Miguel Ángel del Pozo
La Historia es un “libro abierto” escrito por individuos que en su subjetividad tratan de ser objetivos según sus propios intereses políticos, económicos, ideológico, de clase y personales. Es por la Historia la única forma que, por escrito y de palabra, decimos que nuestra visión histórica es la correcta y que la de nuestros enemigos está marcada por intereses particulares y tendenciosos. Vayamos a ejemplos evidentes. Si usted se traslada en el tiempo histórico y le pregunta a Francisco Franco Bahamonde, Caudillo del Reino de España por la Gracia de Dios, si la Iglesia Católica colaboró con su proyecto político-militar antes, durante y después de la “Guerra Civil” española y durante sus “añitos” como “dictador”, de seguro que su respuesta será afirmativa; ahora, si usted le pregunta a la Conferencia Episcopal española, la actual, si las palabras del “dictador” son ciertas, seguro que le contestarán que la Iglesia Católica que no se entromete en política, solamente, se dedicó a bendecir a las tropas y decir que el “comunismo español” era un atraso para el Reino de España.
En el caso propio, si le pregunta a Elías Pino Iturrieta si le cae bien Chávez Frías, quizás le pregunte a usted: “…¿es gocho?…”; pero si le pregunta a Simón Alberto Consalvi le comentará que el conocimiento de la Historia Patria de Chávez Frías es “subjetiva” y no se atiene a los paradigmas de los conceptos de “Democracia representativa” contenidos en las ideas expuestas por y de Simón Bolívar; por último, si le pregunta a Germán Carrera Damas su opinión sobre la concepción histórica que maneja Chávez Frías, con la sencillez que lo caracteriza, le responderá que la “metodología chavista” es inconsistente.
Claro si usted se traslada a la acera de enfrente y le pregunta a Joseph Stalin porque “se cargó” a toda la dirigencia bolchevique le dirá que el “materialismo histórico adosado con materialismo dialectico en función de las contradicciones del crecimiento del socialismo real y las tensiones por el expansionismo imperialista norteamericano…” y para usted de contar; cualquier justificación, está bien argumentada “subjetivamente”. Podríamos seguir argumentando sobre la “objetividad” (sic) de historiadores y analistas políticos sobre “hechos históricos” buscando justificar y justificarse con finalidades, en ocasiones, pedestres. De ahí la permanente polémica entre historiadores y afines.
Pero la Historia, a unos y a otros, enseña que la “evolución” es un factor temporal pero continuo que no es afecto a ser detenido por el “Tiempo”. Si ello no fuera cierto aun estaríamos viviendo en los tiempos de los cavernícolas aunque haya aun manifestaciones cavernícolas en algún que otro “ser social”. La Historia es evolutiva pero el “protagonista”, sicológicamente, reacciona más lentamente a los cambios obligados; a lo queda la pregunta de ¿cómo vamos a impulsar esos cambios sicológicos en el consciente, a lo personal y en lo colectivo, para alcanzar un futuro equilibrio entre los cambios inexorables de y en la Historia y el sujeto histórico como ente social para que se manifieste el progreso global tanto del “ser social” como del “ser colectivo”? Es decir, en palabras más comprensibles, la evolución es permanente aun y a pesar del “gorilismo”. Como “gorilismo”, simpático vocablo, entendemos a las “fuerzas sociales”, como individuo y como conjunto, que se manifiestan, públicamente, en la “contracorriente” histórica; es decir, a esas individualidades que, por razones sicológicas, les resulta cuasi imposible tener que aceptar las realidades de los cambios históricos manteniendo actitudes sicológicas con incidencias en su cotidianidad sicosocial.
En ese marco de ideas, los procesos históricos que han buscado cambios profundos en la Historia de nuestro continente americano se han manifestado siempre en “permanente contradicciones”; lo conocemos en la Historia de las Independencias; en los avances del Imperialismo norteamericano en nuestros suelos patrios; en los éxitos y fracasos temporales de movimientos políticos, generalmente, con una fuerte influencia “eurocéntrica”. En ese contexto, la propuesta de Chávez Frías de reconocer que el proceso de Independencia sigue y permanece en su proceso histórico en las actuales circunstancias, además de ser obligatorio reflexionar sobre esa propuesta y discutirla, tendríamos que preguntarnos si las propuestas (cuerpo de ideas en el pensamiento de Simón Bolívar) son, teóricamente, vigentes; precisamos con el vocablo “teóricamente” la necesidad de conocer y aceptar que los tiempos históricos aquellos y los actuales, evidentemente, son, profundamente, diferentes pero ello no obsta para que ese ideario no sea sustento ideológico para su adaptación a las actuales circunstancias en el proceso social evolutivo de las sociedades del continente americano.
