LA ENMIENDA PROFUNDIZA EL PROCESO DE LA REVOLUCIÒN BOLIVARIANA NACIONAL E INTERNACIONAL
Miguel Ángel del Pozo
La Revolución Bolivariana es un proceso socio-político y económico que acaba de celebrar su 10mo. Aniversario en el marco del sistema capitalista que sustenta al Estado venezolano. La Revolución Bolivariana forma parte de un proceso revolucionario venezolano que, podríamos decir, comenzó en 1928 con unos estudiantes que durante horas marcaron la Historia de Venezuela del principios del siglo XX. Decimos que forma parte de un histórico proceso revolucionario porque el logro de la Independencia de la Corona española es el “hecho histórico” que marcó el “sino histórico-político” del quehacer venezolano. Consideramos junto con una muy seria Académica de la Academia de la Historia que la cultura criolla venezolana nació con la “Escuela del Tocuyo” por allá por el actual territorio larense.
La Revolución Bolivariana ha traspasado fronteras, particularmente, al sur del rio Bravo. Cabría la pregunta ¿Por qué la Revolución Bolivariana ha tenido ese impacto político en las sociedades nacionales en territorios nacionales de nuestro continente americano? ¿Por qué Chávez Frías ha causado esa comunión líder-pueblo tanto en suelo criollo venezolano como en tierras andinas, pampeñas, isleñas, centroamericanas e, inclusive, entre los pueblos afroamericanos y americanos originarios? Podríamos continuar preguntando ¿estamos aquellos que suscribimos el proceso socio-político y económico revolucionario bolivariano comprendiendo en profundidad el contenido y significado de la Revolución Bolivariana y su importante impacto en las sociedades americanas?
La expresión estudiantil del 28, seguramente, la afectó las expresiones políticas que se movían por la Europa de principios del siglo XX. La Revolución Rusa: Menchevique y Bolchevique de noviembre de 1917 (octubre 1917) que tuvo su profunda importancia e influencia entre la intelectualidad y la burguesía china, es evidente que también influyó por estos lares latinoamericanos. La política del Frente impulsada por la Tercera Internacional fue adaptada por los movimientos nacionalistas, anti-imperialistas, revolucionarios y pequeño-burgueses de nuestro continente al mismo tiempo que marcó proyectos políticos de cercano ideario pero diferentes en sus objetivos profundos socio-económicos; unos se colocaron en la socialdemocracia (Rómulo Betancourt & Cía.) otros fueron al compromiso más profundo: el poder popular en revolución profunda.
Esa dicotomía ideológica marcó el proceso político venezolano que se manifestó en la Junta que se conformó con el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez. La reunión de Nueva York llevó al “gatopardismo criollo” a constituir un proyecto político e ideológico denominado, históricamente, “Pacto de Puntofijo”, en cuya conformación las “fuerzas políticas progresistas” no fue incorporada. Nos explicamos. La socialdemocracia se adscribió al Estado-sistema capitalista burgués apoyándose en ese sector político internacional que nació con las tesis de la Encíclica Rerum Novarum y cuyo máximo representante político venezolano era aquel partido político que la socialdemocracia (adecos) de los tiempos de don Rómulo Gallegos había enfrentado violentamente.
La izquierda revolucionaria, heredera de las tesis de la Tercera Internacional, se enfrentó al “gatopardismo criollo”. Ese enfrentamiento, derrotado por las armas, aprendió de la derrota las necesidades de buscar vías diferentes para alcanzar los objetivos socio-políticos que permitieran solucionar los cotidianos problemas que sufría la sociedad criolla nacional desde antes y después de la Independencia. Aun está presente en la memoria colectiva del pueblo, la esperanza que significó la candidatura de José Vicente Rangel. Pero el aparato del Estado burgués socialdemócrata y socialcristiano difícilmente iba a permitir el triunfo del poder popular. Pero esa realidad política, a su vez, iba a permitirle a esa dualidad contrarrevolucionaria burguesa que representaban ambas tendencias ideológico-capitalistas: socialdemócrata y socialcristiana apoyadas más tarde por aquellos socialistas de centro a alcanzar sus anhelados objetivos políticos: desarrollar en toda su profundidad el “capitalismo dependiente” a los centros de poder capitalista (léase: Washington y Europa occidental).
