Los revolucionarios no hemos sido capaces de ser revolucionarios. Nos hemos dejado vencer por la cultura de la dominación, no hemos sabido enfrentarla, tenemos una suerte de complejo que nos frena. Es necesario volvernos capaces de ser revolucionarios. Veamos.
La Revolución es en esencia la lucha contra la cultura de la dominación.
El Libertador percibió ese peligro y nos dijo: “moral y luces son nuestras primeras necesidades”. Pedía otras luces, las de la rebelión frente a la monarquía, y pedía otra moral, la moral que lo hizo decir en Bolivia que la peor infamia era la esclavitud. Es decir, “moral y luces” resume la necesidad de otra cultura, la cultura de la liberación.
Bolívar aceptó su derrota cultural en San Pedro Alejandrino, cuando, a pesar de triunfante en mil batallas militares, nos dice: “Colombianos han abusado de vuestra credulidad”.
Hoy en Venezuela la cultura de la dominación se cuela por todos lados, y nosotros, en aras de una unidad que esteriliza y no beneficia a nadie, callamos el necesario debate, dejando que la Revolución, lejos de entablar la batalla cultural, aliente los valores de la dominación, sofrene los valores de la liberación. Perdemos así la batalla cultural, que es lo mismo que decir, estamos dejando escapar la oportunidad revolucionaria.
Un ejemplo es la consigna “Venezuela es de todos”, consigna que enmascara el motor de la Revolución : la lucha de clases.
Venezuela todavía no es de todos, estamos luchando para que sea de las mayorías humildes y trabajadoras, y deje de ser de las oligarquías, que desde la hora del Libertador se han apoderado de las riquezas y el trabajo nacional.
Integrar a la sociedad pasa por una profunda lucha de clases. Para integrar a la sociedad es necesario acabar con el origen de la fragmentación social, con la posibilidad de que una pequeña fracción se apodere de la riqueza que pertenece a toda la sociedad. En otras palabras, para unir a los hombres es necesario acabar con las relaciones sociales que los desunen, y para acabar con esas relaciones sociales disociadoras, es necesaria una Revolución, que no es otra cosa, que una profunda lucha de clases. Recalcamos, la Revolución no se dirige contra los hombres, es una lucha profunda contra las relaciones sociales que los desunen.
Hace falta que los revolucionarios emprendamos una gran campaña por la resocialización de la sociedad, por recomponer a la sociedad que el capitalismo ha fragmentado en egoísmos. Es importante que elevemos la conciencia de pertenencia a la sociedad. Que rescatemos los valores de lo social frente a los valores del egoísmo. Que el individuo espere de la sociedad, pero también se deba a ella.
Es bueno recordar que los cambios culturales, los cambios en la conciencia y en el espíritu, deben entrelazarse con los cambios en las relaciones económicas.
¡Chávez es Socialismo!
¡El Nobel para los Cinco!
¡Irreverencia en la Discusión, Lealtad en la acción!
La Revolución es en esencia la lucha contra la cultura de la dominación.
El Libertador percibió ese peligro y nos dijo: “moral y luces son nuestras primeras necesidades”. Pedía otras luces, las de la rebelión frente a la monarquía, y pedía otra moral, la moral que lo hizo decir en Bolivia que la peor infamia era la esclavitud. Es decir, “moral y luces” resume la necesidad de otra cultura, la cultura de la liberación.
Bolívar aceptó su derrota cultural en San Pedro Alejandrino, cuando, a pesar de triunfante en mil batallas militares, nos dice: “Colombianos han abusado de vuestra credulidad”.
Hoy en Venezuela la cultura de la dominación se cuela por todos lados, y nosotros, en aras de una unidad que esteriliza y no beneficia a nadie, callamos el necesario debate, dejando que la Revolución, lejos de entablar la batalla cultural, aliente los valores de la dominación, sofrene los valores de la liberación. Perdemos así la batalla cultural, que es lo mismo que decir, estamos dejando escapar la oportunidad revolucionaria.
Un ejemplo es la consigna “Venezuela es de todos”, consigna que enmascara el motor de la Revolución : la lucha de clases.
Venezuela todavía no es de todos, estamos luchando para que sea de las mayorías humildes y trabajadoras, y deje de ser de las oligarquías, que desde la hora del Libertador se han apoderado de las riquezas y el trabajo nacional.
Integrar a la sociedad pasa por una profunda lucha de clases. Para integrar a la sociedad es necesario acabar con el origen de la fragmentación social, con la posibilidad de que una pequeña fracción se apodere de la riqueza que pertenece a toda la sociedad. En otras palabras, para unir a los hombres es necesario acabar con las relaciones sociales que los desunen, y para acabar con esas relaciones sociales disociadoras, es necesaria una Revolución, que no es otra cosa, que una profunda lucha de clases. Recalcamos, la Revolución no se dirige contra los hombres, es una lucha profunda contra las relaciones sociales que los desunen.
Hace falta que los revolucionarios emprendamos una gran campaña por la resocialización de la sociedad, por recomponer a la sociedad que el capitalismo ha fragmentado en egoísmos. Es importante que elevemos la conciencia de pertenencia a la sociedad. Que rescatemos los valores de lo social frente a los valores del egoísmo. Que el individuo espere de la sociedad, pero también se deba a ella.
Es bueno recordar que los cambios culturales, los cambios en la conciencia y en el espíritu, deben entrelazarse con los cambios en las relaciones económicas.
¡Chávez es Socialismo!
¡El Nobel para los Cinco!
¡Irreverencia en la Discusión, Lealtad en la acción!