Luis Britto García
Los Intelectuales ante la crisis del capitalismo
MEDIOS Y CONTRARREVOLUCIÓN
El título anterior es redundante. El capitalismo es contrarrevolucionario; los medios de comunicación que posee o financia tienden a serlo. Así como dominan nuestra producción material, los monopolios foráneos controlan gran parte de nuestra difusión. CNN rige la información televisiva, seguida por ABC, NBC y CBS. El Cisneros Group of Companies está asociado con las transnacionales GM Hughes Electronics Corp de Estados Unidos, la brasileña TV Abril y la mexicana Multivisión.
Para fortalecernos como emisores, los latinoamericanos debemos instalar nuevas agencias noticiosas. Fijar límites breves y precisos para la duración de las concesiones del espacio radioeléctrico. Regular o limitar las condiciones en las cuales el capital foráneo puede participar en los medios latinoamericanos. Impulsar la creación de publicaciones, radioemisoras y televisoras de servicio público y redes alternativas y comunitarias que compensen la preponderancia de las privadas.
Medios
América Latina cuenta con 10% de la población mundial, y sólo con el 8,2% de los diarios: la mitad de los que circulan en el Tercer Mundo. La propiedad de sus medios está sumamente concentrada tanto en sentido vertical como horizontal. Así ocurre con las más de cinco mil emisoras AM de la región, y con los casi dos millares de emisoras de televisión. La proporción de emisoras de servicio público o alternativas es insignificante. En 1998 los países más desarrollados, que sólo cuentan con el 15% de los habitantes del planeta, tienen 88% de los usuarios de Internet. Estados Unidos, con sólo el 5% de la población mundial, aloja más del 50% de usuarios. América Latina y el Caribe sólo cuenta con un porcentaje de 0,8% de usuarios de la Red en relación a su población regional, según el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU 1999.
Los latinoamericanos debemos ampliar esfuerzos para educar a las audiencias en el uso discriminativo y racional de los medios. Exigir que la propiedad de la mayoría de éstos sea social, o por lo menos de nacionales o de latinoamericanos. Debemos crear regímenes de libre circulación y comercio de los bienes culturales producidos en la región. Establecer acuerdos entre nuestros países para costear y emplear conjuntamente las tecnologías de transmisión, tales como satélites de comunicación y la fibra óptica, y ampliar drásticamente nuestras capacidades y medios en lo relativo a la informática, de la cual dependerá en medida creciente la comunicación del futuro.
Códigos
Los medios de comunicación divulgan lo que consideran de menor importancia sólo con el código lingüístico. Ideología y política balbucean en letra impresa o en emisión radial. La potenciación del mensaje culmina con el código Rey de la publicidad, reforzada por la música, la entonación, la gestualidad, el vestuario, la escenografía y los metacódigos mágicos del montaje, los efectos especiales y la seducción subliminal, aplicados también a la propaganda política.
Debemos manejar las posibilidades de la integración y potenciación de códigos para la creación de mensajes sobre nuestra realidad. Fomentar una educación que permita la decodificación de los mensajes y la crítica de la ideología latente en ellos. Defender el castellano, el portugués y las diversas lenguas foráneas o indígenas que forman parte de las identidades latinoamericanas y caribeñas.
Receptores
La integración de América Latina y el Caribe pasa por la de sus medios, y el primero de nuestros cambios revolucionarios ha de ser someterlos a control social. Debemos completar procesos de alfabetización que incorporen a la mayoría de los latinoamericanos al disfrute de la comunicación impresa. Impartir cursos sobre la selección e interpretación de los mensajes de los medios. Dar poder a las organizaciones sociales populares, cooperativas y comités de usuarios, para corregir las desviaciones y patologías de los medios y exigir cambios en la legislación relativa a ellos. Convertir a los receptores en emisores creando medios de comunicación alternativa y obteniendo, por ley o por presión social, espacios en los medios convencionales.
Mensajes
El Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas 1999 revela que a fin de siglo América Latina importa 70% de su programación televisiva: 62% de Estados Unidos y un 8% de Europa y Asia, mientras que apenas produce un 30% de la programación de sus propias emisoras. La cantidad de importados de origen latinoamericano es apenas de 12%. Las normas proteccionistas de la producción nacional casi nunca se cumplen. Comunicar es retransmitir los mensajes de la metrópoli. Para Estados Unidos la mayor industria de exportación es la de películas y telefilmes, los cuales recaudaron más de 30 mil millones de dólares en el exterior en 1997. De cada tres películas que se exhiben en Europa, una es estadounidense, mientras Estados Unidos importa sólo 1% de los filmes que exhibe (PNUD 1999). Quien domina la comunicación rige el entretenimiento; quien rige el entretenimiento tiraniza la cultura.
La crisis del capitalismo es la de sus medios: sobre sus ruinas hay que fundar lo nuevo. Debemos pasar de la denuncia de medios contrarrevolucionarios a la creación de mensajes revolucionarios, informativos, educativos, de entretenimiento. Desechar las agendas reactivas que reciclan los temas del adversario, eliminar la agresión al público que ejercen los medios privados mediante la interrupción sistemática, el machacar con cuñas repetitivas, la destrucción de los programas con imágenes insertadas. Retirar los privilegios arancelarios o cambiarios para la importación de telefilmes y programación enlatada. Invertir los fondos así ahorrados en nuestras creaciones. Y hacer respetar normas que como la Ley Resorte, protegen la producción nacional, así como reestructurar los organismos que, pese a estar obligados a ello, no las hacen cumplir.