Ese mismo desarrollo de la política de la dependencia (teoría de la Dependencia) contenía en su esencia la contradicción de sus propias contradicciones, es decir, de su propia destrucción política. Debemos decirlo. Ninguno de los intelectuales de las derechas criollas, ensoberbecidos, buscaron conocer las contradicciones entre el desarrollo de la economía capitalista dependiente desarrollada desde Miraflores, desde las comisiones del extinto Congreso Nacional y de los cenáculos de los llamados “partidos tradicionales” y la imperiosa necesidad objetiva de desarrollar el Estado capitalista aun en el marco de la Dependencia en función de los cambios que significaban la praxis de las políticas económicas y sociales que desde Miraflores se iban imponiendo, es decir, la “entrega total y sin condiciones” de la Patria venezolana a los intereses de la socialdemocracia internacional, plegada a los objetivos de Washington, y la del socialcristianismo, sumido a los objetivos eurocéntricos de Madrid-Bonn; mientras que en ese marco político, los socialistas de centro buscaban emular los parabienes de Estocolmo. Para las derechas criollas obsoletas, la modernización del Estado no era ni una necesidad ni un objetivo político-social; la alienación se manifestaba en toda su capacidad ideológica.
En ese marco histórico, las expresiones populares y militares del 27 y del 4 de febrero fueron salidas obligadas y necesarias de la comunión cívico-militar del poder popular en la búsqueda de la “Dignidad Nacional”. El impacto en el consciente del poder popular de ambas expresiones político-militares marcó el destino de la Revolución Bolivariana en Venezuela; eran tiempos de buscar y encontrar vías diferentes para alcanzar el Poder Político del Estado. En ese orden, sería interesante conocer el contenido de las discusiones políticas en las reuniones que se celebraron en las cercanías del piedemonte andino para poder comprender los marcos ideológicos de la Revolución Bolivariana. Como nos comentó, en alguna ocasión, una amistad asiática: “son tiempos de la dinastía Ming en contraposición a los postulados de la dinastía Qin”. Es decir, “tiempo de revolución nacional, de dignificación del pueblo versus la dependencia sico-económica al extranjero”. La “nueva vía” política tenia nombre y apellido: Hugo Rafael Chávez Frías.
La Historia camina su camino, el camino de los pueblos. El “poder popular” alcanzó el poder político democráticamente y llevo al líder a ejercer las obligaciones constituciones en el marco de una nueva Constitución que desde su propia aprobación popular era llamada a ser perfectible; es decir, alcanzar el Poder del “poder popular”. De eso trata la “Enmienda” de “empoderar” al “poder popular”. La enmienda no busca cambiar, radicalmente, el sistema capitalista ni acabar con las contradicciones de clases que se vienen desarrollando desde el triunfo de la Revolución Bolivariana de 10 años en proceso evolutivo. En absoluto!! Se trata de dar un paso más hacia la profundización de la Democracia que en el caso concreto de la Revolución Bolivariana es el camino hacia la “Democracia socialista, participativa y responsable”. Con la “Enmienda” aprobada se van a beneficiar tanto “tirios como troyanos”; para decirlo en sencillas palabras, el señor Alcalde de la ciudad de Maracaibo va a poder mantenerse en el ejercicio de sus funciones como Alcalde ¡claro! Si lo hace bien!!!
La propuesta de “enmienda” y toda su praxis política y social relacionada con el proceso pre-referendum y post-referendum tiene y tendrá un reflejo en el continente americano; mejor dicho, en las sociedades y sectores de la Política del continente americano. Fíjense que en esta ocasión no decimos: “al sur del rio Bravo” ya que los sectores de Poder (Mûller Rojas dixit) en los Estados Unidos de América están proponiendo una enmienda para la elección continua del Presidente norteamericano. Pareciera que la Globalización y la crisis financiera transformada en crisis del sistema capitalista requieren de un “proyecto político” y de un “líder” para alcanzar aquellos objetivos políticos y económicos inherentes al sistema capitalista para su permanencia como sistema.