En ese contexto, se ha expresado sobre el “Culto a Bolívar” pero Chávez Frías, además de resaltar la figura del militar estratega, reitera sobre los contenidos del “Ideario” expresado por Simón Bolívar en sus escritos. Resaltar a Simón Bolívar en su quehacer independentista, es decir, en su gesta militar, consideramos, no tendría nada en contrario con el sentir espiritual del venezolano, porque es un “hecho histórico” innegable que, en aquellas circunstancias históricas, buscó conjugar a “tirios y troyanos” para alcanzar las independencias de seis países americanos; a ello, como “hecho histórico”, lo consideramos y es una “gesta heroica”. En ello no hay “culto”. Pero Chávez Frías “se afinca” en el contenido del pensamiento bolivariano expuesto por el propio Simón Bolívar. ¿Chávez Frías interpreta el pensamiento de Bolívar? Si es así, es fácil de refutar porque los documentos están a la disposición de cualquier mortal que quiera “cazar esa pelea”.
En ese quehacer cotidiano histórico americano, nos encontramos que aquella influencia “eurocéntrica” que mencionábamos más arriba tuvo expresiones, concretamente, en nuestra Patria; por un lado, la “Doctrina Social de la Iglesia” traída al país por Rafael Caldera; los idearios socialdemócratas que cabalgaron a hombros de los movimientos marxistas criollos; estos movimientos “rosados” producto de una combinación de Capitalismo de Estado con políticas seudo-sociales se expresaron, primeramente, en el PDN para transformarse, posteriormente, en Acción Democrática. Y, por último, los movimientos influenciados por las directrices de la Tercera Internacional. Esas tres corrientes unas veces caminaron juntas, en otras ocasiones enfrentadas con la consecuencia de la siempre “persecución y acoso” a los movimientos marxistas dignos. No es necesario describir, históricamente, los procesos y experiencias de las tres manifestaciones ideológico-políticas arriba en mención pero si es necesario precisar que los tres movimientos políticos, matemáticamente, alcanzaron a completar la elipse. Si eso no se acepta, entonces no se comprende y, por ende, se rechaza el proceso político actual que vive y se desarrolla con la Revolución Bolivariana. Es necesario precisar que aun los movimientos de las derechas criollas venezolanas están inmersas en ese proceso político que es la Revolución Bolivariana; nos explicamos. Antes del triunfo de Chávez Frías por el voto popular, existían las derechas pero estaban “disfrazadas” de demócratas; es decir, se permitían ciertos excesos de sus enemigos de las izquierdas porque controlaban y disfrutaban del Poder, del Poder de reprimir, del Poder de decidir sin decidir (gatopardismo), del Poder de negociar la Patria según sus intereses de clase.
Es evidente que el triunfo de Chávez Frías cambió las reglas de juego; en primer lugar, su perfil sico-social: llanero, étnicamente, autentico venezolano, de origen de base y, para colmo, militar. En segundo lugar, trajo el inconsciente colectivo al consciente colectivo, es decir, la Cultura e Historia a su expresión pública generalizada que entraba en contradicción con la ultima arremetida de las oligarquías criollas con la “ideología CAPista” del concepto “mayamero” (que no ha sido seriamente estudiado). Junto a ello decidió derrotar las tesis de Washington de convertir a las Fuerzas Armadas Nacionales pre-Revolución Bolivariana, en simple gendarmes cuyo objetivo fundamental no era disminuir su capacidad “levantisca” sino de ser peones en el futuro juego de ajedrez que Washington preveía con la crisis tanto energética como del agua y las materias primas; en el fondo estaban presentes en aquellas acuerdos alcanzados por las cuales aquel obtuvo el Premio Nobel de la Paz que no eran otra cosa que la “destrucción” de las Fuerzas Armadas Nacionales y convertirlas en simples movimientos policiales costarricenses.
Pero Chávez Frías logró algo más importante que fue mandar al “basurero de la Historia” aquellas ideologías obsoletas del siglo XX obligando a los marxistas a repensar el pensamiento marxista en función de las realidades “Culturales y Geo-Etno-Humanas” del continente americano. Es decir en lo que nos toca, las tesis de la Tercera Internacional han sido ampliamente superadas.