales.
CON EL GOLPE EL PUEBLO DIO UN SALTO DE CALIDAD EN SU CONCIENCIA POLÍTICA
¿Qué elementos relevantes ha arrojado estos 15 días de luchas del pueblo hondureño y a nivel continental?
Sin dudas que estas han sido jornadas de enorme aprendizaje político, en primer lugar para el pueblo hondureño. Pudiera afirmarse que el pueblo de Honduras del 28 de junio, cuando se ejecuta el golpe fascista y Zelaya es arrojado como un fardo en la pista de un aeropuerto extranjero por los golpistas, no es el mismo pueblo del 12 de julio. Sin dudas que se ha producido un enorme salto de calidad en la conciencia política de ese combativo pueblo. El aprendizaje político-organizativo, la capacidad de movilización, la combatividad, eso que Marx llama conciencia para sí, conciencia de clase, de pueblo, conciencia nacional no es de dudar que se incrementó de manera enorme. Esa conciencia forma parte de una lucha continental antiimperialista, anti oligárquica, anti capitalista en una trinchera americana que se llama Honduras.
Las demostraciones de firmeza, combatividad, valentía, abnegación, estoicismo dadas por el pueblo hondureño en su movilización permanente durante las dos primeras semanas de lucha contra los golpistas y por el retorno del presidente Zelaya, son uno de los más importantes saldos políticos que arroja el enfrentamiento y la lucha de clases en este período. ¿Qué otras conquistas ha obtenido el pueblo hondureño? Su acelerada capacidad de organizarse, de crear redes sociales, de ir blindando y fortaleciendo las que ya existían. Del seno de las masas han ido surgiendo nuevos líderes y se han fortalecido muchos que venían emergiendo en la lucha social.
Ya el pueblo que dejó el presidente Zelaya hace dos semanas no es el mismo, se ha radicalizado y ha entendido, al calor del enfrentamiento con el ejército mercenario y la policía, de enfrentar la represión, la desinformación de los medios al servicio de la oligarquía, que cuando regrese Zelaya la lucha en Honduras adquiere nuevas dimensiones, porque ese pueblo va a ser el primer actor político, no es que le va a entregar al presidente todo el poder y se va a sentar a esperar que se ejecuten las políticas, no, es que la realidad para cuando eso ocurra va a ser otra, en primer lugar la conciencia antiimperialista va a profundizarse, es decir, se debe plantear la salida de los 1800 soldados yanquis asentados en Honduras y desmantelar la base yanqui ubicada en Palmerota. ¿Se piensa que ese pueblo que ha sido reprimido, masacrado, encarcelado, torturado ¿va a permitir que los poderes –Congreso Nacional, Tribunal Supremo, Alto Mando militar– que dieron el golpe permanezcan intactos? El pueblo hondureño no lo va a permitir, de eso estamos seguros.
Con el golpe de Estado el modelo político/económico –que se venía debilitando con el proceso impulsado por el gobierno de Zelaya– se terminó de resquebrajar de tal forma que un empujón lo echa al suelo. Esa oligarquía político/económico/militar se sostiene exclusivamente con el apoyo yanqui y las contradicciones en el seno del gobierno y el Estado norteamericano son de pronóstico. Eso si la situación no se torna violenta, se incrementa la represión y los crímenes, lo que obligue a ese pueblo pacífico a adoptar formas violentas de lucha, en primer lugar para defenderse de las agresiones de las fuerzas represivas y militares; en segundo lugar como salida, siguiendo los pasos de pueblos como el nicaragüense o el salvadoreño que enfrentaron atroces dictaduras, para sacar, por la vía violenta, la dictadura de Goriletti y cía.