Los Intelectuales ante la crisis del capitalismo
MEDIOS Y CONTRARREVOLUCIÓN
El título anterior es redundante. El capitalismo es contrarrevolucionario; los medios de comunicación que posee o financia tienden a serlo. Así como dominan nuestra producción material, los monopolios foráneos controlan gran parte de nuestra difusión. CNN rige la información televisiva, seguida por ABC, NBC y CBS. El Cisneros Group of Companies está asociado con las transnacionales GM Hughes Electronics Corp de Estados Unidos, la brasileña TV Abril y la mexicana Multivisión.
Para fortalecernos como emisores, los latinoamericanos debemos instalar nuevas agencias noticiosas. Fijar límites breves y precisos para la duración de las concesiones del espacio radioeléctrico. Regular o limitar las condiciones en las cuales el capital foráneo puede participar en los medios latinoamericanos. Impulsar la creación de publicaciones, radioemisoras y televisoras de servicio público y redes alternativas y comunitarias que compensen la preponderancia de las privadas.
Medios
América Latina cuenta con 10% de la población mundial, y sólo con el 8,2% de los diarios: la mitad de los que circulan en el Tercer Mundo. La propiedad de sus medios está sumamente concentrada tanto en sentido vertical como horizontal. Así ocurre con las más de cinco mil emisoras AM de la región, y con los casi dos millares de emisoras de televisión. La proporción de emisoras de servicio público o alternativas es insignificante. En 1998 los países más desarrollados, que sólo cuentan con el 15% de los habitantes del planeta, tienen 88% de los usuarios de Internet. Estados Unidos, con sólo el 5% de la población mundial, aloja más del 50% de usuarios. América Latina y el Caribe sólo cuenta con un porcentaje de 0,8% de usuarios de la Red en relación a su población regional, según el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU 1999.
Los latinoamericanos debemos ampliar esfuerzos para educar a las audiencias en el uso discriminativo y racional de los medios. Exigir que la propiedad de la mayoría de éstos sea social, o por lo menos de nacionales o de latinoamericanos. Debemos crear regímenes de libre circulación y comercio de los bienes culturales producidos en la región. Establecer acuerdos entre nuestros países para costear y emplear conjuntamente las tecnologías de transmisión, tales como satélites de comunicación y la fibra óptica, y ampliar drásticamente nuestras capacidades y medios en lo relativo a la informática, de la cual dependerá en medida creciente la comunicación del futuro.
Códigos
Los medios de comunicación divulgan lo que consideran de menor importancia sólo con el código lingüístico. Ideología y política balbucean en letra impresa o en emisión radial. La potenciación del mensaje culmina con el código Rey de la publicidad, reforzada por la música, la entonación, la gestualidad, el vestuario, la escenografía y los metacódigos mágicos del montaje, los efectos especiales y la seducción subliminal, aplicados también a la propaganda política.
Debemos manejar las posibilidades de la integración y potenciación de códigos para la creación de mensajes sobre nuestra realidad. Fomentar una educación que permita la decodificación de los mensajes y la crítica de la ideología latente en ellos. Defender el castellano, el portugués y las diversas lenguas foráneas o indígenas que forman parte de las identidades latinoamericanas y caribeñas.
Receptores
La integración de América Latina y el Caribe pasa por la de sus medios, y el primero de nuestros cambios revolucionarios ha de ser someterlos a control social. Debemos completar procesos de alfabetización que incorporen a la mayoría de los latinoamericanos al disfrute de la comunicación impresa. Impartir cursos sobre la selección e interpretación de los mensajes de los medios. Dar poder a las organizaciones sociales populares, cooperativas y comités de usuarios, para corregir las desviaciones y patologías de los medios y exigir cambios en la legislación relativa a ellos. Convertir a los receptores en emisores creando medios de comunicación alternativa y obteniendo, por ley o por presión social, espacios en los medios convencionales.
Mensajes
El Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas 1999 revela que a fin de siglo América Latina importa 70% de su programación televisiva: 62% de Estados Unidos y un 8% de Europa y Asia, mientras que apenas produce un 30% de la programación de sus propias emisoras. La cantidad de importados de origen latinoamericano es apenas de 12%. Las normas proteccionistas de la producción nacional casi nunca se cumplen. Comunicar es retransmitir los mensajes de la metrópoli. Para Estados Unidos la mayor industria de exportación es la de películas y telefilmes, los cuales recaudaron más de 30 mil millones de dólares en el exterior en 1997. De cada tres películas que se exhiben en Europa, una es estadounidense, mientras Estados Unidos importa sólo 1% de los filmes que exhibe (PNUD 1999). Quien domina la comunicación rige el entretenimiento; quien rige el entretenimiento tiraniza la cultura.
La crisis del capitalismo es la de sus medios: sobre sus ruinas hay que fundar lo nuevo. Debemos pasar de la denuncia de medios contrarrevolucionarios a la creación de mensajes revolucionarios, informativos, educativos, de entretenimiento. Desechar las agendas reactivas que reciclan los temas del adversario, eliminar la agresión al público que ejercen los medios privados mediante la interrupción sistemática, el machacar con cuñas repetitivas, la destrucción de los programas con imágenes insertadas. Retirar los privilegios arancelarios o cambiarios para la importación de telefilmes y programación enlatada. Invertir los fondos así ahorrados en nuestras creaciones. Y hacer respetar normas que como la Ley Resorte, protegen la producción nacional, así como reestructurar los organismos que, pese a estar obligados a ello, no las hacen cumplir.
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Versión en francés:
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