lunes, 14 de septiembre de 2009

“En La Peste hay una verdad enterrada”
Autor CAROLINA HIDALGO Publicado en CIUDAD CCS
El sacerdote Matías Camuñas cuenta su experiencia sobre esta fosa común y afirma que “reabrirla es deber de justicia”.
Matias Camuña Nació en Villa Franca de Los Caballeros, en La Mancha, provincia de Toledo, España. Hijo de padres campesinos, nació en una familia franquista y conservadora. Llegó a Venezuela en 1977. Trabajó inicialmente en San Félix. En 1979 fue trasladado a la parroquia de Petare, en Caracas, donde trabajó durante 17 años. En 2005 adquirió la nacionalidad venezolana. Actualmente desarrolla su trabajo pastoral en San Buenaventura, El Roble, en San Félix, estado Bolívar. Montó una carpa en La Peste, en el Cementerio General del Sur, para evitar “que alguien le echara cal para enterrar la verdad que estaba siendo desenterrada”. Este “Quijote contemporáneo”, dio la extremaunción, entre balas, a Rubén Rojas, cuando le abrieron el pecho con un tiro de FAL. Veinte años después de los sucesos del Caracazo, el sacerdote jesuita Matías Camuñas, quien para ese momento era el párroco de Petare, llama a la reconciliación y confía en que las investigaciones que reabrirá la Fiscalía conduzcan a la verdad.
—¿Qué opinión le merece que la Fiscalía haya reabierto el caso del Caracazo? —Una opinión positiva. Esta ha sido una de las luchas de los familiares que tienen los restos en las urnas, en los huecos de La Peste. Para muchos de estos familiares no ha pasado el tiempo, siguen luchando por la justicia. De hecho, fueron solamente tres los familiares a los que se les entregaron los cuerpos: el joven José del Carmen Pirella, de San Cristóbal, Alberto Salas y Rubén Rojas, de la parroquia Sagrado Corazón, que por cierto me tocó a mí entregárselo a su mamá.
—¿No teme que el caso pueda ser utilizado políticamente? —Yo personalmente pienso que no, porque esta es una deuda que tenían los gobiernos desde el 89. Hubo uno, no sé si fue el segundo de Carlos Andrés Pérez, que cuando estaba más animada la sociedad y estaba al frente de la exhumación el doctor Saúl Rol se suspendió. Entonces pensar que pueda ser político, yo personalmente pienso que no. Es un deber de justicia, es una lucha contra la impunidad, me parece que abrir esto tiene que llevar a buscar a los responsables de las muertes.
—Se le conoce por su activa participación para dar a conocer la fosa común llamada La Peste. Cuente un poco su experiencia. —Yo ni sabía que existía La Peste. Me enteré cuando el 1 de marzo le di la unción a Rubén Rojas, que le habían disparado y le habían abierto el pecho. Cuando fui con su hermano a la morgue del Pérez deLeón, a reclamar el cuerpo, me dijeron así con estas palabras, “esta vaina no está aquí, está en La Peste”, y sonó por vez primera esa palabra, yo no estaba enterado. Siempre cuento que fue gracias a Frasso (Francisco Solórzano) y uno del sindicato del cementerio que se puso bravo con los directivos que nos enteramos dónde quedaba el sitio.
—¿Cómo fue esa experiencia, qué se encontraron? —Lo de La Peste fue una experiencia de mucha muerte, pero al mismo tiempo de resurrección de la sociedad, de los jóvenes, de las madres. Yo recuerdo que estuve un año, noche y día, yendo con alguien de mi parroquia a guardar los restos, porque teníamos miedo de que alguien fuera y le echara cal para enterrar la verdad que estaba siendo desenterrada. Siempre recuerdo a la periodista Aliana González que escribió en El Nacionalque la verdad está siendo desenterrada y quien no crea en Dios que venga a La Peste y lo vea. Esta fue una experiencia te digo muy dura, porque el olor en las noches, tú llegabas y no había luz, te tropezabas con un cráneo, con un fémur.
—Ustedes se metieron a remover los cadáveres, ¿cómo fue eso?—Ahí hubo facilidad por parte de grupos muy organizados. La Facultad de Antropología de la UCV conectó con técnicos de Argentina, vinieron dos, y un técnico de Estados Unidos. Durante un año, nosotros guardamos aquello, hicimos carpas allá de noche y ayudamos en todo lo que podíamos. Nosotros no sabíamos ponernos con un pico y una pala, eso es una cuestión muy técnica, trabajaban con pinceles, con mucha ternura, redescubriendo toda una historia que había sido enterrada.