delpozo14@gmail.com
Miguel Ángel del Pozo
La Revolución Bolivariana es un proceso socio-político y económico que acaba de celebrar su 10mo. Aniversario en el marco del sistema capitalista que sustenta al Estado venezolano. La Revolución Bolivariana forma parte de un proceso revolucionario venezolano que, podríamos decir, comenzó en 1928 con unos estudiantes que durante horas marcaron la Historia de Venezuela del principios del siglo XX. Decimos que forma parte de un histórico proceso revolucionario porque el logro de la Independencia de la Corona española es el “hecho histórico” que marcó el “sino histórico-político” del quehacer venezolano. Consideramos junto con una muy seria Académica de la Academia de la Historia que la cultura criolla venezolana nació con la “Escuela del Tocuyo” por allá por el actual territorio larense.
La Revolución Bolivariana ha traspasado fronteras, particularmente, al sur del rio Bravo. Cabría la pregunta ¿Por qué la Revolución Bolivariana ha tenido ese impacto político en las sociedades nacionales en territorios nacionales de nuestro continente americano? ¿Por qué Chávez Frías ha causado esa comunión líder-pueblo tanto en suelo criollo venezolano como en tierras andinas, pampeñas, isleñas, centroamericanas e, inclusive, entre los pueblos afroamericanos y americanos originarios? Podríamos continuar preguntando ¿estamos aquellos que suscribimos el proceso socio-político y económico revolucionario bolivariano comprendiendo en profundidad el contenido y significado de la Revolución Bolivariana y su importante impacto en las sociedades americanas?
La expresión estudiantil del 28, seguramente, la afectó las expresiones políticas que se movían por la Europa de principios del siglo XX. La Revolución Rusa: Menchevique y Bolchevique de noviembre de 1917 (octubre 1917) que tuvo su profunda importancia e influencia entre la intelectualidad y la burguesía china, es evidente que también influyó por estos lares latinoamericanos. La política del Frente impulsada por la Tercera Internacional fue adaptada por los movimientos nacionalistas, anti-imperialistas, revolucionarios y pequeño-burgueses de nuestro continente al mismo tiempo que marcó proyectos políticos de cercano ideario pero diferentes en sus objetivos profundos socio-económicos; unos se colocaron en la socialdemocracia (Rómulo Betancourt & Cía.) otros fueron al compromiso más profundo: el poder popular en revolución profunda.
Esa dicotomía ideológica marcó el proceso político venezolano que se manifestó en la Junta que se conformó con el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez. La reunión de Nueva York llevó al “gatopardismo criollo” a constituir un proyecto político e ideológico denominado, históricamente, “Pacto de Puntofijo”, en cuya conformación las “fuerzas políticas progresistas” no fue incorporada. Nos explicamos. La socialdemocracia se adscribió al Estado-sistema capitalista burgués apoyándose en ese sector político internacional que nació con las tesis de la Encíclica Rerum Novarum y cuyo máximo representante político venezolano era aquel partido político que la socialdemocracia (adecos) de los tiempos de don Rómulo Gallegos había enfrentado violentamente.
La izquierda revolucionaria, heredera de las tesis de la Tercera Internacional, se enfrentó al “gatopardismo criollo”. Ese enfrentamiento, derrotado por las armas, aprendió de la derrota las necesidades de buscar vías diferentes para alcanzar los objetivos socio-políticos que permitieran solucionar los cotidianos problemas que sufría la sociedad criolla nacional desde antes y después de la Independencia. Aun está presente en la memoria colectiva del pueblo, la esperanza que significó la candidatura de José Vicente Rangel. Pero el aparato del Estado burgués socialdemócrata y socialcristiano difícilmente iba a permitir el triunfo del poder popular. Pero esa realidad política, a su vez, iba a permitirle a esa dualidad contrarrevolucionaria burguesa que representaban ambas tendencias ideológico-capitalistas: socialdemócrata y socialcristiana apoyadas más tarde por aquellos socialistas de centro a alcanzar sus anhelados objetivos políticos: desarrollar en toda su profundidad el “capitalismo dependiente” a los centros de poder capitalista (léase: Washington y Europa occidental).
