martes, 10 de mayo de 2011

OBREROS Y OBREROS EN REVOLUCIÓN

OBREROS Y OBREROS EN REVOLUCIÓN

Miguel Ángel del Pozo


Ubiquemos los tiempos históricos en el marco referencial de la Historia de la Humanidad cuando de obreros conversamos. Es de necesidad aclarar que no somos sociólogos sino historiadores por lo que el peso de la Historia como Ciencia en nuestro propuesto análisis nos obliga a tratar de alcanzar un diálogo con la Sociología como una de las herramientas de la lógica histórica con las cuales tratamos, los historiadores, al disertar sobre temas, evidentemente, relacionados con el “ser social”; en este caso concreto, con los denominados, socio-económica y políticamente, como “obreros”. En ese contexto, es obligatorio precisar que estamos viviendo en Venezuela dentro del conjunto global que hemos denominado Revolución Bolivariana en el siglo XXI y en su segunda década aunque suene a “perogrullo” como escribiría José Vicente Rangel; ello significaría que, como revolución, estaría conformada por una serie de sub-conjuntos que se califican, voluntariamente, como integrantes de dicha revolución nacionalista, humanista y socialista. Como esta revolución no es “anarquista” ni estamos viviendo en aquellas realidades de la Rusia zarista del siglo XIX tan bien descritas por Isaac Berlin en su libro “Los Rusos”, los sub-conjuntos deberán estar unificados por realidades socio-históricas y económicas obligantes que implican la necesaria y obligante existencia de un liderazgo como bien lo describe Elías Canetti en su libro “Masa y Poder” que en el caso de Venezuela y su Historia está y gira alrededor de una personalidad. No somos nos quienes sustentamos esta tesis de la “histórica necesidad” –inconsciente colectivo-, “Gendarme necesario” diría aquel, de la presencia y dirección de una personalidad; en ese orden, nos permitimos referir a una muy seria conversa que sostuvimos con el Dr. Rafael Caldera Rodríguez, en Beijing, justo en enero de 1992 y a días de su cumpleaños, quien nos respondió, literalmente, que “…no te olvides, Miguel, que Venezuela es un país presidencialista…”. En alguna ocasión, Eduardo Fernández, escribió que Venezuela no era un país de suizos. Tampoco deberíamos olvidar que el Prócer Francisco de Miranda, probablemente, “cargaba” en el inconsciente sus vivencias europeas que, quizás, le marcaron cuando de lo militar se refería. Y algunos historiadores consideran que el Estado venezolano comenzó a configurarse a partir de 1908. Entonces ¿cuál es la realidad real de Venezuela cuando hablamos de obreros en la actualidad de la segunda década del siglo XXI y en el marco de la Revolución Bolivariana si nos permitimos referir aquel escrito de Vladimir Ilich Lenin sobre la industrialización de aquella Rusia zarista comparativamente con las realidades de algunos imperios europeos en cuanto a industrialización se refiere y, al tiempo, la “industrialización” (sic) de Conindustria de la 4ta República? En ocasiones, la flojera mental, la ignorancia, las necesidades ideológicas nos “castran” intelectualmente y conjuntamente con el “mesianismo” más apropiado que adquirido.

