Miguel
Ángel del Pozo
El Comandante en Jefe, nuestro Comandante en Jefe, Hugo
Rafael Chávez Frías, consideraba que el 27 de febrero (1989) sustentó las realidades del 04 de febrero (1992). Desde un análisis estrictamente
político y político-militar dicha aseveración estaría muy bien sustentada pero
los historiadores nunca-jamás nos contentamos con quedarnos en el “hecho
histórico” sino que necesitamos rebuscar los orígenes del hecho histórico
referido para tratar de alcanzar lo imposible: “la objetividad histórica”. En
ese orden, tratar de alcanzar la objetividad histórica es, probablemente, el
único reto inalcanzable que tiene el historiador más cuando en vez de analizar
el “hecho histórico” desde la óptica positivista tratamos de sustentar nuestras
argumentaciones en el análisis dialéctico que los “camaritas” rusos definieron
en el marco la “Dialéctica Histórica” como el “materialismo histórico”. Para su
mejor comprensión sería como tratar el 27 de febrero (1989), estrictamente, como “el hecho histórico” más importante de
la política revolucionaria venezolana después de la “derrota de la guerrilla de
los años 60” sin inter-entre-lazarlo con realidades históricas precedentes;
algo así como la explosión de un volcán sin conocer los motivos reales de los
porqué de esa explosión geográfica. La más “acurate” descripción del “hecho
histórico”, sería el texto de Edward H. Carr en su libro: “¿Qué es la Historia?”
Lo anterior nos permite comenzar a desarrollar la
inter-relación entre el 27 de febrero (1989) y el 04 de febrero (1992) pero, al tiempo, tratar de
comprender las razones socio-políticas y socio-económicas que llevaron a la
expresión pública de la primera referencia y tratar de demostrar sí esa
expresión social en violencia (¿no
revolucionaria?) que permitió desarrollar el proceso militar,
fundamentalmente, que terminó expresándose en la realidad del 04 de febrero (1992). Es decir, nos consideramos que si
hay bases socio-económicas que sustentaron la expresión popular en violencia
que “alcanzó a la República burguesa-dependiente-venezolana de democracia
representativa” que las podríamos conjugar en el sub-conjunto conformado por
toda aquella experiencia histórica de protesta pública que comenzaría en la
protesta estudiantil de 1928 contra el “régimen” de don Juan Vicente Gómez cual
fuera controlado por el General Eleazar López Contreras y que apenas tuviera
expresión de protesta por algunas horas de aquella mañana cual se convirtió en
“hecho histórico” de la protesta revolucionaria-estudiantiles a favor de
alcanzar la tan añorada democracia sin adjetivación concreta. Es decir,
quedaría por analizar la composición social e ideológica de los protestantes
estudiantiles. Es decir, en nuestro criterio histórico, la revolución social
por alcanzar “el estado moderno” como Estado, comenzaría con la expresión
estudiantil de 1928 como primera etapa de transformaciones de la República teniendo
su “fin-de-etapa” con el triunfo electoral en el marco de lo real-objetivo de
la “democracia representativa” de Hugo Rafael Chávez Frías (diciembre, 1998).
Lo anterior expuesto, evidentemente, “levantará ronchas
de puristas y demócratas de levita” pero un/el proceso revolucionario
venezolano, como proceso revolucionario, en nuestro modesto criterio, se
desarrolló con y en base a la(s)
expresión(es) ideológica(s) que aquellos estudiantes de la
protesta de 1928 en la lógica evolución en los tiempos históricos consecuentes
pero expresándose como diferentes concepciones político-ideológicas en
diferentes etapas de cambios “no-tan-profundos” pero buscando alcanzar definir
lo que Asdrúbal Batista ha conceptualizado como “el Estado rentista”. Ello nos
lleva a preguntarnos: ¿dónde, cuándo y porqué falló el novel Estado rentista venezolano
para que por aparentes no-razones estamentos sociales invisivilizados se
expresaran en violencia social el 27 de febrero (1989)? Lo que a su vez nos
lleva a la interesante pregunta: ¿se desarrolló en toda su expresión el Estado
rentista venezolano? Que nos lleva a reflexionar: ¿Venezuela llegó a un estadio
de “cul de sac” previo a la protesta social en violencia del 27 de febrero (1989) y aquella realidad socio-política
nunca-jamás fue percibido por el estamento político-gobernante tanto desde el Ejecutivo
como el Legislativo y los partidos políticos como para no poder y/o no querer ni
desear realizar cambios fundamentales que les permitiera la permanencia en los
representativos poderes que significaba el Estado capitalista-burgués
venezolano?