—¿Existe alguna cifra más exacta sobre los fallecidos? —Ellos todavía están defendiendo que fueron 277 y recuerdo que en aquella época Cofavic puso la lista con más de 400.
—¿Cómo hicieron la lista? —Se abrieron oficinas y la gente iba y daba sus datos. Y no fue mucha más gente porque hubo quien, desde los púlpitos y los medios de comunicación criminalizaban, decían que los habían matado por saqueadores. Nunca sabremos cuántos fueron. En la noche salían con camiones y containers de la basura, los recogían y se los llevaban allá, a La Peste.
—¿Los muertos en camiones? —Los llevaban en bolsas de polietileno, de basura y en una bolsa de esas podía haber tres o cuatro cadáveres. Fue algo espeluznante. Por eso te digo la justicia que venza ante la impunidad.
—¿Ahora sí se hará justicia? —Debemos estar pendientes para que se haga justicia y si no se hace tenemos que seguir reclamando. Sabes que el poder con frecuencia hace olvidar la realidad. Yo me doy cuenta de cuando era monaguillo a ahora que soy párroco, si no tengo cerca gente que me recuerde la verdad, me puedo olvidar. Entonces los familiares, las víctimas, losheridos y todos los que anduvimos con ellos tenemos la obligación de exigir que se haga justicia.
—¿Un mensaje final? —Venezuela tiene un algo especial, de acogida, de calidad humana, de tender la mano, de solidaridad. Yo viajé por toda América Latina. En Perú me encontré con Sendero Luminoso. Estuve en Colombia , con los Zapatistas en Chiapas, en Honduras, y al final digo, Venezuela es lo mejor, por eso hago un llamado a la tolerancia, al respeto que debemos tener unos con otros. Acostumbrarnos que si uno no piensa igual, no le voy a mentar la tercera generación. Yo lo voy a respetar porque es un compañero de camino, es un hermano. Para estas conclusiones yo creo que La Peste nos tiene que ayudar. Ojalá que sirva para hacer justicia también con los que fueron heridos, golpeados, como José Luis Martínez, un joven de Petare que se quedó sin riñón, sin empleo y sin novia.

El poder, con frecuencia hace olvidar la realidad... Los familiares, las víctimas y los que anduvimos con ellos tenemos que exigir que se haga justicia.
Cofavic me maltrató
Francisca León quien es Miembro del Bloque Popular de la Vega, tiene la esperanza de que con las investigaciones aparezca el cuerpo de su hijo José del Carmen León, pero denuncia que en aquel momento la ONG Cofavic (Comité de Familiares y Víctimas del Caracazo) la maltrató y no la tomó en cuenta. José del Carmen León iba a cumplir 16 años el 22 de noviembre de 1989. Desapareció el 27 de febrero de ese año. “Él estuvo conmigo en la mañana y de ahí desapareció, no supe más nada de él. Una tía lo mandó a hacer un mandado y no volvió más”. Informó Francisca León que acudió a Cofavic en busca de ayuda y esta organización le presentó un cadáver como el de su hijo, pero ella no lo certificó porque no le practicaron las pruebas de ADN: “Yo no confío que sea el cuerpo de mi hijo”, expresó y agregó que Liliana Ortega, presidenta de Cofavic, no la tomó en cuenta. “Sacaron unos cadáveres, pero no certifiqué como madre que fuera el de mi hijo. A mí me violaron mis derechos. Cofavic me trató tan mal a mí como que si fuera delincuente”. Afirmó que no se explica por qué motivos fue maltratada por esta organización: “Si yo tuviera poder los demandara”.
El 21 de septiembre de 2009 inician exhumaciones
El próximo lunes 21 de septiembre, se iniciará en el Cementerio General del Sur, parroquia Santa Rosalía del municipio Libertador, el proceso de exhumación de las víctimas delos sucesos del 27 y 28 de febrero y primeros días de marzo de 1989, que pasaron a la historia con el nombre de “El Caracazo”. En ese sentido, la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, informó que gracias al apoyo dado por el vicepresidente ejecutivo y ministro del Poder Popular para la Defensa, Ramón Carrizález Rengifo, ya se tiene asignado un galpón en Fuerte Tiuna que era ocupado por el Instituto de Ferrocarriles del Estado. Este lugar permitirá que, una vez exhumados los restos, debidamente etiquetados y documentados, estos sean trasladados al galpón donde un equipo integrado por expertos y antropólogos, patólogos y médicos forenses tratarán de lograr su plena identificación. El Ministerio Público ha realizado aproximadamente dos mil diligencias, en un lapso de tres meses, con el objeto de finiquitar la investigación y determinar las responsabilidadespenales de todas las personas involucradas en los hechos violentos del 27 y 28 de febrero de 1989.