En ese mismo orden de ideas, deberíamos, seriamente, estudiar, analizar y concluir las influencias que tuvieron en nuestra Patria los paradigmas impuestos por la Tercera Internacional post-Comuna de Cantón (diciembre, 1927) cuando de Frente Unido nos referimos conjuntamente con las contradicciones surgidas entre las políticas de Joseph Stalin y las tesis de León Trotsky cuando ambos interpretaron la polémica que surgió entre Vladimir Ilich Lenin y M.N. Roy sobre el carácter de la revolución en los países coloniales y semi-coloniales. En alguna oportunidad, un político de izquierdas, quizás ahora socialdemócrata, nos comunicó “aseverando” que Mao Zedong había “hecho pinitos” en el trostkismo justo como don Rómulo Betancourt los realizó, diríamos nos. Ello nos obligó a realizar una investigación, in situ, es decir, en Beijing, en la Hemeroteca del Comité Central del Partido Comunista Chino además de una muy seria y profesional conversa con un renombrado historiador chino, Li Xin, sobre ello y otros tópicos históricos; Li Xin nos dio toda una clase sobre la historia de la fundación del PCCh y la conformación ideológica de sus fundadores (Concesión Francesa, 21 julio, 1921). Mientras que la influencia de la 3ra Internacional –Comintern- se desvaneció, paulatinamente, producto de la praxis de la propia Revolución China, el trotskismo tuvo su máximo exponente en Wang Fanxi mientras que Mao Zedong solo dictó dos (2) clases sobre la realidad del campesinado chino en la Academia Militar de Whampoa. Lo cierto es que el PCCh si se vio inmerso en las ideas de Vladimir Ilich Lenin que se transmitían a través de la prensa diaria en inglés, francés y chino y del carácter/significado semántico-ideológico de la “revolución de obreros y campesinos” en la Rusia Soviética (octubre, 1917) que fueron “calando”, etapa por etapa, en el propio proceso revolucionario a partir de los fracasos del “putchismo”, éstos mas de carácter campesino que obrero (desde verano hasta diciembre de 1927).

¿Qué tratamos de comunicar? En primer lugar, que una revolución es un proceso dinámico, dialéctico con una carga importante de subjetividad que obliga a esas necesarias y permanentes correcciones. En segundo lugar, como historiador, nos vemos obligados a ubicar los pensares y sus praxis en sus realidades y tiempos históricos de Karl Marx, de Vladimir Ilich Lenin, de León Trotsky, de Mao Zedong, de Ho Chimin, de Fidel Castro y de Hugo Rafael Chávez Frías y su equipo revolucionario incluyendo al “obrero Maduro”, repetimos, en “sus tiempos y realidades” socio-históricas. En este orden, Lula, obrero declarado de “cuerpo entero”, desarrolló un gobierno progresista con algunos trazos revolucionarios en su real y objetivo contexto brasileño. En tercer término, no solo la Geografía sino la Sociología, el inconsciente colectivo, la Economía y, por supuesto, la Historia son variables obligadas en los momentos históricos cuando realizamos un muy serio examen sobre un proceso revolucionario específico y aceptando que las comparaciones “son odiosas” como diría una, muy comunista, familiar. Como cuarta idea, deberíamos aceptar que las ideologías siempre van a tener un peso importante en los pensares y decisiones de los sectores políticos involucrados en los procesos revolucionarios; de ahí la necesidad de comunicar la “real objetividad” para evitar, corregir y así proponer ideas para el lógico y necesario proceso global de una revolución específica en estudio.

Regresemos a los “obreros”. Cabe la pregunta: ¿los constructores de catedrales durante la Edad Media eran obreros? Actualmente, ¿los desempleados en los EEUU de América son, solamente, los obreros? En base a la pregunta y suponiendo que en aquel país se desarrollase un proceso revolucionario ¿quiénes serían “los revolucionarios” que dirigieran “la revolución”: los obreros del General Electric/General Motors/Ford; el personal de Macy´s; los oficinistas desempleados; los banqueros sin escritorio; la intelectualidad neo-marxista; el Tea Party? Entonces, cuando hablamos de “obreros”, del respeto a sus derechos humanos, de la huelga, manifestaciones, reclamos laborales, derecho a sindicalizarse, a Minerven ¿nos referimos, estrictamente, a “obreros” y/o a la “masa laboral” en “Modern Times”? En ese orden ¿se equivocaron Lenin, Mao Zedong, Fidel Castro y/o Karl Marx cuando de sus realidades reales sociológicas nos referimos? Y si se equivocaron con respecto a “lo obrero” ¿nos podríamos explicar cómo se equivocaron cuando, según aquel, “alienaron” a la “masa obrera” para convertirla en “masa” en función del “Poder”? Lo que nos llevaría a inquirir ¿cómo se desarrolla una revolución en su praxis definiendo que estamos refiriéndonos a una revolución socialista y participativa y no a una revolución reformista capitalista?


delpozo14@gmail.com