Lo inmediato anterior nos lleva a desarrollar algunas
precisiones que podrían contribuir con las respuestas, porque son varias las
respuestas que se pudieran exponer, a las preguntas precedentes en mesa. En
aquellos momentos cuando regresábamos de la Academia Militar en Fuxingang (Taiwan, 1988) traíamos en la mochila un
par de inquietudes, a saber: la primera de ellas sería el novedoso desarrollo
en el marco del desarrollo del capitalismo global el concepto de “maquilas” y las
“zonas económicas especiales” mientras que la segunda de ellas era la muy
interesante participación del sector militar en las nuevas realidades
económico-mundiales en el marco del desarrollo del sistema capitalista mundial
que, en nuestro entender, significaban tanto una nueva realidad geopolítico-militar-mundial
como el lógico desarrollo de las contradicciones intra-paradigmas del propio
sistema capitalista en considerando el real-escenario del
estado-chucuto-venezolano que las seudo-burguesías-parasitarias-venezolanas no
solo deseaban sino ponían todos sus esfuerzos para evitar cualquier alteración
del status quo real-objetivo que el propio Estado rentista venezolano había
desarrollado durante aquellos tiempos del siglo XX.
En el marco de nuestras inquietudes consideramos que eran
nuestras de responsabilidades exponer nuestras inquietudes a “cierto nivel
político” proponiendo un serio estudio de la “experiencia mexicana” sobre la
presencia y desarrollo de las “maquilas” como estudiar la estructura de las
“zonas económicas especiales” tanto al sur de China (Zhuhai y Shenzhen) y la de Taiwan ubicada al sur de la isla (Kaoshiung). En relación a lo
militar-participativo del estamento militar nos considerábamos la necesaria
participación del sector-militar-nacional en la economía nacional con las
finalidades en un porcentaje aceptable con objetivos muy específicos y concretos.
Aquellas propuestas en mesa significaban la necesaria adaptación de las
realidades venezolanas a los cambios mundiales en el marco del sistema
capitalista de carácter inevitables. Es decir, mientras que el sistema
capitalista se posesionaba globalmente, Venezuela estaba quedando rezagada
inclusive regionalmente por lo cual las contradicciones
inter-sistema-capitalista, en el caso venezolano, se desarrollarían según
nuestra muy personal visión en expresiones no solo sociales sino en el
sub-conjunto militar. Pero “la supuesta independencia” del sector político
adeco-copeyano parecía no eran ni tan independientes ni tan social-demócratas y
mucho menos, social-cristiano; es decir, las realidades del sistema capitalista
en su cualidades económico-rentistas-venezolanos y las burguesías histórico-parasitarias
imponían sus propios paradigmas e intereses de clase que no iban a permitir
ningún cambio que alterara las realidades y beneficios históricos de clase y
las reales-realidades histórico-sociales que, según sus propias sicologías de
clase, les daban “derechos heredados” (“Los
amos del Valle”).
¿Qué significaba la torpe decisión tanto del status quo
político en considerando a ese sector político como los herederos de cierto
sector político de los pertenecientes a la “manifestación del 28” como del
“Plan de Barranquilla” y, por no dejar, de aquel acto electoral-político
realizado en los Andes por Copei como su bautizo electoral-partidista y, mucho
menos, el “Pacto de Punto Fijo” y las actitudes de relativa transformación
económica de esas clases sociales tradicionales que comenzaban “a comprar”
ciertas tesis cristiano-alemanas que se enfrentaban a las tesis cristiano-italianas
versus las propuestas niponas-militares? En el marco de esta inquietud salta en
escena la pregunta que siempre nos “ha removido”: ¿cuál es el proyecto de
Política de Estado que las clases histórico-tradicionales-venezolanas buscan
proponer como proyecto nacional de desarrollo, equilibrio y democracia (póngalo usted en el orden que mejor le
plazca) vistas las próximas elecciones del 8-D?
Nos hacemos la pregunta porque a nuestro criterio la
oposición al proceso revolucionario que, actualmente, preside y dirige Nicolás
Maduro Moros podría estar en “contradicción interna de intereses de clase” que
se expresan según las expresiones públicas que “agresivamente” expone,
públicamente, el “sector radical y radicalizado” versus el “sector tibio de
derechas-burguesas-eurocéntricas”. Es en este punto, tal como lo expresábamos
en aquellos momentos cuando propusimos ciertos y tibios cambios objetivos a
nuestro regreso de Taiwan, estamos en una “situación cul de sac” que se debe
“implosionar y controlar” tanto por parte de las derechas nacionales y sus
correligionarios de las derechas internacionales como, desde la Política de
Estado en el marco de la seguridad del Estado revolucionario venezolano, actuar
para controlar desafueros y desaciertos por intereses tanto de las “clases históricas”
como por parte de intereses objetivos en el marco del futuro desarrollo de la
reingeniería del sistema capitalista mundial y global buscando equilibrios
objetivos nacionales que permitan la denominada “cohabitación” pero sobre las
bases reales y objetivas contenidas en el “Plan de la Patria, 2013-2019”.