UN GOLPE DE FACTURA YANQUI Y APOYADO POR EL GORILAJE LATINOAMERICANO
Ya nadie tiene dudas en este momento que el gran planificador del golpe contra Zelaya fue el Estado norteamericano, el comando militar gringo en la Base de Palmerola y la Embajada yanqui. El Ejército hondureño, es hondureño porque sus componentes son originarios de ese país, pero la mayoría de sus mandos son ideológica y políticamente norteamericanos, entrenados por norteamericanos expertos en contra insurgencia, torturas y crímenes. Muchos años tienen los norteamericanos controlando a Honduras y su Ejército, totalmente a su servicio, país base de agresiones a todos los pueblos y gobiernos progresistas de Centro América y el Caribe.
Pero el golpe contra Zelaya se fraguó, a no dudarlo, en los Estados Unidos, en la sede del Pentágono y del Comando Sur, en las oficinas de la CIA y de los altos organismos de inteligencia, y personajes siniestros como los criminales Negroponte, Otto Reich, el embajador en Honduras. Ellos fueron quienes abrieron la jaula de los gorilas, ese es un ensayo dirigido a golpear, en primer lugar al ALBA, en segundo lugar al proceso revolucionario venezolano y al presidente Chávez. El entramado de empresarios, altos mandos militares, cúpula de la Iglesia Católica, los factores internos del poder en Honduras, son los ejecutores de siempre de las políticas norteamericanos contra el pueblo de Honduras, los cipayos que cumplen órdenes, como siempre lo han hecho; ellos en sí no tienen capacidad para ejecutar un golpe de esa magnitud; lo único nuevo es que los militares, en primera instancia, no aparecen y todo se ejecutó como un movimiento de las instituciones del Estado, claro ese “argumento golpista” no convenció a ningún presidente latinoamericano del Grupo de Río, menos al ALBA, a la infeliz OEA ni a la ONU.
Pero los golpistas –no los ejecutores, sino los planificadores, porque esa una política militarista de largo aliento cuyo siguiente objetivo al parecer el Guatemala y el presidente Colón– tienen aliados e instrumentos en América Latina. Van por ensayos: el golpe “civil” de los separatista de Santa Cruz del Sur, en Bolivia. La maniobra contra el presidente guatemalteco donde un empresario asesinado lo acusa de su posible muerte y después lo matan. La contrarrevolución venezolana y la criminal Globovisión de inmediato se cuadró con los gorilas hondureños. En abril de 2002 se ejecutó el golpe contra Chávez y el golpe petrolero, ¿con qué fondos económicos resistieron los empresarios venezolanos durante dos meses? Evidentemente hay un fondo de millones de dólares que permite soportar los rigores de un largo paro? ¿No entran por el aeropuerto de la base militar de Palmerola las vituallas para los golpistas, para el Ejército y la policía, mientras escasean los alimentos y el pueblo hondureño pasa mil calamidades impuestas por el golpe militar que sigue en desarrollo.
¿Y el papel de esa asquerosa televisora yanqui CNN, cuyo papel ha sido legitimar internacionalmente el golpe, llegando al extremo, incluso de cortar las palabras del presidente norteamericano? ¿Qué significa que en estos momentos se expulse de Honduras las valientes y dignas cámaras de Tele Sur y Venezolana de Televisión? Significa que sin esas voces de denuncias el gorilismo criminal se apresta a reprimir y asesinar en gran escala al pueblo hondureño. Porque es un hecho mundialmente admitido que sin Tele Sur, primero y después VTV el mundo no se hubiese enterado de lo que estaba aconteciendo en Honduras, que incluso esas imágenes contuvieron en mucho la agresividad de los dictadores. Esperemos a ver qué va a ocurrir a partir de ese total silencio informativo y las mentiras que CNN y Globoterror transmitirán.
Sin dudas que el pueblo hondureño vencerá a los golpistas y reconquistará no la democracia sino su democracia participativa y protagónica, su lucha por el socialismo y eso será posible con su lucha sostenida, con la amplia y extendida solidaridad de los pueblos de América Latina y el Caribe. (12-07-09) (humbertocaracola@gmail.com)