Ese mismo desarrollo de la política de la dependencia (teoría de la Dependencia) contenía en su esencia la contradicción de sus propias contradicciones, es decir, de su propia destrucción política. Debemos decirlo. Ninguno de los intelectuales de las derechas criollas, ensoberbecidos, buscaron conocer las contradicciones entre el desarrollo de la economía capitalista dependiente desarrollada desde Miraflores, desde las comisiones del extinto Congreso Nacional y de los cenáculos de los llamados “partidos tradicionales” y la imperiosa necesidad objetiva de desarrollar el Estado capitalista aun en el marco de la Dependencia en función de los cambios que significaban la praxis de las políticas económicas y sociales que desde Miraflores se iban imponiendo, es decir, la “entrega total y sin condiciones” de la Patria venezolana a los intereses de la socialdemocracia internacional, plegada a los objetivos de Washington, y la del socialcristianismo, sumido a los objetivos eurocéntricos de Madrid-Bonn; mientras que en ese marco político, los socialistas de centro buscaban emular los parabienes de Estocolmo. Para las derechas criollas obsoletas, la modernización del Estado no era ni una necesidad ni un objetivo político-social; la alienación se manifestaba en toda su capacidad ideológica.
En ese marco histórico, las expresiones populares y militares del 27 y del 4 de febrero fueron salidas obligadas y necesarias de la comunión cívico-militar del poder popular en la búsqueda de la “Dignidad Nacional”. El impacto en el consciente del poder popular de ambas expresiones político-militares marcó el destino de la Revolución Bolivariana en Venezuela; eran tiempos de buscar y encontrar vías diferentes para alcanzar el Poder Político del Estado. En ese orden, sería interesante conocer el contenido de las discusiones políticas en las reuniones que se celebraron en las cercanías del piedemonte andino para poder comprender los marcos ideológicos de la Revolución Bolivariana. Como nos comentó, en alguna ocasión, una amistad asiática: “son tiempos de la dinastía Ming en contraposición a los postulados de la dinastía Qin”. Es decir, “tiempo de revolución nacional, de dignificación del pueblo versus la dependencia sico-económica al extranjero”. La “nueva vía” política tenia nombre y apellido: Hugo Rafael Chávez Frías.
La Historia camina su camino, el camino de los pueblos. El “poder popular” alcanzó el poder político democráticamente y llevo al líder a ejercer las obligaciones constituciones en el marco de una nueva Constitución que desde su propia aprobación popular era llamada a ser perfectible; es decir, alcanzar el Poder del “poder popular”. De eso trata la “Enmienda” de “empoderar” al “poder popular”. La enmienda no busca cambiar, radicalmente, el sistema capitalista ni acabar con las contradicciones de clases que se vienen desarrollando desde el triunfo de la Revolución Bolivariana de 10 años en proceso evolutivo. En absoluto!! Se trata de dar un paso más hacia la profundización de la Democracia que en el caso concreto de la Revolución Bolivariana es el camino hacia la “Democracia socialista, participativa y responsable”. Con la “Enmienda” aprobada se van a beneficiar tanto “tirios como troyanos”; para decirlo en sencillas palabras, el señor Alcalde de la ciudad de Maracaibo va a poder mantenerse en el ejercicio de sus funciones como Alcalde ¡claro! Si lo hace bien!!!
La propuesta de “enmienda” y toda su praxis política y social relacionada con el proceso pre-referendum y post-referendum tiene y tendrá un reflejo en el continente americano; mejor dicho, en las sociedades y sectores de la Política del continente americano. Fíjense que en esta ocasión no decimos: “al sur del rio Bravo” ya que los sectores de Poder (Mûller Rojas dixit) en los Estados Unidos de América están proponiendo una enmienda para la elección continua del Presidente norteamericano. Pareciera que la Globalización y la crisis financiera transformada en crisis del sistema capitalista requieren de un “proyecto político” y de un “líder” para alcanzar aquellos objetivos políticos y económicos inherentes al sistema capitalista para su permanencia como sistema.
delpozo14@gmail.com