Pedro “Camagüey” Espinoza:
“Ser comunista no es firmar un contrato sino un compromiso”
Alejado de los tabloncillos, “porque ya estoy muy viejo para esa vaina”, el viejo zorro de nuestro baloncesto habla de otra faceta de su vida casi desconocida, la de revolucionario de vieja data.
“Nunca he querido hablar de esto, porque hay mucha gente que busca crédito en situaciones en las cuales no estuvieron. Ahora hay mucho comandante que ni siquiera llegó a agarrar una guacharaca, que no dan nada y piden y les dan mucho. Aquí están muchos que lo dieron todo sin pedir nada y lo siguen dando todo por la revolución, sin pedir nada”.
Pedro “Camagüey” Espinoza ha sonreído una vez más hacia esas mesas donde está un grupo de camaradas, viejos combatientes de la lucha por la liberación en los 60’s y 70’s.
“Comencé en esto muy joven, nunca me tocó subir al monte, pero la lucha me permitió estar con mucha gente valiosa, unos están vivos y otros lamentablemente ya se fueron, pero igual siguen con nosotros”.
Da un apretón de manos a uno de esos camaradas que se le acerca. “Es quien comandó el primer secuestro de un avión en Venezuela en nombre de la revolución”, nos apunta sobre Rafael Bosque.
“Camagüey” se ha desprovisto de su capa de técnico del baloncesto, la misma que le ha dado todos los méritos para ser elevado al Salón de la Fama del Deporte Venezolano, del cual ha sido injustamente relegado. Disfruta sus ropajes revolucionarios, los que nunca se ha quitado.
“La dirigencia nuestra decidió que debía irse a la lucha armada. Me tocó cumplir diversas tareas entre Caracas y el interior del país. Hacía de todo lo que la revolución me exigía, de todo”.
Ha soltado otra de sus sonrisas irónicas mientras subraya el “de todo”, con el cual no quiere ir más allá. “Deja esa vaina así”, remarca ante la insistencia.
De partos y dolores
Le han recordado algunas “operaciones”. Su peculiar tabaco ya no lo acompaña. “Es que están muy caros”, explica, mientras el camino de los recuerdos toca algunos dolores:
“…Recoger a Pedro Medina en la Esquina del Chorro. Lo mataron con un balazo en el cráneo. También en Las Adjuntas en una conversación masacraron a Iván Daza. Como 40 comboyes del Ejército para matar a un indiecito, hijo de la camarada Argelia Laya”.
Por ahí las remembranzas de Alberto Lovera, cuyo cadáver encadenado fue rescatado por un pescador. “Se les pasó la mano con la tortura y lo tiraron al mar”. Tiempos de Betancourt, luego de Raúl Leoni, en los cuales se “inauguró” la “técnica” de los desaparecidos en Latinoamérica. “Ese era malo (Leoni)”, sentencia.
En tanto, él conservaba clandestinidades:
“Nunca supieron de mí, porque el baloncesto es una de las cosas más maravillosas que me ha dado la vida. Sirvió para darme lo que se llama minutos conspirativos. Nadie se iba a imaginar que un hombre que estaba en la Selección Nacional, del equipo campeón de la época, Aragua, iba a andar en eso. Era un muchacho que pasaba el hambre pareja”, ha soltado con esa voz ronca de sus 73 años.
“A mí un comandante de un Teatro de Operaciones (los tristemente célebres TO) me dijo que tenía el nombre de todos, con su cédula de identidad y sus seudónimos, pero que de mí no sabía un coño. Soy un hombre sortario. La vida me puso al frente de Guaiqueríes, de Trotamundos, de Gaiteros, de la Selección Nacional, eso es algo que me ha ayudado”, desliza.
Afila el verbo en el desorden de relatos. No hay reseñas de triunfos en tabloncillos. No pide tiempo para armar una jugada de último segundo. Esas ya se dieron.
“Lo primero para mí fue la Patria. En el 51 me expulsaron del Mácaro por revoltoso. Luego, cuando estudiaba bachillerato en Maracay, ví al deporte como una manera de ayudarme. Jugaba béisbol y fútbol”.
Ha dado otra mirada a las mesas donde el grupo de revolucionarios de la Fundación Hermanos Pasquier celebra su reunión decembrina. “La madre de esos muchachos murió buscándolos, tratando de averiguar dónde estaban, mandándole cartas a Caldera de las cuales nunca recibió respuesta”.
El derecho al derechito
En los 70’s, se fue a la ULA. “Siempre tuve en mente irme a la universidad y estudiar una carrera y me decidí por el Derecho para poder trabajar por mi cuenta. Me gradué de verdad, no como Nixon Moreno”, suelta la carcajada.
No duda en afirmar que aquello contra lo que luchó era “una falsa democracia”, contrariamente a lo que se vive actualmente en Venezuela.
“¿Cuándo en aquellos tiempos se le consultó al pueblo sobre la nacionalización del petróleo o para modificar alguna ley, como la de las universidades? Por eso da vergüenza ver a estos muchachos de ahora defendiendo a RCTV, haciendo manifestaciones por vainas como esa”.
Hace un paréntesis para anunciar que “llegó Carlos del Vecchio, 68 años en el Partido Comunista, ejemplo de constancia y decencia”. Luego prosigue indicando que fue fundador de la Federación Venezolana de Deportes de Educación Superior (Fevedes) y de los Juvines (Juegos Universitarios). “Ahí está Cheo ahora (José Fernández Freites), quien es mi amigo, un revolucionario que no se cambia”.
Su barra desde las mesas lo increpa. Hay que terminar relatos de andares. Hora de la música. Se le pregunta por aquellos que ahora comen migas en las manos de quienes los torturaron y asesinaron a sus compañeros.
“Yo ví un documental en el que entrevistan a un fotógrafo que ahora tiene un peñero en Oriente, Lezama (Jacobo, nuestro pana), en el cual él comentaba que no entendía cómo Gabriel Puerta podía estar al lado de quienes lo persiguieron. Coincido con eso”.
“Ser comunista –adiciona- no es firmar un contrato, es un compromiso. Ser revolucionario es ayudar al desvalido, estar al lado de las luchas del pueblo, por eso siempre seré comunista y defenderé esta revolución. De ser necesario, todos los que estamos aquí volveríamos a empuñar las armas para defender este proceso”.
Los sueños, están ahí. “Esto es lo más cercano a lo que soñé. Con Chávez se le ha dado al deporte lo que nunca antes se le había dado. Con Chávez se rescató la memoria de Alí Primera, del Chino Valera Mora y en medio de todo eso, yo sólo soy un combatiente más, como tantos otros”.
La mirada de Pedro “Camagüey” Espinoza ha vuelto hacia esas mesas donde los camaradas de antaño, de siempre, le hacen muecas, como unos carajitos. “Como entrenador, siempre digo que he sido el mejor, pero ahí están ellos, esos son los mejores”, matiza, para volver a tomarse un trago con aquellos que, desde siempre, están con él…con nosotros.
T/Jimmy López Morillo
F/ Avelino Rodríguez
Caracas
Despieces:
“Los dirigentes nuestros tenían trato preferencial en la Unión Soviética a costa de nuestra hambre. Sus hijos fueron becados en el exterior y nunca subieron al monte”.
“El deporte ha mejorado, pero la dirigencia sigue siendo mala”
“Tanto en el combate como en el rol de entrenador, hay que conocer las debilidades del enemigo para poder dar un golpe de mano”.